El olivar alavés ha entrado en esta nueva campaña afectado por la intensa sequía que sufrió en las campañas anteriores. El menor desarrollo vegetativo de ramas hacía augurar que dicha afectación tendría su consecuencia en la floración y fructificación de esta campaña y por tanto no se esperaba la total recuperación de los niveles de cosecha anteriores.
No obstante, la floración ha sido aceptable e incluso intensa en algunas parcelas. En cambio, el cuajado ha sido muy escaso. La debilidad de los olivos se ha traducido en gran cantidad de flores, pero tras los primeros cuajados, y como respuesta natural del olivo para garantizar la viabilidad de esos frutos, se ha interrumpido el proceso de cuajado del resto de flores de forma masiva.
En la Comarca de Rioja Alavesa los meses de otoño fueron muy cálidos y hasta finales de octubre no entraron las primeras borrascas, el invierno, marcadamente seco y la primavera con temperaturas más propias de verano, no fue hasta la llegada de las tormentas localizadas de finales de mayo y principios de junio que el suelo puedo recuperar, aunque superficialmente, parte de la tan necesitada humedad. Serán las precipitaciones en próximas fechas las que afiancen la viabilidad de los frutos y para garantizar la recuperación de la planta de cara al año que viene.
Estado sanitario adecuado
Hasta la segunda quincena de mayo, APRORA no ha realizado recomendaciones específicas sobre plagas y enfermedades, ya que el estado sanitario del olivar en esta campaña ha sido adecuado, no llegándose a alcanzar el umbral de daño económico que aconsejaría un tratamiento.
En el caso de la polilla del olivo (Prays Oleae) no hubo que hacer tratamientos en la primera generación, que tuvo su pico poblacional a primeros de mayo, y que en esta fase se alimenta de la hoja. Tanto para esta plaga como para el repilo, será a partir de entonces, con el inicio de la floración cuando se valoren los tratamientos.
A mediados de junio, con el olivo en el estado de floración-cuajado, se ha apreciado un fuerte incremento de capturas de adultos en las trampas colocadas, dándose así el segundo pico poblacional en Moreda, Lanciego y Samaniego. Estas larvas, ahora sí, carpófagas, son una amenaza para el fruto y por ello se ha recomendado realizar los tratamientos preceptivos.