Vitivinicultor en Elciego, el profesional pone de relieve la “inquietud” del sector ante el nuevo proceso electoral de la DOCa Rioja, tras el que aspira a repetir como voz del sindicato y que Rioja Alavesa tenga una mayor representación.
¿Por qué es tan importante para Rioja Alavesa incrementar su peso en el Consejo Regulador?
Es importantísimo porque en un 20% de superficie vitícola están asentadas prácticamente el 50% de las bodegas de la Denominación de Origen (DOCa). Las de Rioja Alavesa son bodegas de tipología familiar, que prácticamente están elaborando la producción propia o comprando muy poquita uva fuera y comercializando los volúmenes de la producción cercana. Y claro, es un tipo de bodega muy diferente a la que está emplazada tanto en Rioja Alta como en la Rioja Oriental. Grandes bodegas que funcionan muy bien, pero más dedicadas a la industria.
¿En qué ha resultado más negativo para la comarca la infrarrepresentación de los años recientes?
Las bodegas de gran volumen de comercialización tienen ahora un peso importantísimo y el objetivo de la Denominación es totalmente diferente al que podemos tener las pequeñas bodegas y los agricultores, que al final lo que estamos buscando es, a través de una forma de vida y con una dedicación al cultivo, tener un rendimiento suficiente para tener una calidad de vida digna.
De todas las decisiones que se han tomado, ¿cuáles han sido las más perjudiciales para la región?
Sin lugar a dudas, el incremento exagerado que ha habido de la masa vegetal. Hay que tener en cuenta que desde el año 1985, cuando la Denominación contaba con 45.000 hectáreas, hemos pasado a 70.000. Ha sido un incremento que, indudablemente, a la bodega grande que se dedica a la comercialización en grandes superficies y a volúmenes exagerados de comercialización le viene muy bien, porque ahora mismo está eligiendo la materia prima y el precio.
Controla el mercado, ¿no?
Eso es. Y si no hay un margen económico de rendimiento por botella, las explotaciones no son viables. Y claro, si al final tú estás intentando diferenciar las zonas, incluso los municipios, algo por lo que se ha ido luchando tanto en Rioja Alavesa, por los viñedos singulares, todo eso tiene un sobrecosto muy importante. Si no somos capaces de repercutir esto en un reconocimiento de etiquetado y de valor de producto, indudablemente, poco futuro tenemos.
De ahí la necesidad que defienden de tener más voz en el Consejo.
Claro. La idea es que, en la parte del sector productor que es lo que nos toca a nosotros, recuperemos ese 20% de peso que tiene Rioja Alavesa en cuanto a los votos para intentar que los acuerdos no solo se tomen entre tres organizaciones, una de ellas cooperativa, que tiene un objetivo muy marcado porque depende de las grandes bodegas que le compran las producciones. Entonces, indudablemente, va a acompañar a las grandes bodegas en la toma de decisiones. Aparte, el tipo de agricultores que se dedican exclusivamente a vender la uva en las grandes bodegas también tienen otra forma de trabajar. Claro que les gustaría que les pagaran más, pero si generas un escenario donde la bodega está muy cómoda, eligiendo la materia prima y eligiendo también el precio, pues, indudablemente, no se va a regalar dinero, porque sí.
¿Cómo está marchando el proceso de acreditación?
Estamos viendo que hay más inquietud. Es verdad que la situación que tenemos es más complicada que hace cuatro años y creo que la gente sí está respondiendo un poco a la llamada, o por lo menos esa es mi percepción. La gente te llama y se está moviendo, se está preocupando más.
Dice que la situación es más complicada que hace cuatro años, pero ¿que cree que es lo más preocupante para Rioja Alavesa?
Llevamos ya tres años con una producción reducida al 90%, con unos precios lindando el coste de producción, si no por debajo, y con un rendimiento económico por hectárea bastante por debajo de lo deseable. Una cosa es que con el precio ya estés por debajo del coste de producción, pero al mermarse además en un 10% el rendimiento por hectárea la rentabilidad de las explotaciones se complica mucho. A esto hay que sumar que el año pasado prácticamente el 10% de la Denominación se acogió a la vendimia en verde, por lo que estamos hablando ya de un 20% de merma en la producción. A toda esa retirada de producto hay que sumar la parte que mermó el hielo, que aunque no fue una helada considerable también retiró producción. Es un sumatorio al goteo que tenemos ahora mismo de cosas en contra.
Y mientras tanto, siguen cerrando muchas bodegas.
Claro, claro. Si no entra dinero para vivir, pues al final hay que trincar y dedicarse a otra cosa.
¿Cómo respira la comarca frente a la amenaza de nuevos aranceles por parte de Estados Unidos?
A las bodegas pequeñas en principio no nos preocupa mucho porque no trabajamos con exportaciones a Estados Unidos. Es algo que sí que es importante, sobre todo para las bodegas grandes, que les puede mermar la venta en Estados Unidos. Pero no lo vemos como la mayor amenaza de todas las que tenemos en la zona.
¿Y cuál es la mayor amenaza?
La mayor amenaza sigue siendo la falta de economía general, porque al final el vino no es como una leche, o unos huevos, no es un producto de primera necesidad. Y si no hay una economía solvente, la gente prescinde de alguna manera de esos productos de segunda necesidad. Habría que recuperar un poco la economía general para que el tema del vino vuelva a estar ahí. Y luego, creo que hay que hacer también un poco de llamamiento a la hostelería, porque al final todos vemos cómo están los precios de los vinos y lo que nos cuesta después el consumo en la hostelería. Hay que cuidar un poquito el medio de vida de nuestras zonas.