oseba Villacorta es de Elvillar, aunque reside en Navarra. Es un veterano de la producción de miel ecológica, con más de veinte años de experiencia en el campo de la apicultura. Aprovecha los dos climas de Álava para instalar sus colmenas: el mediterráneo de Rioja Alavesa y el continental de la Montaña y, de esta manera, en función de la época del año y de la vertiente geográfica en la que estén las abejas, produce diferentes mieles: de primavera, romero, tomillo, espliego, roble o bosque y brezo. Miel ecológica Erlan que después vende, normalmente en tiendas pequeñas y en ferias puntuales a las que acude. Se trata de una comercialización lo más local y directa posible al consumidor.

"Somos una familia de apicultores que por el deseo de seguir viviendo en la naturaleza y por la naturaleza, nos comprometimos en este proyecto de vida; son ya más de dos décadas las que llevamos cuidando de las abejas por distintas zonas de la geografía vasca y navarra, contribuyendo a la mejora de la diversidad de los ecosistemas de nuestro país y de una realidad cultural que nos enriquece como pueblo", reseña su web.

Villacorta es agricultor y apicultor ecológico por un compromiso consigo mismo de querer vivir de, por y para la naturaleza. De esta manera, el sector primario le ha proporcionado la herramienta que le permite ser coherente con su forma de pensar y comercializar la miel de la que él también se sintiera satisfecho como consumidor.

Camino recorrido

El camino andado hasta llegar a este punto lo ha recorrido a base de experimentar, a base de prueba-error, prueba-error -indica-, ya que por aquel entonces el referente existente era la apicucultura convencional, no como hoy en día. Reconoce que "los inicios fueron duros, ya que los productores ecológicos hemos tenido que seguir un camino propio sin tener apenas referentes y aprender de nuestros propias equivocaciones", explica. "Y sigue siendo duro porque mantener una abeja viva lleva mucho trabajo en producción convencional y en ecológica, más todavía", indica.

En general, piensa que trabajar y vivir del campo es una realidad dura, ya que "no sólo tienes que bregar con el campo, también con toda la parte burocrática y administrativa, mientras que en otros trabajos no es así", censura. A ello hay que añadir la falta de respaldo institucional -apunta- a la producción ecológica cuando él inició su andadura. "En cierta manera, sigue siendo así", lamenta.

Al principio, recuerda que les llamaban "hippies, alternativos y hasta neorurales que vienen de la ciudad sin saber lo que es el campo. Nos decían que cómo les íbamos a enseñar a ellos y que cómo cuestionábamos los productos químicos utilizados en el sector primario si de otra manera los cultivos se mueren...", relata.

Desde entonces, algo ha cambiado. "Empieza a haber apoyo porque la población demanda ese producto, porque tiene valor en sí, porque cuando nos fijamos más en la parte productiva que en la rentabilidad económica, la producción ecológica es como el bellocino de oro", considera. "También a la industria agroalimentaria le interesa llegar a ese nicho de mercado, pero no por una cuestión de convencimiento sino de rentabilidad económica", subraya.

También consumidor

Villacorta, en cambio, es tanto consumidor como productor ecológico porque lo suyo es una filosofía de vida, una forma de entender que, de alguna manera, somos lo quecomemoscita a los griegos. Para este apicultor alavés, lo ecológico va más allá de una cuestión economicista, existe un compromiso, "un compromiso no sólo hacia mí, sino hacia los consumidores; producimos pensando en que estamos aportando salud y bienestar a las personas que consumen ecológico y a la sociedad, en general", valora.

Lejos de ser mayoritario

Coincide con otros abanderados de lo ecológico en que el mercado va en aumento. No obstante, puntualiza que, aunque el porcentaje de consumidores de productos ecológicos es significativo, todavía está lejos de ser mayoritario. "Y eso que en el sector apícola es algo diferente porque las personas, cuando consumen miel, dan por hecho que es natural, no se cuestionan los procesos de transformación o los tipos de floración; para determinados consumidores, no hay tanta diferencia entre lo que es la miel convencional y ecológica, precisamente porque identifican natural con ecológica". En cambio, Villacorta sí que marca la diferencia entre una y otra forma de elaboración.

"Miel ecológica es la que no tiene residuos químicos, bien por la contaminación cruzada de los ecosistemas bien por el propio manejo del apicultor para combatir las enfermedades de las abejas", define. Sin olvidar otra máxima de su producción: el bienestar animal. Tal y como recoge en su web: "trabajamos con colmenares pequeños, que no generen competencia por la floración y estrés en el manejo. Además, respetamos los procesos biológicos de la colmena, así como un manejo respetuoso".

paradoja

Subraya Joseba Villacorta una paradoja que se está dando a día de hoy en el sector apícola. Así, cuenta que determinados tratamientos químicos -sustancias muy tóxicas, por otra parte-, que antes funcionaban para curar a las abejas, han generado tal resistencia en el ácaro que las parasita que ya no tienen efectividad y son, precisamente los tratamientos ecológicos los que están generando la alternativa para combatir esos males.

Así que, "aunque la gente no produzca en ecológico, está empezando a tener manejos más respetuosos con las abejas", indica. "La tendencia es ésa, pero no porque haya un convencimiento sino porque no queda otro remedio", confiesa. "Están cambiando y aún van a cambiar muchas cosas en la producción ecológica", avanza.

En cualquier caso, se queda con la parte positiva, "la tendencia a echar menos productos químicos a la tierra, ya que una parte del mercado demanda menos contaminación por fitosanitarios", se congratula este productor de miel, convencido de que lo ecológico es mejor.