Hay días en los que uno se levanta con el pie cambiado y queda la sensación de que todo lo que se hace o se intenta hacer acaba saliendo mal. Una de esas jornadas aciagas fue la que vivió ayer el Deportivo Alavés en su visita a Ipurua, escenario ya tradicional de varios desastres albiazules ante un rival que tiene a los vitorianos como la víctima preferida, a la que esperan siempre con el hacha perfectamente afilada. El equipo de Natxo González se había convertido en una máquina de amasar cifras espectaculares y de superar registros históricos, pero esa particular cuenta quedó hecha trizas ayer en tierras guipuzcoanas. Serio varapalo que concluye con la condición de invicto y la imbatibilidad que atesoraba este Glorioso y toque de atención de cara al futuro.
El Alavés había conseguido firmar su mejor arranque liguero en las últimas cinco décadas, pero la cifra de victorias consecutivas se ha detenido finalmente en esas cinco, a las que hay que añadir las dos conseguidas en la Copa que han permitido que el conjunto vitoriano alcance la tercera eliminatoria, la que da acceso de pasarla a disputar la siguiente ronda contra un equipo de Primera División de entre los siete que se encuentran disputando competiciones europeas, el gran objetivo ahora del club para conseguir unos ingresos económicos adicionales por taquilla y televisión.
Estas cinco victorias consecutivas igualan la mejor racha positiva del conjunto vitoriano durante su actual andadura en Segunda División B. Esas cifras datan de la etapa de Iñaki Ocenda en el banquillo vitoriano en la campaña de regreso a la categoría de bronce. Hasta la fecha, nadie ha conseguido superar en estos cuatro años al excomponente del cuerpo técnico albiazul, aunque oportunidades tendrá este equipo para lograrlo en el futuro más inmediato.
Además de perder su condición de invicto, el Alavés también se queda sin la condición de imbatido en Liga, virtud ya perdida en Copa. Hasta los 513 minutos -sin contar los añadidos en cada compromiso- se marcha la marca de un Miguel que ayer vivió una tarde aciaga en Eibar. Tras cinco partidos completos sin recibir un gol, el meta riojano solo pudo mantener su portería a cero durante 63 minutos más antes de encajar por partida doble en dos acciones en las que, además, fue el desgraciado protagonista al errar a la hora de atrapar el balón. Tampoco Iturrioz estuvo atinado y encajó el tercero.
Para rematar la faena, Miguel vio la tarjeta roja, también la primera que recibe el equipo en lo que va de temporada, que en el aspecto de las amonestaciones iba tranquila.