REZA uno de los muchos tópicos que inundan el mundo del fútbol que cuando un delantero está en racha mete goles hasta con el culo y que, por el contrario, cuando la fortuna se empeña en dar la espalda ni una portería del tamaño del arco iris resulta suficiente para romper la sequía. Pues bien, Óscar Martínez se encargó ayer de llevar la teoría a la práctica y, continuando con la particular resurrección iniciada una semana antes en Mieres, firmó un fantástico doblete en cuarenta y cinco minutos rubricando su fantástica actuación empujando el balón al fondo de la red con la parte baja de la espalda.
Todo vale en cualquier caso cuando se traduce en un beneficio para el equipo. Algo más que evidente en la jornada de ayer puesto que los dos goles del ariete gallego permitieron al Glorioso reencontrarse con la victoria en su feudo de Mendizorroza, deshacerse de un adversario que acumulaba once jornadas invicto y mantenerse firme al frente de la clasificación. Poco más se puede pedir pero es que, además, en el caso de Óscar Martínez, todos estos logros cuentan con el valor añadido de llegar tras una larga y dura travesía por el desierto.
No ha resultado ni mucho menos sencillo el camino del delantero albiazul desde que llegó a Vitoria. Tras una primera temporada en la que no respondió a las expectivas generadas -se pasó buena parte de la misma lesionado y únicamente fue capaz de hacer un gol- y en la que a su escaso rendimiento personal se unió también la decepción colectiva, fue declarado transferible por el club y se le invitó a buscarse una salida pese a contar con un año más de contrato. De esta manera, el pasado verano se convirtió en uno de los integrantes del grupo de marginados que no contaban para Miguel Ángel Álvarez Tomé. Sin embargo, en ningún momento se resignó y continuó trabajando al máximo de sus posibilidades para tratar de revertir la situación.
Un esfuerzo que recibió su recompensa cuando, pocos días antes del inicio de la competición, fue indultado y se le asignó una de las fichas disponibles. Una circunstancia que ni mucho menos se tradujo en una presencia habitual en las alineaciones del técnico leonés. Las notables prestaciones ofrecidas por Geni y Jito en la vanguardia albiazul le relegaron a un papel residual y, de hecho, hasta el encuentro de ayer, era el quinto jugador de la primera plantilla menos utilizado con 223 minutos de Liga disputados.
Pese a ello, en ningún momento levantó la voz y continuó esperando su oportunidad. Hace siete días en Mieres, con el equipo atascado en su búsqueda de la remontada ante el Caudal, Tomé miró al banquillo y decidió recurrir a Óscar Martínez. Era el minuto 74 y el gallego comenzó a atisbar la luz al final del túnel. Tenía poco tiempo por delante pero no desaprovechó ni un segundo. Así, redondeó su buena actuación con un gol en el minuto 87 que se tradujo en la consecución de los tres puntos.
Casi 500 días Así puso fin a una sequía ante la portería rival de 493 días y, lo que es más importante, edificó los cimientos de su renacimiento. Una obra con la que continuó ayer en Mendizorroza. Los cuarenta y cinco minutos de juego que le concedió el preparador alavesista tras sustituir a Joaquín Calderón en el descanso suponían una oportunidad única para reivindicarse y el delantero gallego la aprovechó a conciencia.
Y es que al margen de mostrarse más que acertado ante la portería rival y firmar un valioso doblete -el primero empujando sobre la misma línea un remate de cabeza de Geni y el segundo aprovechándose de un error del defensa-, rubricó una actuación completísima que puso en jaque a la defensa rojilla. Una circunstancia que no pasó desapercibida para Tomé y que puede abrirle puertas en el futuro. "Ha hecho un partido extraordinario. Está en un momento muy bueno y nos va a ser de mucha ayuda", reconoció el técnico. Óscar Martínez ha vuelto.