Resultados comprobados. Desde que el manual de buenas prácticas se puso en marcha, se han producido mejoras en esas intervenciones y se ha constatado la importancia de que las mismas cuenten con dos profesionales: psicóloga y trabajadora social.
Innovar en la atención de la violencia de género
Recrearon un juicio para entender a qué se enfrentan las víctimas
Tenían claro que siempre hay margen de mejora, incluso en temas tan espinosos como el de las víctimas de violencia de género. Pero, precisamente por eso, por lo delicada que es la situación por la que atraviesan las mujeres que sufren esta lacra en Vitoria y sus txikis y el laberinto burocrático al que se enfrentan, el Departamento de Políticas Sociales del Ayuntamiento decidió dar un paso al frente para mejorar este servicio municipal que en la actualidad atiende a 539 víctimas y a 695 menores.
Constituyó, para ello, su propio Proceso de Mejora, dedicando profesionales propios, y la innovación que han logrado, con resultados medidos, ha sido tal que ha sido reconocida con dos premios.
El último, el de la FEMP (Federación Española de Municipios y Provincias) otorgado este mismo mes de diciembre por “su eficacia, su carácter innovador y las posibilidades de ser tomada como ejemplo”. Se sumaba así al que recibió el pasado mes de junio cuando la Diputación Foral concedió el BeBai 2023 por su labor en esta materia.
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Tres fases
Detrás de este esfuerzo, están, entre otras personas, Zuriñe Fernández y Cristina Rodríguez, psicóloga y trabajadora social en el Proceso de Mejora de Atención a la Violencia Machista, que es así como se llama este equipo.
“Esto surge de esas sesiones de supervisión que tenemos con los equipos, cuando se detectó que las mujeres víctimas de violencia de género que tienen hijos menores de edad, en ocasiones, al intentar trabajar de manera conjunta, había dudas y queríamos hacerlo de la mejor forma posible”, destaca Fernández.
“Los premios son también agridulces porque este tipo de violencia no debería de existir”
Para lograrlo así, se pusieron manos a la obra en mayo de 2022, cuando empezó una primera fase en la que se pretendía revisar los expedientes que había con problemática de violencia de género, para actualizar los mismos, identificar los itinerarios sobre esta lacra que hay en los Servicios Sociales de Base “y a partir de ahí ver cuáles serían las mejoras o los aspectos en los que habría que incidir para avanzar en intervención”.
Además, “se liberaron” a dos profesionales de los Servicios de Base (trabajadora social y psicóloga) para hacer todo ese análisis junto con profesionales de Políticas Sociales “y compañeros de la Unidad Técnica”. Como lo resumen, “fue un trabajo conjunto”. Además, se contó con el apoyo de Norma Vázquez, una conocida consultora experta en violencia de género.
Esa primera fase concluyó en noviembre del pasado año y continuó con una segunda fase, que empezó en diciembre de 2022 y se prolongó hasta el pasado mes de julio. Gracias a ese análisis de la primera fase, se elaboró un manual de buenas prácticas “con ciertas pautas y orientaciones a tener en cuenta de cara a la orientación y sobre cómo registramos los casos”.
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“Preocupación real”
El “objetivo gordo” que se propusieron en la segunda fase fue el de ir pasando por los distintos Servicios Sociales de Base para hacer una valoración, junto con Vázquez, sobre cómo se estaba implementando ese manual de buenas prácticas, qué sensaciones estaba produciendo “y también se trabajó sobre casos que resultaban de especial complejidad para las compañeras”.
Lo hicieron a través de sesiones de trabajo. “En ellas vimos que había una preocupación real de todas las compañeras por no dañar más a las mujeres, no revictimizarlas, para darlas la mejor atención posible. Hay mucha implicación por hacerlo bien y eso justifica este proceso”, resaltan.
“Había una preocupación real por no dañar más a las mujeres y quisimos dar la mejor atención”
En estos momentos, se encuentran en la tercera fase de trabajo y la innovación no cesa “para mejorar también la atención con los menores, porque también son víctimas de la violencia, equilibrando también el peso que ponemos sobre la madre. En la primera fase estaban dos profesionales distintas y en la segunda y tercera fase estamos nosotras. A veces, los casos, por la propia violencia, y por cómo se están dando son de especial complejidad, lo que requiere consultarlo y hablarlo. Cuantas más personas pensemos sobre la situación, más posibilidades hay de encontrar otras vías de abordaje”, aclaran.
Importancia del vínculo
En cuanto a las mejoras conseguidas, está ese manual “que facilita a los profesionales unas orientaciones sobre cómo acompañar en estos procesos e incide, por ejemplo, en la importancia de establecer un vínculo entre profesional y víctima debido a la importancia de la acogida en esos primeros momentos”.
También han procurado que el trabajo en red se abra a otras vías de colaboración con otros expertos, “por ejemplo, con Osakidetza”. Aparte, se hicieron visitas a los juzgados, tras una propuesta que se hizo desde el Proceso de Mejora, para poder entender el itinerario que hace una mujer una vez que entra en el sistema judicial, tras interponer una denuncia o realizar una intervención.
“Fuimos las profesionales para entender el jaleo que hay en ese juzgado, recorriendo todas las instalaciones, para vivenciarlo. Incluso hicimos un Roleplaying, en el momento final, en el que simulamos un juicio. Hicimos reparto de roles y algunas nos tocó hacer de jueza, de fiscal, de agresor...”, concreta Fernández.
“Muchas veces, las mujeres te cuentan sus experiencias, pero no llegas a saber exactamente cómo es. Desde este planteamiento, queríamos conocer de primera mano cómo es y vivirlo. Y así también se puede explicar mejor y de manera que lo entiendan”, agrega, por su parte. Rodríguez.
Junto a ello, se ha impartido formación en entrevista motivacional, que se ha dado a profesionales del Departamento, “para tener en cuenta el momento en el que se encuentra la mujer en el momento de abordar la situación”. Y se ha realizado mejoras en el registro informático de los casos “porque el paraguas de violencia machista ha ido evolucionando mucho y ahora abarca mucho más: menores, LGTBI...”.
En definitiva, mayores y mejores recursos en Vitoria para acompañar y atender, “teniendo claro que las técnicas, que las trabajadoras sociales y las psicólogas, somos el primer recurso con el que se encuentran. Desde esa profesionalidad y esa apuesta del Departamento se han conseguido mejorar las cosas. Los premios reconocen esa labor, pero son también agridulces porque esta violencia no debería de existir”.