normalmente todos los equipos suelen cimentar en sus apariciones como locales sus buenas temporadas. Es la lógica que impera en todo deporte. Jugar en un campo conocido, al amparo de una afición animosa y con la obligación de llevar el peso de los partidos casi desde el principio ante oponentes que casi siempre ceden balón y metros son demasiadas ventajas como para desaprovecharlas, más aún cuando se es uno de los favoritos dentro de la competición. Pues bien, el Deportivo Alavés echa por tierra todas las teorías, ya que en la práctica, es decir sobre el césped, ha demostrado ya en repetidas ocasiones que sufre unos evidentes problemas para sacar adelante los partidos cuando actúa en Mendizorroza. No fue el empate de ayer contra el Sestao River el eslabón perdido. Ni mucho menos. Por desgracia, el tropiezo en forma de igualada se ha convertido en las últimas semanas en un mal constante para un cuadro albiazul incapaz de mandar como debería como local. Y es por ahí por donde se está desangrando el equipo dirigido por José Carlos Granero, que en nada ha parecido notar el cambio de entrenador en sus apariciones en el Paseo de Cervantes, donde sigue arrastrando los mismos males desde hace tiempo.

El cuadro alavesista sufre un colapso colectivo en sus últimas comparecencias en el estadio de Mendizorroza. Cierto es que en lo que va de temporada no ha perdido un partido como local, pero es realmente sangrante que el equipo vitoriano acumule cuatro empates consecutivos actuando como local. Más hierve el líquido vital cuando se comprueba, además, que dichas igualadas han llegado ante oponentes que ni en sueños pueden imaginarse peleando por las cotas que pretende alcanzar el Alavés, aunque mucho tienen que cambiar las cosas para que el equipo de Granero siga siendo considerado como aspirante a algo grande.

Tras las dos primeras, y sufridas, victorias de la temporada ante Real Sociedad y Eibar, dos equipos que se lo pusieron muy difícil al Alavés, la llegada de un calendario mucho más benigno hacía presagiar el despegue definitivo de los albiazules hacia los puestos de play off. Nada más lejos de la realidad, ya que los enfrentamientos contra varios de los equipos más flojos del grupo han supuesto una auténtica sangría de puntos.

Se mueve El Glorioso en unos registros como local completamente impropios de un aspirante al ascenso a Segunda División. Arandina, Zamora, Amorebieta y Sestao River han sido capaces de llevarse un punto de Mendizorroza en los últimos cuatro partidos disputados en Vitoria. Cuatro puntos de doce posibles que han dejado al conjunto vitoriano atascado en la zona media y lejos de sus aspiraciones.