La práctica de la actividad física en niñas, niños y adolescentes no solo afecta a su salud sino también a su capacidad de aprendizaje. Sin embargo, un gran porcentaje no logra realizar al menos 60 minutos de actividad física todos los días, tiempo recomendado por la OMS. El entorno escolar es una oportunidad para invitar al juego y al movimiento, dado que los escolares pasan gran parte de su tiempo en el colegio.
Sin embargo, en muchos casos, la estructura y diseño de los recreos no ha evolucionado de la mano de la pedagogía y se ha limitado a ofrecer un único espacio de asfalto preparado para practicar limitados deportes, en su mayoría de competición y con pelotas o balones, caso del fútbol, baloncesto... Los patios inclusivos, en cambio, replantean y desafían la imagen tradicional del recreo para acabar con las desigualdades entre chicos y chicas e integrar al alumnado más inactivo.
La distribución y los materiales son fundamentales para invitar al juego y al movimiento de los escolares
Para ello, la guía editada por Educación del Gobierno Vasco recomienda una serie de áreas a tener en cuenta a la hora de transformar los patios: zonas de arena con utensilios para cavar, apilar, transportar y construir; recorridos, tipo laberintos, pasadizos, circuitos, estructuras para trepar, saltar y deslizarse; desniveles, mediante montículos de tierra, rocas y paredes de escalada, y zonas protegidas, es decir, casetas, cabañas, túneles y cuevas.
Las posibilidades son tan ilimitadas como la imaginación, por eso los patios también tienen que dar cabida a escenarios de bailes, teatro o circo; huertos, estanques, camas elásticas, barras o cintas de equilibrio; suelos para pintar y jugar al tres en raya, hacer carreras y jugar a las canicas o chapas. Igualmente es recomendable una zona con mesas y sillas para socializar y juegos de mesa, tipo ping-pong, etc.
En cuanto a los materiales, los patios inclusivos han de combinar vegetación, ya que asegura mayor bienestar mental y mejor desarrollo cognitivo para los escolares; madera (troncos, listones y tablones); plástico reciclado o acero (cajas de frutas, lonas, cubos o garrafas, bidones cilíndricos, etc.) y piedra (rocas, caminos de piedrecillas, etc). También pinturas para decorar los materiales anteriores y dar colorido al suelo sobre el que poder delimitar zonas de juego y dibujar.