El ferrocarril que durante 80 años recorrió Álava de norte a sur, el Vasco-Navarro, dejó un trazado que durante años estuvo abandonado, con un buen número de edificios singulares, sus estaciones, al borde la ruina o ya colapsados. Con el paso de los años las instituciones se dieron cuenta del potencial que tenía su trazado como vía ciclista ligada al ocio y el deporte, y tras su consolidación para este uso, ahora llega el momento de dar a esta vía verde una protección adecuada.

Así, el Gobierno Vasco, a través de la viceconsejería de Cultura, sacó en noviembre a información pública el expediente para la declaración de Bien Cultural de Protección Especial, con la categoría de Conjunto Monumental, a favor de esta infraestructura a su paso por la CAV.

En Araba, gran parte del trazado del tren se ha reutilizado como vía verde perteneciente a la red de rutas verdes, gestionada por la Diputación. Además, se han habilitado las infraestructuras necesarias como pasos o puentes, túneles, despejando la explanación y sus márgenes, colocando vallas, barandillas, elementos de contención y reductores de velocidad, señalizando la ruta, limpiando los drenajes originales y habilitando otros nuevos. En la señalización se han incluido paneles interpretativos de la historia del ferrocarril y de los elementos de la infraestructura original.

El trazado alavés presenta largas alineaciones rectas, con radio mínimo de 200 metros. Desde Gasteiz, asciende con suaves pendientes hasta la divisoria de aguas entre el río Zadorra y el Ega, entre los municipios de San Millán y Arraia-Maeztu. Desde aquí, la línea desciende hasta Santa Cruz de Campezo.

El corto ramal desde Andollu a Estíbaliz, por su parte, realiza un gran rodeo para ascender al santuario.