Vitoria - Mubarak Wakaso arrancó la temporada como pieza prácticamente indiscutible para un Luis Zubeldía que confió en el ghanés como titular en tres de los cuatro primeros partidos, pero la interinidad de Javi Cabello condujo al centrocampista a un banquillo que tampoco abandonó en los dos primeros encuentros de Gianni De Biasi. Una tendencia que ha cambiado en la última semana, cuando la apuesta del entrenador italiano por situar a tres jugadores en la zona ancha le ha devuelto al papel de protagonista. Con papel estelar, además. El africano ya fue el más destacado en el trabajo de contención y desgaste en la primera parte de la visita al Betis y el sábado contra el Valencia se despachó una actuación memorable con la que se metió en el bolsillo a todo Mendizorroza. Una exhibición de enorme fuerza, con un despliegue de piernas excepcional, pero acompañado de una brillantez técnica abrumadora y también una lógica toma de soluciones. Para los que no le conocían, y eso que lleva años en España, evidenció que su fútbol va mucho más allá de su poderío físico.
A sus 27 años, no se puede decir que la carrera de Wakaso haya transcurrido por parámetros que tengan que ver con la estabilidad. El concepto de trotamundos se le puede aplicar a la perfección a un futbolista que con 18 años recién cumplidos aterrizó en Elche desde su Ghana natal. Tres temporadas en Segunda División brillando en el estadio Martínez Valero le llevaron al Villarreal, donde en dos campañas no acabó de cuajar en un primer equipo que acabó descendiendo de categoría. Tras Alicante y Castellón, siguió ascendiendo por el mapa para acabar en Barcelona, donde explotó en las filas del Espanyol. Los pericos desembolsaron 300.000 euros por su traspaso y en un solo año su valor se multiplicó por veinte, hasta los seis millones de euros que pagó el Rubin Kazan por él el siguiente verano.
Ni en Rusia ni en su posterior temporada cedido en Escocia (Celtic) consiguió ofrecer su mejor nivel, una brillantez que recobró de regreso a España a préstamo en el Las Palmas. Liberado de su contrato con el Rubin, Grecia fue su nuevo destino de la mano del Panathinaikos, pero tampoco se asentó en Atenas y en el pasado mercado invernal aterrizó de nuevo en la península ibérica para jugar en el Granada cedido. Bajó con los nazaríes, pero el fútbol español fijó de nuevo sus ojos en el ghanés, quien tras desvincularse del Panathinaikos se convirtió en una de las grandes apuestas del Deportivo Alavés este verano, vistiendo de esta manera su sexta camiseta diferente en LaLiga.
Muy agresivo En el arranque del curso, Wakaso apenas mostró algo más allá de un potencial físico esplendoroso y una cabeza excesivamente caliente. De temperamento no anda nada corto el africano, ni dentro ni fuera del campo. Y como tampoco se arredra a la hora de meter la pierna con fuerza, lleva las tarjetas asociadas a su nombre y los árbitros no le suelen perdonar. En su carrera en España su media es superior a una amarilla cada dos partidos, balance que mantiene estable en Vitoria con tres amonestaciones en los cinco encuentros que ha jugado.
Pero este perfil agresivo entronca a la perfección con su estilo batallador sobre el césped. Duro y contundente, uno de esos compañeros con los que un jugador sabe que siempre puede contar a la hora de ir a la batalla porque sabe que tiene las espaldas bien cubiertas. Una capacidad para ejercer de salvoconducto que ejerció a la perfección ante el Valencia con su dominio de toda la banda izquierda. Con su presencia, liberó a Alfonso Pedraza para sus galopadas y aportó también cobertura a Munir El Haddadi para moverse con libertad. Donde sus compañeros dejaban un hueco, sus piernas llegaban para cubrir ese sitio liberado.
Un despliegue físico descomunal, brillando merced al mismo en la recuperación de balones y cierre de espacios. Muchas veces por colocación y anticipación, pero en otras ocasiones por simple potencia y contundencia a la hora de meter la pierna, ya que es de los que no dudan cuando el balón se encuentra dividido y se juega el físico buscando siempre el contacto.
Criterio con el balón Pero, además del robo, el ghanés también aportó criterio, que es lo que venía echando de menos este equipo en su transición de la defensa al ataque, demasiado lenta y con pérdidas de mucho riesgo en la salida. La tripleta de mediocentros que conformó con Tomás Pina y Manu García no ofreció en esta ocasión solo desgaste, sino que también ejerció de punto de partida a la ofensiva con robos que fueron seguidos de primeros pases limpios, donde se crea la ventaja al contragolpe.
Wakaso recuperó, pero también construyó. Dejando detalles de calidad técnica sobresalientes, además. Buenos desplazamientos en largo para oxigenar el juego cambiando de orientación y también chispazos individuales con regates de bandera, como uno en el círculo central que le sirvió para zafarse de golpe de dos rivales y generar una situación de ventaja. Por su fuera poco, con sus llegadas desde atrás también es un futbolista que busca la portería y el sábado lo hizo en una falta directa que estrelló contra la barrera cuando Mendizorroza esperaba el gol que premiase a un guerrero que demostró que es mucho más que fuerza bruta.