Vitoria. El Deportivo Alavés llega al ecuador de la temporada con la clara sensación que ni de lejos ha ofrecido el rendimiento que se podía esperar cuando comenzó la misma. Más allá de puntos o situación clasificatoria, que también son pésimos, la imagen que ha transmitido este equipo en no pocas ocasiones es de esas que conducen al más absoluto de los pesimismos. En Segunda División no hay conjunto que encaje más goles que este Glorioso y tampoco habrá seguramente otro rival que conceda tantas facilidades a sus oponentes. Cada vez que el sol ha querido iluminar el destino, los nubarrones han regresado abruptamente para sumir al Alavés en una oscuridad que amenaza con ser duradera y que evidencia que mucho es lo que hay que mejorar en la segunda vuelta para no perder la plaza en el fútbol profesional que tanto trabajo costó recuperar. La calificación hasta la fecha no puede ser otra que el suspenso. Y, además, con mayúsculas.
Penúltimo en la clasificación, con solo 22 puntos y a cuatro de la salvación, el conjunto vitoriano ha firmado una primera vuelta desastrosa en la que ni siquiera el cambio en el banquillo ha servido para nada. Los actuales registros de Juan Carlos Mandiá mejoran en muy poco los de Natxo González y la sensación con la que se acaba la primera vuelta es que el equipo ha perdido la alegría que caracterizaba a su juego y que no ha tenido la contrapartida de mejorar un nivel defensivo espeluznante. La dificultad para sumar de tres en tres ha sido evidente, ya que junto al Girona el Alavés es el equipo que menos ha ganado con solo cinco triunfos. Así, el conjunto vitoriano ha visto cómo se le escapaban muchos puntos en los tramos finales de los partidos por culpa de inasumibles fallos defensivos o de concentración, tanto a nivel individual como colectivo. Y, ante eso, ni la sensacional pegada de la que ha disfrutado uno de los conjuntos con más pólvora de Segunda -el tercero tras Sporting y Recreativo- ha sido suficiente. Esa brillantez arriba es la que ha evitado que el hundimiento haya sido prácticamente definitivo, aunque en las últimas jornadas el camino hacia el gol no se encuentra con tanta facilidad.
La mejoría es una obligación ineludible. La buena noticia es que para descender hay que ser muy malo e incluso haciéndolo tan rematadamente mal como este equipo lo ha hecho en la primera vuelta las opciones de salvación no son ni mucho menos utópicas. Respetando esa cifra de 50 puntos que tampoco supone la seguridad absoluta, habría que sumar 28 en el segundo giro al calendario, una cantidad que no resulta para nada descabellada. Siempre y cuando, eso sí, que el rendimiento del colectivo suba varios enteros.
El ejercicio de introspección debe ser intenso. Y rápido. Que la configuración de la plantilla ha sido un auténtico desastre -ya se cerró excesivamente tarde y lastró el arranque del curso- es algo que ya no se le escapa a nadie. El fracaso de muchos de los jugadores llamados a marcar diferencias es evidente. Y las carencias en unas cuantas demarcaciones, lo mismo. Tiempo hay por delante para la reacción, pero se necesita renovar el armario a marchas forzadas para no seguir viendo pasar fechas en el calendario sin esa reacción que tampoco ha llegado de la mano de Mandiá.
Necesarias incorporaciones a un lado, este Alavés ha ofrecido un buen fútbol durante muchos minutos de varios partidos, pero le ha condenado su falta de eficacia. En varias ocasiones en las que ha sido claramente mejor no ha sido capaz de ganar, mientras que cuando su rendimiento ha decaído la derrota ha estado asegurada, con unas cuantas actuaciones que han rozado el bochorno. Y, lo que es peor, la pérdida de fiabilidad ha ido creciendo con el correr de los meses, ya que si al principio el equipo pareció sólido, ahora no lo es ni remotamente.
Hay que desterrar es esa apariencia de fragilidad que transmite un conjunto que da la sensación de que puede incurrir en un error de bulto en cualquier momento. Y eso es lo que no se puede permitir de cara a futuro. No son pocos los puntos que ya se han escapado por esos fallos inconcebibles y de no abandonar esa senda el actual suspenso también se trasladará a la calificación final.