Las fiestas de Dulantzi avanzan a buen ritmo y las ganas de diversión no decaen. Los más txikis demostraron que saben disfrutar y agarraron la fiesta por los cuernos. Si el sábado fueron los blusas veteranos y los jubilados los protagonistas indiscutibles, ayer la jornada tuvo como principales artífices a los más pequeños, que se acercaron al parque Solandia para torear la fiesta. La plancha del lugar de juegos se convirtió por unos minutos en una improvisada plaza de toros donde los más pequeños demostraron su agilidad y destreza frente a los toros hinchables. Niños y niñas no dudaron en lanzarse a la arena para preparar el calentamiento previo al encierro. Saltos, movimientos de brazos, giros de cuello y sentadillas precedieron a la recogida de periódicos. Después imploraron protección a San Fermín con los tres cánticos de rigor. En el justo momento de finalizar la última estrofa dos bravas reses hinchables hicieron su presencia en el parque y los más txikis enfilaron la cuesta para dirigirse hasta la calle Mayor.

La presencia de las reses puso en aprietos a más de uno. Algunos supieron capear las embestidas con valentía, aunque hubo quien dio con sus huesos en el suelo. Carrera calle arriba y calle abajo los toros y los txikis participaron con emoción en un encierro en el que hubo cogidas y bonitas carreras. Las reses regresaron al toril y la plaza de toros hinchables acogió la particular sesión de recorte donde los pequeños trataron de esquivar y torear a los toros bajo un tórrido sol.

Mientras los más pequeños lidiaban su particular corrida festiva, los cortadores de troncos demostraron su destreza con el hacha, así como los levantadores de fardos y yunque. En el frontón, una decena de puestos hacían las delicias de los amantes de los productos alaveses. Los asistentes pudieron degustar pintxos calientes de txistorra y las ricas croquetas de Kroketak.eus. En la cesta dominical muchos echaron un buen queso de Eguino, con Denominación de Origen Idiazabal, elaborado con leche de oveja latxa en la localidad alavesa. Erkuden expuso en su pueblo lo mejor de su colección de pendientes y abalorios, mientras que Rafa atendía con gusto su puesto de repostería artesanal llegada de Araia. Se trata de una panadería-pastelería que apuesta por mantener y continuar con la tradición de la elaboración artesana.

Desde Heredia llegó Txus Gruzeta, artesano de la plata y la piedra. La importancia de Brasil en cuanto a las gemas y fósiles ha marcado la trayectoria de Txus, quien gusta de usar estos elementos en sus creaciones, pero el desarrollo de diferentes técnicas hace que realice joyas de otros estilos. También realiza piezas con esmalte y hace joyas donde combina plata y oro. Los productos de la Lautada también estuvieron presentes en el puesto de la Asociación de Desarrollo Rural regentado por Arantza. Flores secas, chorizo, lomo, verduras o queso fueron algunos de los manjares presentes en el puesto. Aceite, miel y otros productos completaron el listado de ricos productos de la Feria.

Hasta el viernes

Madrugadores y gaupaseros recorrieron las calles del casco viejo de la localidad para realizar el tradicional poteo antes de reponer fuerzas para una tarde en la que la música, los mariachis, las vaquillas y la obligada visita a las barracas fueron las protagonistas. La tranquilidad fue la nota dominante durante la tarde a la espera de la celebración del día de la romería de Aiala, especialmente dedicada a los más pequeños, ya que, en las inmediaciones de la ermita románica del siglo XIII, pudieron saltar en el hinchable, aunque la cata de zurracapote con pintxo y los juegos de mesa animaron a los mayores a sumergirse en la fiesta. El deporte rural familiar también tuvo cabida en la jornada más familiar de las fiestas. Los asistentes pudieron reponer fuerzas para bailar con el grupo River con la chocolatada popular que sirvieron las chicas de Zatorrak. La localidad descansará hasta que se retomen los festejos el próximo viernes para la octava de fiestas.