Vitoria. Dice una de las máximas del fútbol -y por qué no reconocerlo también de la vida- que el tiempo devora a sus actores principales y que nadie, por muy brillante que sea su currículo, puede vivir de su pasado. Una buena manera de comprobarlo es echar la vista atrás y comparar los equipos actuales con sus versiones de hace no demasiado tiempo. Si aplicamos este método a la confrontación copera entre el Alavés y el Barcelona, el resultado no puede ser más elocuente.

Y es que desde la última vez que ambos combinados se encontraron sobre un terreno de juego, prácticamente no hay supervivientes. Pero no es que haya transcurrido una eternidad desde entonces. Ha sido algo menos de seis años -el cruce de los octavos de final de la Copa se disputó los días 10 y 16 de enero de 2007- lo que ha sido necesario para que tanto albiazules como azulgranas sean prácticamente irreconocibles.

En el caso del combinado del Paseo de Cervantes, de manera absoluta. Ni un solo integrante de la plantilla, el cuerpo técnico, la directiva e incluso casi el grupo de trabajadores no deportivos permanece al servicio de la entidad vitoriana. En algunos casos, para gran alivio de la misma. Porque, por aquel entonces, Dmitry Piterman todavía hacía de las suyas al frente del Glorioso.

Por lo que respecta al Barcelona, la situación no es demasiado diferente aunque en su caso sí que mantiene la esencia de lo que era poco más de un lustro atrás. De la actual plantilla culé, cinco jugadores ya se midieron al Glorioso en su anterior cita copera. Un número no demasiado elevado, pero lo cierto es que debe considerárseles la columna vertebral del mejor Barcelona de la historia.

Los supervivientes son nada menos que Víctor Valdés, Puyol, Xavi, Iniesta y Leo Messi. Cinco magníficos que representan todas las líneas del equipo y que con sus espectaculares trayectorias se han reservado un hueco de leyendas en la memoria colectiva del barcelonismo. Por lo que respecta al cuerpo técnico y la directiva, en cambio, el paisaje ha variado de forma sustancial.

De esta manera, mientras que era Frank Rijkaard quien se sentaba en el banquillo azulgrana la última oportunidad que ambos conjuntos se encontraron tanto en Liga -en el ejercicio 2005-06 en el que el Barça fue campeón- como en Copa -un año después, cuando comenzó el declive de la época del holandés-, en esta oportunidad es Tito Vilanova el jefe. El técnico ha recogido el testigo del idolatrado Pep Guardiola, del que fue fiel escudero durante las cuatro temporadas que éste ejerció de primer entrenador, y está abriendo su etapa con unos resultados más que notables tanto a nivel doméstico como en el panorama internacional.

Por lo que respecta al palco, será Sandro Rosell quien se siente a la vera de Avelino Fernández de Quincoces en el palco de Mendizorroza el próximo martes. La última vez que el Barcelona visitó el coliseo albiazul, era Joan Laporta quien ocupaba el sillón presidencial culé. Ambos accedieron juntos en 2003 al máximo órgano de poder del club pero tras distanciarse por múltiples diferencias Rosell abandonó la junta directiva dos años después para pasarse a la oposición y relevar a Laporta el 1 de julio de 2010.