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1-0, minuto 64: Jairo. Pérdida de Galán en la salida del balón que aprovecha Montañés para poner un centro medido para el cabezazo de Jairo.

Amonestó a Tejera (minuto 32), Manu García (minuto 79).

Atrevido. El preparador albiazul planteó ayer una alineación titular de mayor vocación ofensiva y el equipo respondió sobre el césped con un gran dominio del esférico y muchas llegadas a zonas de peligro. El problema, de nuevo, fue la falta de pegada en las acciones determinantes, acierto que sí tuvo el Espanyol para evitar que el Alavés se le acabase subiendo a las barbas con algún tanto.

El Deportivo Alavés se despidió ayer de la Copa del Rey con la sensación de que podía haberle metido un susto en el cuerpo al Espanyol a poco que le hubiese acompañado un poco la fortuna en sus ofensivas. El gol de Stuani en el último minuto de la ida en Mendizorroza dejaba la clasificación bastante accesible para el cuadro periquito, pero el conjunto vitoriano apostó por morir matando. Y bien que intentó meter el miedo en el cuerpo a su oponente con un juego muy alegre, sin corsés y en el que el balón fue protagonista. Con Sergio Llamas comandando el juego desde el centro del campo, El Glorioso mostró variedad de recursos atacantes, pero se topó con su habitual falta de gol para quedarse sin opciones de dar la campanada.

Fue Laguardia el único que repitió titularidad con respecto al partido contra el Albacete y planteó Alberto un once de enorme calidad en el centro del campo con Tejera y Llamas y con la doble referencia ofensiva de Despotovic y Barreiro. Desde el primer minuto asumió el cuadro albiazul el control del balón, dominando la situación y generando las primeras acciones de peligro en las que le faltó fortuna al punta serbio para empalmar buenos disparos, sobre todo tras un sensacional contraataque llevado por Sangalli y en el que el pase de Llamas era definitivo.

Se mostró el Espanyol en exceso parsimonioso, confiado por la buena renta cosechada en la ida, pero cada pequeño error alavesista suponía una amenaza de castigo definitivo, sobre todo a través de la presencia de un Stuani que ya fue letal en Mendizorroza con esas dos dianas que dejaron la eliminatoria bastante encarrilada para los pericos.

Pese a esos sustos puntuales, el equipo de Alberto no se amilanó y siguió asumiendo riesgos con una defensa muy adelantada y de pocos efectivos -se quedaban tres en el fondo casi siempre- dadas las constantes incorporaciones al ataque de un Raúl García que disfrutó de vía libre por la banda izquierda al acumularse muchos mediocentros en el eje del campo. Sin lugar a dudas, la de ayer era la noche perfecta para jugársela a la ruleta rusa. Descerrajarse un disparo en la propia sien no iba a resultar excesivamente doloroso en comparación con el premio que había al otro lado. Un par de disparos lejanos de Barreiro que se fueron desviados y también un cabezazo del compostelano supusieron un incremento en la amenaza vitoriana, que no llegó a desaparecer un momento al tener claro que un gol cambiaba el panorama. Faltó ese tanto en la primera mitad, pero no por falta de insistencia.

En el arranque del segundo acto redobló el cuadro albiazul, ayer de nuevo vestido de color burdeos, su apuesta ofensiva y salió a volcarse sobre la portería defendida por Pau López. Juego combinativo por el centro, búsqueda de las bandas para poner centros, disparos desde fuera del área, acciones a balón parado... Variedad de registros ofensivos ante un Espanyol cada vez más encerrado y al que el temor le empezaba a recorrer el cuerpo.

Pero justo cuando el partido se acercaba al ecuador, el cuadro periquito evidenció la diferencia de calidad entre ambos contendientes. Una pérdida de Galán en la salida la aprovechó Montañés para poner un centro medido desde la izquierda a la cabeza de Jairo. Apenas llevaban cinco minutos sobre el césped estos dos jugadores, que se combinaron a la perfección para marcar el tanto que dejaba completamente allanado el pase al cuadro local.

Necesitaba el Alavés tres goles para clasificarse en poco más de veinte minutos y la misión era ya del todo imposible. Pero no le perdió el conjunto vitoriano la cara al partido pese al varapalo. Pundonor y casta hasta el final, ya que de nuevo desde el punto de vista del sacrificio y el compromiso nada se les puede achacar a los pupilos de Alberto. Concluyó en el Power8 Stadium la andadura copera de este equipo que se fue con la cabeza alta y maldiciendo su falta de acierto para haber podido poner en aprietos un poco más serios a su rival.

Regresó al equipo tras mucho tiempo ausente del mismo y ofreció un nivel sobresaliente, siendo atrevido con el balón y ofreciendo muy buenos pases peligrosos a sus compañeros.

El barcelonés regresaba a casa con ganas de reivindicarse y, de nuevo, se le vio excesivamente acelerado. Cometió varias faltas inútiles y estuvo mal en los servicios a balón parado.

Diferente estilo. El Alavés se había caracterizado por ser un equipo de fuerte presión y rápidas contras cuando había actuado como visitante, pero ayer optó por tener un control del balón mucho mayor y de avanzar metros a través de la posesión. Y demostró que de esta manera también puede crear peligro.

Calidad diferencial. El conjunto vitoriano disfrutó de unas cuantas buenas ocasiones en la primera hora de juego, pero no fue capaz de atinar con sus remates. Mientras, el Espanyol se mostró mucho más efectivo en una acción de calidad entre Montañés y Jairo que fue definitiva.