Albacete. Toda la ilusión que el Deportivo Alavés había depositado en la Copa del Rey se fue al traste ayer en Albacete. Pudo cuajar el cuadro albiazul uno de los partidos más serios de la temporada, pero para concretar una victoria tendrían que haber desaparecido las áreas. Las dos. Dice la costumbre que este equipo encaja goles en casi todos sus compromisos y no fue menos en el Carlos Belmonte, donde un córner inventado por el árbitro y un fallo defensivo coral le bastaron al conjunto manchego para llevarse la eliminatoria ante el conjunto vitoriano más inofensivo que se recuerda. La Copa, y con ella el gran sueño de enfrentarse a un rival europeo que dejase en Mendizorroza unos suculentos ingresos económicos, queda rota.
Era imposible que las cosas empezaran peor de lo que lo hicieron. Con la inestimable colaboración de un colegiado que quiso inventarse un saque de esquina y la no menos preciosa ayuda de una defensa albiazul que aún no había abandonado la siesta, un oportunista como Calle no tuvo problemas para cazar un balón perdido el área alavesista, en la que los albaceteños camparon a su antojo, para adelantar al cuadro manchego cuando apenas se habían cumplido los cuatro primeros minutos de juego.
A partir de ese momento, el cuadro albiazul se encontró con un regalo que apenas había sido capaz de manejar hasta la fecha: el balón. El Albacete regaló esférico y metros para agazaparse en torno a Miguel mientras apretaba en el centro del campo y comprobaba de primera mano los problemas del conjunto vitoriano, agravados más aún sin el talento de Sendoa, Indiano, Casares o Geni, para generar ideas con la posesión en su dominio.
Las jugadas a balón parado se convirtieron en la principal fuente de peligro alavesista, ya que el cuadro manchego se dedicó a cortar cada intento de aproximación con faltas en zonas cercanas al centro del campo, amén de un par de saques de esquina ciertamente complicados para un Miguel que demostró no controlar demasiado bien los balones elevados. Así, desde el centro del campo golpeó Luisma el larguero en una envenenada falta con un bote sorprendente, mientras que Salcedo y el propio mediapunta cántabro a punto estuvieron de meter sendos goles olímpicos en dos corners ciertamente comprometidos.
Eso sí, aunque replegado, el Albacete se encargó de demostrar que no es dinamita lo que le falta. Con una velocidad endiablada en las combinaciones, los atacantes manchegos bien pudieron resolver la eliminatoria en el tramo final de la primera parte, pero primer el larguero, a disparo de Tete, y luego una genialidad de Rangel, a tiro de David Torres tras el mencionado rechace en el travesaño, evitaron que el partido quedase visto para sentencia previo paso por los vestuarios del Carlos Belmonte.
La reanudación trajo consigo los cambios que el equipo pedía a gritos para ser capaz de generar algo más de miedo en sus incursiones. Indiano, Sendoa y Geni ingresaron en el terreno de juego sucesivamente, utilizando de esta manera Luis de la Fuente a sus piezas más peligrosas en el segundo tramo del choque. Por desgracia, el conjunto albaceteño había sacado sabias conclusiones de los males que le habían afectado durante la primera parte y en vez de regalar el balón se dedicó a mantener la posesión, con lo que tampoco el Alavés pudo sacar partido a las constantes faltas que recibió antes del descanso.
El paso de los minutos no hizo sino incrementar el sentimiento de impotencia de un equipo incapaz de sacar rendimiento alguno a sus llegadas por las bandas y que, para colmo de males, se vio castigado por la expulsión de Luis Prieto. Sin apenas disparar a puerta en todo el partido, la eliminatoria quedaba finiquitada. Adiós a la opción de engordar las arcas con la visita de un equipo europeo y nuevas paladas de tierra sobre el futuro de Luis de la Fuente.