La tradicional feria de San Blas de Dulantzi ha congregado a cientos de personas que se han acercado a ver los más de setenta puestos repartidos por toda la Herriko Enparantza. Un año más, los reclamos más importantes de la jornada han sido el pastel vasco, el pan casero, el jamón, las hortalizas, la miel y el siempre exitoso chorizo.

La localidad se ha rendido a los encantos de San Blas y han sido centenares las personas que han pasado un domingo diferente rodeados de puestos de artesanía. La pequeña localidad de la Llanada rinde tributo a este santo protector de la garganta. Hay dos elementos indispensables en torno a esta festividad que no pueden fallar: cordones de algodón de distintos colores y dulces dedicados a San Blas. Según la tradición, si ambos se bendicen ante el santo, y si se coloca el cordón al cuello durante los nueve días posteriores y tras ese tiempo se quema, el santo protegerá de enfermar de cualquier afección de garganta.

Vecinos y visitantes se han animado a acercarse a degustar los productos y adquirir algunos de ellos en una de las primeras ferias del año de la comarca. Ricas viandas esperaban convenientemente expuestas la llegada de compradores. Chorizo casero de León dulce o picante, pasteles de queso, queso tierno de cabra, magdalenas rellenas, lomos de atún en aceite o antxoas en aceite de oliva, entre otros son algunos de los productos que vecinos y visitantes han podido adquirir en los más de setenta puestos instalados. 

La oferta gastronómica y de complementos ha sido variada. Los más pequeños no podían cerrar la boca ante las decenas de oportunidades que se les presentaban en el puesto de juguetes, juegos y complementos. Los mayores, no han dudado en rascarse en bolsillo comprando alguno de los productos que horas más tarde formaría parte del menú. “Quiero magdalenas, rosquillas y media tarta de queso”, solicitaba Arantza frente al puesto de Mañeko, regentado por Iratxe, donde otro grupo de amigas esperaba pacientemente para comprar rosquillas de anís y limón. “Están buenísimas”, reconocían.

Agurtzane y su familia han optado por llevarse a la boca uno de los ricos talos que preparaban en la txosna. “El mío de chorizo; el mío de beicon”, solicitaban los más pequeños. 

Expuestos al intenso frío pasteles, queso, tomates o alubias compartían escaparate con nueces, avellanas, suculentos panes caseros, alcachofas o piperrak de Navarra de verde intenso. Junto al frontón un gran abanico de puesto de gorros, bufandas, calcetines o bolsos. 

Un grupo de madres de la ikastola Lautada de Agurain ha instalado un puesto para vender ropa de la 43 edición del Araba Euskaraz que se celebrará en Olarizu. Las campas vitorianas volverán el 11 de junio de 2023 a ser la sede de la fiesta de las ikastolas alavesas, cuya preparación ya ha comenzado bajo el lema 'Ekin'. En esta ocasión, los beneficios de la cita irán a manos del centro educativo Lautada de Agurain, que el año que viene cumple década y media.

La mañana ha transcurrido con tranquilidad e invitaba a dar una vuelta y detenerse en la infinidad de puestos llegados de todo el País Vasco, Navarra, La Rioja y el resto de comunidades limítrofes. Mari se ha decantado por llevar para la comida familiar del domingo unos buenos tomates, productos extremeños y un curioso licor con sabor a fresas. “La gente se ha animado desde muy pronto. Otros años al principio de la mañana está muy flojo y luego se anima, pero hoy se nota más público desde el principio. Más público, mejor tiempo y más ventas”, comentaba una vendedora desde su puesto. 

Además de las viandas, quienes se han acercado hasta Dulantzi han podido adquirir bonitos bastones de madera, brillantes abalorios para el cuello, las orejas y las muñecas, gorros de lana o juguetes para los y las txikis de la casa.

En los últimos años, este acto se ha convertido en un excepcional foro de encuentro, no solo para agricultores de las distintas comarcas alavesas, sino también de otros lugares próximos como Nafarroa o Gipuzkoa. Uno de los objetivos de la feria de San Blas es dar a conocer la vida del caserío.