VITORIA. "Ni siquiera se puede afirmar que San Prudencio pasara por Armentia". Así de tajante relata Blanca María Álvarez la relación del santo con la basílica de la localidad alavesa. Álvarez es la experta de Guías Artea que cada día acompaña a los turistas que se acercan a Vitoria hasta la Basílica de Armentia. "No está claro que estuviese en el pueblo ni de visita", relata la guía.
Y es que la historia está llena de recovecos provocados por la casualidad. Por el ejemplo, el apodo de el santo meón o el santo llorón no es tanto culpa de las lluvias del mes de abril, como de los agricultores del pueblo. "Cuando se acercaba la romería a San Prudencio, los jornaleros colocaban un pellejo de aceite junto a la estatua del santo para que lloviese y así la gente no se sentara en sus cultivos", explica.
La historia de Armentia se podría remontar a la época de los romanos. De hecho, se cree que bajo ella podría estar situada la primera catedral vasca, aunque los arqueólogos no han encontrado ningún resto que lo corrobore. "Solo se ha localizado un sacrario en el que se podrían oficiar los enterramientos y que se consideraba sagrado e inviolable", describe Álvarez.
De hecho la línea de investigación presentada por el catedrático de Arqueología Agustín Azkarate y su compañero Ander de la Fuente revela la existencia de "un gran foso que, en lo que se conserva de su sección, posee unas dimensiones de 3,45 metros de ancho y 1,5 metros de profundidad".
Aunque con algunas reservas, se conoce que Armentia fue sede del Obispado de Álava entre los siglos IX y XI y que, a partir de 1087, se convirtió en Colegiata, un honor que conservaría hasta 1496 cuando se trasladó a la catedral de Santa María.
TRES ETAPAS De cualquier modo, la construcción del edificio románico no se produjo hasta finales del siglo XII. De hecho, la actual basílica se habría construido entre los años 1146 y 1190, y en su estructura se pueden distinguir tres grandes épocas: el ábside (mitad del siglo XII), el crucero (alrededor de 1170) y los relieves del pórtico (1200). "Armentia ha sido bastante modificada y ha perdido lo que era su forma original", explica Álvarez, quien pone como ejemplo "que se cerrara el crucero de uno de los brazos para convertirlo en una sacristía".
Pero a la guía le parece aún más llamativo la vistosidad de las diferentes piedras que se han utilizado en cada momento. "Se nota que es desigual la original de sillería, respecto de las remodelaciones, que son de mampostería", explica. Algo que a los turistas que le acompañan parece no importarles demasiado, ya que se quedan "alucinados". "Les encantan la zona verde que rodea la basílica, las sidrerías y el colapso de gente cuando se acerca San Prudencio. Además están emocionadas por la importancia de la propia basílica", agrega la guía, para quien Armentia es una de las dos basílicas más importantes de la provincia.
La otra, la de Estibaliz. "Son muy importantes ambas porque en la capital no tenemos nada de románico y además la de Estibaliz tiene el valor añadido de que apenas ha registrado modificaciones", explica.
La actual iglesia de Estibaliz data también del siglo XIII y tiene uso monástico desde 1923. "Actualmente residen allí 12 monjes benedictinos que cuidan de su huerta, oran y se encargan como pueden del monasterio", explica Álvarez sobre esta iglesia declarada monumento nacional en 1931. Además, la guía destaca "la maravilla que es poder contar con la iglesia restaurada y con la imagen de Nuesta Señora de Estibaliz en perfecto estado", aunque admite que al estar más lejos que Armentia, a ocho kilómetros de la capital, "puede estar un poco más abandonada; aunque ahora con la cantidad de bodas que se hacen ahí, se acerca mucha más gente".
Este artículo fue publicado el 27 de abril de 2006.