Vitoria - Solo ha transcurrido una semana desde que el Deportivo Alavés disputase su último partido, pero parece que ha pasado un mundo desde la derrota contra el Barcelona que puso punto final al periplo de mayor exigencia competitiva de toda la temporada. Dicho varapalo supuso la vuelta a la casilla de salida tras superar una montaña rusa emocional con la clasificación para la final de la Copa del Rey como punto álgido. Para ese histórico encuentro todavía quedan más de tres meses de espera por delante, así que la obligación del cuadro albiazul es centrarse exclusivamente en la competición liguera -aunque justo es decir que el torneo del K. O. no despistó para nada al equipo-, asegurar cuanto antes la permanencia y tratar de conseguir el mejor puesto posible en la clasificación al final de la temporada. Esta fase del curso en la que toca reafirmarse en el buen trabajo realizado hasta la fecha arranca con el viaje a A Coruña.

La última imagen en el recuerdo alavesista es la dura derrota sufrida ante el Barcelona y el objetivo no es otro que hacer de ese partido una anécdota dentro de una campaña en la que solo se han cometido un par de fallos graves. Las más de las veces, por no decir casi todas, este Glorioso se ha mostrado como un equipo serio, sólido, seguro y tremendamente competitivo. Y esa versión hay que recuperar esta tarde en la visita a Riazor, donde se presenta una nueva oportunidad de refrendar que el de Mauricio Pellegrino es uno de los equipos más peligrosos de la competición cuando le toca ejercer de visitante. La nueva prueba de fuego, un estadio como el coruñés donde su propietario se hace fuerte y corrige su mala trayectoria a domicilio.

Será la tercera vez que los dos Deportivos crucen sus armas en la presente campaña y los precedentes hablan bien a las claras de la igualdad reinante. Tres empates, ni más ni menos. Aunque cada uno con sus diferencias. En la ida liguera, el peso fue de los vitorianos ante un rival muy sólido defensivamente. En el primer duelo copero, la reacción coruñesa al final echó por tierra un 0-2 alavesista tras una primera parte plena de acierto. Y en el regreso del torneo del K. O., los gallegos a punto estuvieron de frustrar el camino que después el equipo de Pellegrino ha recorrido hasta la final. El resumen, dos equipos de similares características, que se basan en la fiabilidad defensiva y a los que marcar les suele costar bastante.

Cabe prever que, tras el necesario descanso que dio a varias de sus piezas más importantes ante el Barcelona, el preparador alavesista regrese al que ha elegido como su particular once de gala. Tras el esfuerzo realizado ante el Celta, el argentino, con buena lógica, optó por refrescar algunas piernas y tras el último encuentro del pasado sábado también concedió a la plantilla un par de días de descanso, los primeros consecutivos desde que comenzase un año frenético en la sucesión de partidos hasta la fecha.

El Alavés pretende sacar de nuevo ese martillo pilón que lleva siempre entre los enseres que le acompañan en sus desplazamientos. Ha dejado ya de llamar la atención que este equipo tenga un rendimiento en puntos muy superior cuando actúa como visitante que cuando ejerce de local. Sin la obligación de llevar el peso con el balón, su sistema de presión y salidas rápidas se ha mostrado tremendamente eficiente.

En esos parámetros habrá de moverse de nuevo el cuadro de Pellegrino en pos de seguir amasando puntos que le vayan acercando matemáticamente a ese objetivo de la salvación que ya se encuentra a la vista. Y, de paso, también para aspirar a concluir la temporada en la mejor posición posible, lo que redundará en más dinero en el reparto del pastel televisivo. Descansa la Copa, toca la Liga.