vitoria - Para muchos puede que sea un desconocido pese a haber sido un artífice en la sombra de algún éxito reciente del Deportivo Alavés o trabajado durante tres etapas distintas para el club del Paseo de Cervantes. Su trabajo, oscuro y alejado de los focos, tampoco suele ser valorado en su justa medida por los medios, propensos siempre a enaltecer la figura de los futbolistas o entrenadores más mediáticos. Sin embargo, ello no quita para saber con orgullo que un gasteiztarra se ha inmiscuido ya de lleno en la élite del fútbol español de la mano del Getafe, el rival albiazul en la eliminatoria de dieciseisavos de final de la Copa del Rey.
Tras casi tres lustros esperando pacientemente una oportunidad para codearse con los mejores, Javi Barbero ha recogido la recompensa soñada. Desde esta campaña, ejerce como entrenador de porteros del cuadro afincado en el sur de Madrid y es uno de los hombres de estrecha confianza de José Bordalás, un técnico con la vitola de ídolo en Vitoria tras pilotar hace dos temporadas el inolvidable ascenso albiazul y gracias al cual ha dado un enorme salto cualitativo dentro de su carrera. Hasta junio trabajaba en el filial del Alavés, pero una llamada del alicantino en verano alteró bruscamente sus planes y decidió abandonar su ciudad natal.
“Coincidí con Bordalás en Vitoria en una temporada exitosa. Fue un año magnífico a todos los niveles. Después del ascenso del Getafe, recibía una llamada suya en la que me trasladó su deseo de incorporarme a su cuerpo técnico en un proyecto muy ilusionante. También me llamó nuestro director deportivo Ramón Planes, quien también me conocía de una etapa anterior en Vitoria. Le trasladé al Alavés el interés del Getafe y ellos facilitaron mi salida. Les estoy agradecido, ya que valoraron esta opción de crecimiento profesional para mí”, evoca este antiguo portero del Aurrera y San Ignacio.
Retirado a una temprana edad -26 años- debido a una bursitis en el cadera y el codo, Barbero cumple su decimocuarta temporada dentro de un mundo complejo en el que otros como él no han logrado salir nunca del anonimato. Su gran pasión y también obligación reside en perfeccionar a los porteros -en Getafe trabaja codo con codo junto a Vicente Guaita, Emiliano Martínez y Filip Manojlovic-, aunque en su día también hizo sus pinitos como adjunto a la dirección deportiva alavesista. Tres años en el Mirandés y dos en la escuela del Athletic, que le destinaría al Aurrera, adornan su currículum.
La propuesta del Getafe fue tentadora a todos los niveles, pero tuvo que valorar muchos pros y contras a la hora de dar este ambicioso paso. “Separarte de la familia es sin duda lo más difícil. Sin su apoyo no habría sido posible. Getafe está a tres horas y media de Vitoria y tratamos de vernos siempre que podemos. En el plano personal y profesional, esta era una oportunidad que creíamos debíamos aprovechar. Entrenar en Primera División y de la mano de un técnico que ya me conoce era algo único para seguir creciendo”, confiesa Barbero, un alavesista confeso que hoy vivirá hoy un enfrentamiento especial ante el equipo de su corazón sentado en el banquillo local del Coliseum Alfonso Pérez.
loas a bordalás El suyo, admite en la conversión con este periódico, “no es un trabajo tan reconocido” como otros, aunque sí capital para que un modesto de la máxima categoría certifique el objetivo de la salvación. No en vano, la profesión de portero siempre entraña un alto riesgo. Es una figura controvertida que sale en los telediarios más por una sonora cantada que por una espectacular parada. Buena parte de culpa de que Guaita, amo y señor de la portería del Getafe, esté rindiendo a un nivel notable -es el sexto guardameta menos goleado de Primera con diez goles en nueve partidos- la tiene este vitoriano.
“El mejor reconocimiento es el de mis compañeros de cuerpo técnico y ver la progresión de mis porteros. Este era el primer pasito para tener continuidad en el futuro. Entrenar en Primera es el sueño de muchos entrenadores y por supuesto me gustaría gozar de continuidad en la categoría, seguir aprendiendo y progresando profesionalmente. Ante todo, nuestro esfuerzo está en conseguir el objetivo de asentar de nuevo al Getafe en la élite. Logrado eso, todo lo demás supongo que será más fácil”, enfatiza Barbero, admirador de Arconada.
Como no podía ser de otra manera, el vitoriano se deshace en elogios hacia la figura de Bordalás, el técnico ninguneado por Josean Querejeta para dirigir al Alavés en la máxima categoría pero que se ha ganado la admiración y el respeto eterno de todos los que rodean a la entidad de Mendizorroza. Si algo destaca Barbero de él es “la cultura del esfuerzo” que implanta en los clubes por donde pasa o su exigencia. “He sido alavesista desde niño y he visto cómo la grada reconocía el esfuerzo y la implicación de los jugadores. Mendi se identifica y reconoce a aquellos que lo dan todo por sus colores. Para José, ese sentimiento de pertenencia es innegociable. Contagia carácter competitivo y ganador al jugador a través del trabajo. Tiene un grandísimo cariño a Vitoria, está fascinado por la ciudad y por su gente. Raro es el día que no hablamos de Gasteiz en algún sentido y todo son parabienes”, recalca.
Sin querer entrar demasiado en las razones de la precaria situación clasificatoria de su exequipo -”han tenido muchos cambios en la plantilla y quizá les está costando encontrar la línea de juega acertada, pero siempre querré lo mejor para el club como alavés y alavesista”, alega-, Barbero descarta de lleno que el cuadro babazorro y el Getafe vayan a tirar la Copa ante sus obligaciones a nivel doméstico. “Somos dos equipos de la misma categoría... Sinceramente veo una eliminatoria igualada. Para clubes como los nuestros, es un torneo donde albergamos más opciones de llegar hasta la final al no ser formato de liguilla”, concluye.