Hay equipos con una capacidad innata para aprovechar el Reglamento hasta el último de los límites y hay colegiados que no saben regirse con cordura a la hora de aplicar el mismo. Cuando en el mismo escenario aparecen estos dos actores, al tercero en cuestión, en este caso el Deportivo Alavés, le toca rezar o ser más listo. Lo primero no se conoce si se hizo, pero lo que es evidente es que los jugadores albiazules no actuaron de la manera más inteligente ante un rival de esos que es capaz de sacar de sus casillas al más calmado del mundo cuando se encuentra la la connivencia de un colegiado que opta por no dar a las tarjetas el uso que tienen.

Que el Alcorcón es un equipo muy duro lo sabe toda la Segunda División. Que es marrullero hasta límites insospechados lo descubrió ayer Mendizorroza. Desde aquella fatídica visita a Vitoria del Sevilla de Joaquín Caparrós, otro equipo capaz de exasperar a cualquiera, no se vivía una jornada así en el estadio del Paseo de Cervantes. Faltas constantes de extremada dureza, protestas imparables, pérdidas de tiempo encadenadas, provocaciones... La retahíla fue una constante y ni siquiera la expulsión de Djené hizo justicia al daño que se iba acumulando con el paso del tiempo. El andaluz Munuera Montero, de lo peor de la categoría, consideró que una expulsión era más que suficiente y a partir de ese momento decidió dejar barra libre en un claro gesto de negligencia que pudo acabar causando males mucho mayores por la agresividad del Alcorcón.

Y es que, todo lo que se había visto no era casi nada hasta que El Glorioso se puso por delante en el marcador. Con un jugador más sobre el césped, en el debe alavesista hay que situar su incapacidad para adormecer el partido y aplicarle la calma que se necesitaba. Aún en desventaja, el ritmo era dominio de un Alcorcón que se decidió a morir matando. A golpe, patada o codazo limpio. Lo que fuese preciso ante un colegiado que optó por hacer la vista gorda hasta que el partido, por su propia incompetencia, ya se le había ido por completo de las manos.

Verdés tuvo que ser expulsado por una dura falta a Despotovic que acabó con una agresión. Poco después, en una acción fortuita, el propio central mandaba a Rafa García al hospital con un cabezazo. Y en el medio del caos, el Alavés era incapaz de retener el balón y mantener la calma. Y así, en una acción a balón parado muy mal defendida llegó el empate que dio inicio al vodevil de los minutos finales.

Tras una nueva dura falta de Ángel, el salmantino tiró de la oreja a Sangalli, pero el colegiado solo vio que el donostiarra tocó la cara del defensa visitante. Empate a rojas, aunque en el cuadro visitante también se llevó una su segundo técnico. Ver para creer. Y, para acabar de rizar el rizo de la desesperación, un nuevo penalti errado en el descuento para sumar un punto que sabe a hiel y que deja enfado para mucho tiempo.

Fútbol base. Tras la renuncia del Club Deportivo Vitoria a prolongar el convenio con el Deportivo Alavés, otros clubes que ahora tienen un acuerdo con el club del Paseo de Cervantes se están planteando dar ese mismo paso hacia la ruptura.