Docentes alaveses piden una escuela “que garantice el derecho a la educación”
Miren Rodrigo y Gorka Etxebarria, profesores en Lakua y Koldo Mitxelena, integran el grupo HezkuntzArtea, que dio sus primeros pasos tras el pasado verano y ahora busca más adhesiones
Un grupo de docentes vascos han unido fuerzas para demandar una escuela “que garantice el derecho a la educación”, en respuesta a un “cúmulo de decisiones” que a lo largo de los años recientes no han hecho sino “empeorar” la situación en las aulas del territorio.
Gorka Etxebarria y Miren Rodrigo, profesores en los centros públicos de secundaria (IES) Koldo Mitxelena y Lakua de Gasteiz, respectivamente, son dos de ellos, y han aceptado la invitación de NOTICIAS DE ÁLAVA para dar cuenta de sus principales reivindicaciones.
"Preocupaciones comunes"
Esta dinámica arrancó el pasado verano, cuando a raíz de la presentación del libro Escuela o barbarie a cargo de Carlos Fernández Liria, profesor de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, profesionales de la educación pública con “preocupaciones comunes” comenzaron a reunirse en la localidad vizcaína de Artea para tratar, dentro de sus posibilidades, de cambiar las cosas.
El colectivo pronto fue bautizado como HezkuntzArtea, redactó un manifiesto allá por diciembre y realizó su primera presentación en sociedad el 15 de febrero en Bilbao, que fue la antesala de una última reunión abierta celebrada el pasado 29 de marzo en Eibar, tras la que dio inicio a una campaña de adhesiones. A este último encuentro asistió cerca de medio centenar de personas.
La dinámica arrancó el pasado verano, pero tuvo su último impulso el pasado 29 de marzo en una reunión abierta celebrada en Eibar
En esa suerte de documento fundacional, HezkuntzArtea reclama en primer lugar una utilización “responsable” de las Tecnologías de la Información y la Comunicación en las aulas, lo que supondría “frenar” los planes e inversiones que promueven un uso “constante” de las TIC, tomar las medidas “necesarias” para “dejar de depender” de las grandes empresas internacionales y considerar igualmente las recientes investigaciones que “recomiendan limitar al máximo el uso de las pantallas”.
El grupo pide también “claustros democráticos”, que mantengan una “autonomía” respecto a las decisiones que atañen a la escuela y sean espacios “para aportar y debatir”, no “un lugar donde acatar decisiones de forma vertical”.
Según ahonda la propia Rodrigo, estos foros se han convertido de un tiempo a esta parte en espacios para “una mera transmisión de la información en la que al profesorado no le dejan opinar demasiado”.
La “confianza” en los docentes es otra de las grandes reivindicaciones de HezkuntzArtea, en el sentido de que “se tengan en cuenta los conocimientos prácticos y teóricos adquiridos” por el profesorado tras años de estudio y experiencia.
“Deberíamos tener voz, por lo menos voz, a la hora de decidir cómo se reparten los recursos disponibles o qué tipo de metodologías utilizar”, subraya en este punto Etxebarria.
Innovación “contrastada”
En última instancia, el colectivo aboga por que la innovación educativa sea “contrastada”, pues entiende que en los años recientes se han implementado en los colegios prácticas que no lo estaban lo suficiente.
“Es necesario analizar los resultados que cada cambio metodológico producen el proceso de aprendizaje antes de que dichos cambios sean implementados de forma generalizada”, resume el manifiesto. Los bandazos, según recuerdan Etxebarria y Rodrigo, han sido recurrentes en este ámbito.
HezkuntzArtea demanda un uso “responsable” de las TIC, claustros “democráticos”, confianza en el profesorado e “innovación contrastada”
Con los datos oficiales como base y referencia, la profesora alerta de que tanto el nivel de comprensión lectora como el de expresión escrita del alumnado vasco se han reducido con el paso del tiempo, y que los conceptos fundamentales “no están interiorizados como hace unos años” en el caso concreto de las matemáticas.
Con todas estas preocupaciones sobre la mesa, Etxebarria confía en que las reivindicaciones del colectivo lleguen a un número creciente de centros educativos y, a partir de ahí, “se genere un debate” que haga que los cambios que puedan implementarse en el futuro sean, cuando menos, “consensuados” con el profesorado.
“Está muy extendido el hastío y muy generalizada la carga de trabajo que tenemos por tener que resolver cuestiones burocráticas en lugar de preparar e impartir unas clases interesantes”, sintetiza Rodrigo.