Según las cifras rescatadas del último mapa forestal de Euskadi (2024), seguimos viendo que Álava tiene la mayor superficie forestal y agraria ¿cómo valora eso? 

–Álava sigue siendo la reserva de las frondosas en los tres territorios, pues es la que más bosques naturales tiene. Pero lo que no dice ese catálogo es que son cifras muy globales, muy brutas. Tenemos que plantearnos que aunque sigue siendo esa gran reserva forestal de bosques naturales, no deja de tener problemas.

¿Cómo cuáles? 

–Tenemos bosques que aunque sean de frondosas, no tienen la heterogeneidad que deberían de tener. Son muy homogéneos. Vas por el parque de Izki y te encuentras parcelas que tienen todos los robledales iguales, de la misma talla, de la misma edad... Los bosques no tienen que ser así, tiene que haber de todo, árboles jóvenes, viejos, caídos... Y también mezcla de arbolado. Eso es un poco lo que sigue faltando en Álava. 

¿En concreto? 

–Lo que está pasando con el pino silvestre. Con el cambio climático  hemos visto que muchos estaban viéndose afectados por la sequía. Lo mismo con las encinas carrascas en la zona de Badaia, que en verano estaban con las hojas naranjas cuando tienen que estar verdes todo el año. Tenemos que estar muy atentos a estas circunstancias, analizándolas, porque el mapa forestal no lo recoge. 

¿Dónde hay que poner el foco entonces?

–Creo que tenemos que seguir adaptando los bosques intentando que sean lo más naturales posibles. No estamos hablando de que sean solo bosques de hayas, de robles o de encinas sino que también tengan matorrales, pastizales y, como he mencionado, arbolado de distintas edades. 

Me habla también de la importancia de disponer de árboles veteranos.

–Sí, los árboles viejos son fundamentales para nuestro sistema, porque son verdaderos hoteles. No hay muchos que sean muy antiguos, porque hasta hace no mucho los bosques utilizaban para el uso comercial, con la madera.

¿Qué más puede reseñar el informe?

–Lo más llamativo es que la superficie forestal de eucalipto sigue aumentando de forma importante, en 101%. Nos habían dicho que no nos preocupáramos, que en Euskadi no iba a seguir creciendo, pero lo está haciendo de forma muy preocupante. El eucalipto es una plantación forestal, no es un bosque, y le sigue quitando superficie a otros bosques. Ese es el principal problema que vemos. Los pinares de pino insigne (pino radiata) que tenemos por ejemplo en el Valle de Ayala no son bosques, por mucho que nos quieran vender como tal. Son superficies forestales.

Sobre el cambio climático, ¿hay plantaciones que están sufriendo más que otras estas alteraciones?

–Hace unos años en la zona de Valdegovía y Valderejo se vio muy afectada toda la masa forestal de pino silvestre. L Diputación alavesa no hablaba tanto de enfermedades o de problemas sanitarios, sino de problemas de estrés hídrico, es decir, que les faltaba agua. También se vio en la zona de Arrato con las encinas. Un bosque que, en principio, tiene que aguantar bastante bien ese estrés, y, sin embargo también se vio afectada, presentando un color marrón en vez de verde. Creo que tenemos que hacer un seguimiento de lo que está pasando. Evidentemente los bosques son uno de los principales indicadores de cómo va a ir cambiando ese cambio climático. Habrá especies que se adapten mejor y otras que peor.