Vitoria - El Deportivo Alavés puede dar gracias a que se encuentra virtualmente salvado. De lo contrario, el monumental cabreo con el que todo el alavesismo abandonó ayer Mendizorroza podría haber ido mucho más allá de ese límite. Se quedó El Glorioso con la miel en los labios de sumar su tercera victoria consecutiva, ya que desperdició un sensacional arranque en el que le faltó puntería y le sobró un grave error de Pacheco que supuso la ventaja para el Girona. Pero lo que de verdad excedió los límites en el encuentro de ayer fue la actuación de González Fuertes, con cuatro goles anulados a los albiazules, un nuevo penalti en contra y un descontrol absoluto por su parte en la gestión de unos últimos minutos en los que el Girona enervó los ánimos de todo Mendizorroza y que impidió que se completase una remontada que hubiese sido bien merecida.
En su línea habitual de ir dándole pequeños retoques a cada alineación, Abelardo incluyó tres variantes con respecto al once de Ipurua y apostó por la presencia de Torres, Burgui y Munir. Con la confianza que daba su buena racha, salió El Glorioso a morder al Girona buscando profundidad. Con un juego vertical y preciso, Guidetti, Munir e Ibai encadenaron las primeras ocasiones. Un cuarto de hora tardó el equipo de Machín en asentarse y evidenciar que se encontraba en el campo más allá de la presencia física.
A partir de ese momento, el partido se niveló. La mayor presencia del Girona en zonas de ataque puso el contrapunto a un Alavés que buscaba el remate desde cualquier posición y el duelo se convirtió en un intercambio de ofensivas. Los catalanas forzaban la amenaza a balón parado, una especialidad que dominan al dedillo; los albiazules ponían el peligro, mucho más que el rival, al galope. Curiosamente, en un saque de esquina las tornas cambiaron y le anularon un gol a Guidetti por falta anterior sobre Bono; la vuelta la tuvo Olunga, obligando a aparecer a Pacheco. Esto dio paso a un tramo final del primer acto en el que el equipo visitante pasó a convertirse en claro dominador. Tras haber atravesado un tramo de enorme sufrimiento, los gerundenses le dieron la vuelta a la situación y solo la falta de puntería de Olunga en la definición les impidió irse al descanso con ventaja.
En el paso por el vestuario decidió Abelardo prescindir de Burgui en una decisión que deja bien a las claras que en este equipo con el esfuerzo no se juega. El extremeño brilló en ataque y generó mucho peligro, pero no ayudó en nada a Duarte en defensa y se llevó unas cuantas broncas exageradas de un técnico que no dudó a la hora de sustituirlo por Sobrino en el entretiempo.
Aún sin la fluidez de la primera parte, arrancó de nuevo El Glorioso con mayor ritmo que su rival en busca de gol. Y por segunda vez en la tarde perforó la meta de Bono, pero de nuevo se topó con una decisión arbitral que invalidó su diana. Esta vez, de forma desacertada ya que Sobrino no se encontraba en fuera de juego en su cabezazo. La acción que debería haber sido el 1-0 dio paso a la ventaja visitante, en un grave error de Pacheco en una falta lateral de Aleix García que se envenenó hasta acabar en la red.
Con el 0-1 se descosió el partido por completo. El Alavés tiró de corazón para irse a por el empate, mientras que el Girona se dedicó a afilar el cuchillo -ya con los peligrosos Portu y Stuani en el césped- para atar la victoria en un contragolpe. Abelardo quemó las naves dejando una defensa de tres hombres y dando entrada al músculo de Manu García y Wakaso, ya que en el banquillo tenía dos centrales y otros dos mediocentros, una decisión difícil de entender jugando en casa.
Precisamente, fue el capitán el que se encargó de echarse el equipo a las espaldas. Hay cosas que no tienen precio y el valor de Manu para El Glorioso está muy por encima de los números. Un pase de calidad a Guidetti y un disparo que salvó Bono antes de que Sobrino fallase lo imposible incendiaron Mendizorroza. Las pérdidas de tiempo del Girona y el tercer gol anulado de la tarde en otro fuera de juego, esta vez al límite, de Manu enervaron al personal. Se había convertido González Fuertes y siguió con su repertorio con un penalti de Ely que transformó Stuani. Parecía el encuentro decidido, pero faltaba la locura final. Entre empujones y tanganas, Pina recortó diferencias y otro fuera de juego mal pitado evitó el gol de Munir. Mendizorroza, incendiado y con la miel en los labios.
En apenas treinta minutos demostró que su carácter, su implicación y su liderazgo están muy por encima de los números. Reactivó al equipo y empujó como siempre. Vital.
Sin aprovechar el juego. El Alavés tuvo muchos minutos en los que fue claramente superior al Girona, sobre todo en el arranque del partido, pero no fue capaz de aprovechar esa mejor versión y acabó pagando un grave error de Pacheco y el desbarajuste en el que González Fuertes convirtió el partido -tres goles anulados y un nuevo penalti en contra- para sufrir una derrota inmerecida.
Un nivel lamentable, siempre lento tanto en la reacción como en la toma de decisiones y sin ser capaz de aportar nada positivo al equipo, como pasa demasiado a menudo.
Inicio fulgurante. El Alavés arrancó el partido a un ritmo endiablado con el que consiguió acogotar a un Girona que resistió como pudo el chaparrón que se le vino encima durante el primer cuarto de hora. Luego las fuerzas se igualaron y en el final de la primera parte fue el equipo catalán el que pudo poner la ventaja en el marcador.
Error y descontrol. Tras haber anulado González Fuertes un tanto a Sobrino que no estaba en fuera de juego, Aleix García adelantó al Girona en una falta lateral que Pacheco se comió en un error grave. El encuentro se metió en un descontrol absoluto, con el colegiado de protagonista y varias decisiones muy discutibles y el cuadro catalán se llevó el triunfo.