Siete familias ucranianas, que responden al perfil clásico de la pobreza, al ser de una mujer adulta, ya sea madre o abuela pero con menores a su cargo, ya han llamado a las puertas de la Iglesia de Vitoria en busca de ayuda tras salir de su país como consecuencia de la invasión rusa. Con el fin de prestar a todas ellas más las que vengan una atención mucho "más integral”, la diócesis ha decidido activar un plan de acogida para emergencias humanitarias, que estará coordinado por una mesa diocesana. Estará formada por Cáritas Diocesana, Berakah, el área de Migraciones y la Confederación Española de Religiosos en Vitoria, a quien se suma la comunidad greco-católica ucraniana de la iglesia, y todos sus miembros han dejado claro que se unirán de manera permanente para gestionar los desafíos migratorios “actuales y futuros”, dado que no quieren que haya “refugiados ni de primera ni de segunda”.

Dicho plan de acogida estará dotado con 300.000 euros hasta finales de año, los cuales serán revisables. Con esta cuantía con la que se estima poder cubrir el coste de los apoyos económicos, el mantenimiento de los recursos habitacionales y los recursos humanos y materiales necesarios, se espera en total a ayudar a unas 10 familias.

“Con esta mesa queremos ser más eficaces en la acogida y en la integración de refugiados”, ha anunciado el obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, tras resaltar que la atención que merecen las personas que huyen de Ucrania debe ser a medio y largo plazo, en comunicación con todas la Administraciones Públicas, y teniendo claro en todo momento que la prioridad es ayudarles y acompañarles a lo largo de su estancia “y no solo en un primer momento. No podemos crear falsas expectativas”, ha subrayado Elizalde.

Dos fases de acogida

Cáritas será el organismo encargado de gestionar esta acogida y apoyo y para hacerlo así se han diseñado dos fases: una primera en la que a todas esas personas que han quedado fuera de la cobertura pública, la respuesta diocesana se centrará inicialmente "en posibilitar el aprendizaje del castellano, apoyo escolar, alojamiento y apoyo económico para sostener el proceso de integración en nuestro territorio”, ha especificado Maite Sebal, directora de Cáritas Vitoria.

A continuación, se pasará a una segunda fase, que será la de ofrecerles alojamiento. Aquí habrá dos vías: los que gestionará directamente la Iglesia: empezando por la residencia de la diócesis de Ali Etxea, como lugar de primera acogida para familias que hubieran quedado fuera de la protección institucional. En un segundo tiempo, tendría lugar el traslado de estas familias a pisos de la Diócesis, en los que se podrán establecer por un tiempo indefinido, en función de cada proceso. En concreto, dispone en estos momentos de 11 pisos: 7 en Vitoria-Gasteiz, dos en Agurain, uno en Llodio y otro más en Berantevilla.

Para el apoyo a la cobertura institucional liderada por el Gobierno Vasco, tal y como ha explicado Ramón Ibeas, la mesa diocesana de acogida ha reservado los recursos habitaciones ofrecidos por organizaciones religiosas como el colegio Presentación de María, que dispone de 15 habitaciones; la comunidad de Padres Escolapios, con 10 plazas o la Comunidad Claretiana de Agurain, que ha puesto a disposición amplias dependencias para el alojamiento y mantenimiento temporal de personas en transito hacia otros lugares.

“Durante la estancia en las plazas residenciales dispuestas por la Diócesis, las familias contarán con el apoyo y acompañamiento de las comunidades cristianas del barrio o pueblo que corresponda, por lo que agradecemos su colaboración, ya sea mediante los canales que hemos dispuesto para esta emergencia humanitaria o mediante las colectas que se han hecho en todas las parroquias para este fin”, ha señalado Ibeas.

"No podemos mirar para otro lado"

El obispo, por su parte, ha recordado cómo tras los primeros días de la invasión rusa en Ucrania, la diócesis de Vitoria puso a disposición de las personas que huían de la guerra todos los recursos habitacionales que de manera extraordinaria se han adaptado para esta emergencia humanitariarecursos habitacionales que de manera extraordinaria.

Ha advertido asimismo que “los cristianos no podemos mirar para otro lado ante situaciones de sufrimiento ya que ellos, los descartados, los últimos, los que huyen del horror de la guerra, son el rostro de Cristo”.

Por ello ha insistido en la “necesidad de redoblar esfuerzos para seguir ayudando a quienes ya están bajo el paraguas de la Diócesis desde hace años y prepararnos para las personas que vendrán fruto de la crisis en el Este de Europa”.