na de las iniciativas destacadas por Eusko Ikaskuntza en su catálogo de iniciativas de desarrollo sostenible en el medio rural es el de las energías renovables. Y es que en el caso de Álava dos pequeñas localidades fueron capaces de sortear todos los problemas y poner en marcha unas plantas de biomasa, que se alimentan de los desbroces y limpiezas en los bosques para tener calefacción y agua caliente en sus casas.
Primero fue Okina y le siguió muy poco después Sabando, ambas localidades de Montaña Alavesa. Las dos fueron pioneras en Euskadi, y seguramente en el Estado, en el aprovechamiento de la biomasa.
La obra de Okina, iniciada en 2009, se ejecutó en dos fases. La primera consistió en introducir el district-heating necesario para la conducción de agua caliente a los edificios aprovechando la apertura de zanjas prevista para la renovación de los servicios básicos públicos. Posteriormente, en la segunda fase, se procedió a la construcción de la sala de calderas; la adquisición y montaje de éstas junto con los elementos de acumuladores, válvulas de seguridad y control, y el sistema de agitación. Estas calderas son alimentadas con astillas que proceden de la gestión anual del monte, hayedo en su mayor parte.
El presupuesto para la ejecución de la fase de Okina ascendió en su totalidad a la cantidad de 320.000 euros y se contó con financiación de los programas de Desarrollo Rural y de Medio Ambiente del Gobierno Vasco por importe de 259.921,04 euros. Teniendo en cuenta que estas ayudas llegan una vez ejecutado y pagado el proyecto, el titular de la obra tuvo que desembolsar previamente la cuantía total del mismo.
Los beneficios de la instalación se vieron de inmediato y, por ello, en la localidad de Sabando se planificó también la renovación de los servicios básicos del pueblo incorporando al proyecto la red district-heating, junto con la construcción del edificio para bioenergía para las 38 viviendas de la localidad con biomasa procedente de los montes con hayas y robles de su propiedad.
En ambos casos, el objetivo de estas iniciativas era generar agua caliente y calefacción para todos los habitantes del núcleo rural a un precio mucho más reducido que con otros combustibles. En aquel momento, de los 2.500 a 3.000 euros que consumía una familia en gasoil a lo largo de un año, con la biomasa el coste se reduce hasta mil. Y no sólo se gana en el ahorro. Es que, además, con este sistema se produce una continua limpieza del monte, ya que el material que se utiliza es la madera sobrante de podas y limpias.
El proyecto para Sabando ascendió a unos 582.128 euros prácticamente aportados por el Gobierno Vasco. En realidad, esa fue la principal dificultad, la obtención de ayudas, aunque finalmente se recibió un crédito del IDAE de la totalidad de la inversión y una ayuda del 65% del programa Leader
En el año 2012 se puso en marcha la planta de biomasa de Sabando. Hay que señalar que los trabajos se llevaron a cabo de forma voluntaria por los vecinos del pueblo y únicamente se contratan los servicios externos para cortar la madera necesaria para el funcionamiento y su transformación en astilla. Por cierto, que el siguiente reto del proyecto es ser energéticamente autosuficientes, por lo que existe interés en instalar placas fotovoltaicas en las cubiertas de los depósitos de astillas.
Con estos medios se acometió el soterramiento de las canalizaciones, que fue la primera fase, y posteriormente se realizó la construcción del almacén y la dotación de la sala de calderas. La instalación estaba lista en el primer trimestre de 2014 y para entonces el Ayuntamiento de Maeztu había elaborado y aprobado una ordenanza en la que se fijaba todos los imponderables que podían surgir con la puesta en marcha del servicio.
La iniciativa generó numerosos beneficios. Por un lado, gracias a la planta de biomasa se logró la unión de todos los vecinos en torno a un proyecto común. Asimismo, la implicación de los vecinos les permitió adquirir todos los conocimientos para el cuidado y mantenimiento de las instalaciones.
Otro impacto importante fue que el hecho de que las viviendas pudiera abastecerse de agua caliente y calefacción a través de la planta de biomasa sirvió para mantener el número de habitantes. En síntesis, el hecho de ser un proyecto en común de todos los vecinos ha contribuido a crear relaciones de confianza y colaboración. Y al mismo tiempo ha servido para crear redes con vecinos de otras localidades que tienen el mismo interés por crear unas plantas de biomasa.