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Fundación Laboral San Prudencio - PsicoLan
Programa “Tu Salud-Zure Osasuna”
C/ Dato, 43
01005, Vitoria-Gasteiz
Tel: 945 222 900
La Navidad es, para muchas personas, un momento de celebración y reencuentros. Sin embargo, la presión por cumplir expectativas, la nostalgia por quienes ya no están, la soledad y las relaciones familiares tensas pueden convertir esta época en una fuente de estrés o tristeza. La buena noticia es que con algunas pautas puedes reducir su impacto y disfrutar de unas fiestas más llevaderas.
Cuando falta alguien importante, es normal que vuelva la tristeza o la nostalgia, sobre todo, si asociabas la navidad con esa persona.
Date el permiso de sentir esas emociones. No hay ninguna obligación a estar feliz todo el tiempo. Eso es una expectativa irreal que solo sucede en las películas o en las redes sociales.
Lo que sí puedes hacer es convertir ese dolor por la pérdida en un homenaje. Haz pequeños gestos: encender una vela en su memoria, preparar su plato favorito o compartir historias de esa persona con los demás. Celebra su vida, sus historias, sus chistes… Estos gestos te permiten que su recuerdo siga formando parte de la navidad, pero, en lugar de herir, reconfortan. Y hasta podrían sacarte una sonrisa.
La convivencia puede ser una fuente de estrés inagotable. Una buena estrategia es anticiparte y preparar cómo responderás a posibles conflictos. Decir frases como «no estoy de acuerdo, pero prefiero disfrutar de la noche» puede ser suficiente para desactivar una discusión sin generar más tensión. También se puede acordar de antemano no sacar temas que puedan dar lugar a discusiones.
No tienes que estar las conversaciones todo el tiempo. Si necesitas un descanso, busca un momento para salir a tomar aire o cambiar de actividad. A veces, algo tan sencillo como pasar un rato jugando con los niños o ayudando en la cocina puede ser un refugio ante el ambiente tenso.
Si las reuniones te resultan especialmente incómodas, puedes reducir el tiempo que pasas en ellas. Establecer límites claros, como asistir solo durante la cena o explicar que no podrás quedarte mucho tiempo, es válido. Prioriza tu tranquilidad emocional.
Comprar regalos, planificar los menús, decorar la casa, organizar actividades, etc… Es un papel que, a menudo, recae en la mujer. Pero, admitámoslo, es demasiado, incluso si te encanta la navidad.
¿La solución? Delega. Haz que familiares y amigos participen en la organización, así podréis disfrutar más del proceso…
Pero valora si es necesario seguir todas las tradiciones. Simplificar puede ser un gran alivio. Prioriza las actividades que tengan más sentido para ti y tu familia.
Si pasas la Navidad por tu cuenta, aprovecha para hacer lo que más te guste. Olvida las ideas preconcebidas de la tele o redes sociales. Móntate una maratón de tu serie favorita, visita una ciudad, ve al cine, o prepara tu plato favorito. Otra opción es participar en actividades comunitarias como voluntario.
Tampoco tengas miedo a buscar compañía. A menudo, un mensaje o una llamada a una amistad puede abrir la puerta a tomar algo o pasar tiempo juntos, aunque sea de manera virtual.
Reserva tiempo para ti, para descansar, hacer algo que realmente disfrutes. Las pausas no solo son necesarias, sino que también ayudan a que afrontes las actividades con más energía.
A veces, basta con regalarte un rato para leer, caminar o desconectar.
En ocasiones, la Navidad puede ser especialmente difícil, y ningún consejo parece aliviar la carga emocional. Si notas que la tristeza o la ansiedad se vuelven incontrolables, no dudes en buscar ayuda. Hablar con un terapeuta o con alguien de confianza puede marcar la diferencia. Los profesionales de la salud mental están capacitados para ofrecerte herramientas específicas para manejar tus emociones y mejorar tu bienestar.
Recuerda que pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de valentía. Reconocer que necesitas apoyo es el primer paso para sentirte mejor.
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