Vitoria. Precisaba el Deportivo Alavés un bálsamo y tres puntos de sutura para la herida, más emocional que física, que se había abierto en canal tras su temprana eliminación copera. El hecho de verse eliminado sin apenas proponer nada ante un Logroñés que necesitó poco para ser mejor que el conjunto vitoriano había sembrado la desazón en el seno de un club demasiado acostumbrado a los lamentos. Con nubarrones se presentaba el amanecer de la temporada y la ajustada victoria contra el Caudal sirve para comenzar a desperezarse sin innecesarios sobresaltos. Un, por momentos, buen Glorioso se bastó con un solitario gol de Geni para hacerse con ese necesario triunfo con el que se abre el curso cumpliendo la exigencia que tiene un club obligado, de nuevo, a ser un referente. Tras la debacle en el centro del campo en el partido contra el Logroñés, Álvarez Tomé aportó por una variación en el guión, un 4-3-3 en el que dio entrada en la zona de creación a tres de sus futbolistas más dotados para manejarse con el balón en los pies. Ibon Gutiérrez, Salcedo e Indiano marcaron el ritmo de un equipo que alcanzó con facilidad los metros finales sin necesidad de pisar el acelerador, sobre todo un Óscar Rico que se encontró en su banda, la izquierda, una auténtica autopista sin ningún tipo de peaje para servir constantes centros al área que no acababan materializándose en goles. Pero entre este dominio de un Alavés que se manejaba al paso, el Caudal, demasiado condescendiente dejando al conjunto albiazul manejarse con soltura con el balón, también encontró sus oportunidades. Y es que, la defensa vitoriana sigue zozobrando con cada soplido, por mínimo que sea, y Peláez disfrutó de varias buenas ocasiones que no supo definir. Tras obviar el colegiado un claro penalti sobre Geni, fue el propio punta asturiano el que se encargó de ajusticiar a sus paisanos culminando con éxito una de las constantes acometidas alavesistas por el flanco izquierdo. Jugada colectiva bordada para que Rico, una vez más, llegase hasta la línea de fondo y asistiese magistralmente para que el nueve albiazul estrenase el marcador con una bonita volea en el minuto 39 del partido. toma y daca constante No le dio el gol al Alavés la tranquilidad que venía precisando y aún en la recta final de la primera parte sufrió dos sustos de calibre con una parada in extremis de Montero y un barullo en su área en el que el larguero ejerció de salvador para no alcanzar el túnel de vestuarios con una música de viento que por momentos llegó a intuirse en una grada que acumula mucha carga a sus espaldas. Dio el descanso paso a una segunda parte mucho más abierta, de juego desmadejado y aproximaciones menos elaboradas aunque ciertamente peligrosas. El Alavés intentando buscar una sentencia que no llegaba y el Caudal, agazapado aún, tratando de encontrar la grieta para dinamitar la portería vitoriana. Como ni unos ni otros conseguían su objetivo, Tomé optó por replegar velas con la entrada en el campo de Josete en sustitución de Geni para intentar retomar el control en el centro del campo y tapar todas las posibles vías de agua, aunque, en este sentido, a quien no le faltó trabajo fue a un Montero que tuvo que meter más de un guante salvador. Se acabó en esos minutos finales el poco fútbol de un Alavés que se dedicó ya a intentar controlar el balón y no permitirse más sustos en un tramo final en el que el Caudal ya no fue capaz de volver a crear ocasiones ante un conjunto vitoriano mucho más cerrado. Tres puntos de oro que permiten que las aguas albiazules no se salgan de su cauce de manera prematura. Una victoria que, sin dejar un excelente sabor de boca, sirve para abrir la temporada como se le exigía a un equipo que también mostró, por momentos, unos buenos cimientos sobre los que asentar un futuro y glorioso crecimiento.
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