Se ha cansado de repetir Natxo González que las categorías en el mundo del fútbol existen por algo y no ha tardado el Deportivo Alavés demasiado tiempo en recibir un golpe de realidad. En toda la pasada campaña no se vio el conjunto vitoriano en la inferioridad balompédica que le tocó sufrir en Montilivi durante los casi noventa minutos del partido que estrenaba su regreso, finalmente amargo, a Segunda División. El Girona exhibió un ritmo muy superior al de unos albiazules que pagaron cara una pretemporada excesivamente corta, como se pudo comprobar tanto en lo físico como en conceptos tácticos. Llegando tarde en muchas acciones y cometiendo despistes imperdonables en otras, el partido se convirtió para El Glorioso en un ejercicio de funambulismo sin red en el que se acabó trastabillando en una acción desafortunada. Un golpe de realidad que tiene que servir para aprender y que al mismo tiempo evidencia que hay trabajo por delante.
Sorprendió de inicio Natxo González con la presencia en banda izquierda de Juanma en detrimento de Serrano, mientras que finalmente Rubio fue el encargado de actuar en el lateral defensivo en ese carril. En el tanteo inicial se vio a un Alavés que intentaba hacer circular el balón, pero que veía penalizado cada error en el pase con los rápidos intentos de contragolpe de un Girona que apostó por un 4-3-3 con gran relevancia para las internadas por las bandas y en el que Richy, como pivote defensivo, se convirtió en una pieza muy importante en la zona ancha.
A partir del minuto 20 comenzaron los albiazules a sufrir de manera impenitente con la insistencia del Girona por las bandas, sobre todo en una diestra en la que Rubio, fuera de su posición natural, no se bastaba para contener a un siempre amenazante Felipe. Las jugadas a balón parado, ya fueran saques de esquina o faltas en las proximidades del área, se convirtieron en una peligrosa constante, ya que el conjunto catalán exhibió en esas acciones un libreto tan extenso como perfectamente ejecutado.
Hasta una decena de jugadas de estrategia ejecutó con sensación de peligro el equipo de Ricardo Rodríguez, que ha trabajado estas acciones a la perfección en la pretemporada. Por fortuna para los intereses vitorianos, erraron los rojiblancos en el remate definitivo, ya sea porque sus disparos se fueron desviados, porque rebotaron en algún jugador albiazul o porque la presencia de Goitia bajo palos evitó males mayores.
Richy, Timor y Migue disfrutaron de varias claras ocasiones, pero el equipo de Natxo González supo resistir el acoso y aún se permitió el lujo de sacudirse esa presión a la que se vio sometido durante veinte minutos para firmar un tramo final de primera parte en la que incluso Ion Vélez tuvo una clara oportunidad, a balón parado para no variar, en la que su cabezazo, solo tras gran servicio de Guzmán, se marchó demasiado desviado.
Pese a todos los avisos recibidos durante la primera parte, en la que se caminó durante mucho tiempo sobre el filo de la navaja, no fue capaz de espabilar el cuadro albiazul e, incluso, en la segunda mitad arrancó con un ritmo muy inferior al inicial, lo que aprovechó el Girona a la perfección para continuar con una labor de acoso que encontró el premio del derribo en otro disparo lejano, en esta ocasión de Felipe, que rebotó en Mora y esta vez cogió dirección hacia la portería para sorprender a Goitia.
Reaccionó el Alavés con el tortazo, pero lo hizo con timidez. Tanto que ni siquiera fue capaz de realizar un disparo entre los tres palos en todo el partido. El Girona cedió balón y metros, pero solo la entrada al final de un Emilio Sánchez que aportó algo de criterio a un juego ofensivo excesivamente pasivo generó algo de inquietud al conjunto local, que apenas tuvo problemas para conservar su renta en el marcador ante un Alavés que pagó sus errores defensivos.