Este sábado 5 de julio se conmemora el Día Internacional de las Cooperativas, una fecha que se instauró hace tres décadas y que cada primer sábado de julio rinde homenaje a un modelo empresarial con ADN profundamente social: aquel que pone a las personas en el centro, fomenta la igualdad y trabaja para obtener y compartir prosperidad entre sus miembros y el entorno donde se desarrolla. Este año, la celebración llega con un significado añadido. Naciones Unidas ha declarado 2025 como el Año Internacional de las Cooperativas, coincidiendo con el 130 aniversario de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), la organización que aglutina al movimiento cooperativo a nivel global.
Una delegación vasca integrada por representantes de Konfekoop, Kooperatiben Kontseilua, MONDRAGON Corporación y las universidades vascas han viajado esta semana a Manchester, donde el pasado miércoles 2 de julio se celebró la Asamblea Internacional de la ACI. Durante su estancia, visitaron la localidad de Rochdale, allí donde en 1844 se germinó la primera cooperativa moderna. Por aquel entonces, en plena revolución industrial, un grupo de tejedores, hartos de desigualdades, condiciones precarias y prácticas laborales deshonestas, se unieron para fundar una empresa basada, no en el capital, sino en las personas. Aquella semilla creció y, con el tiempo, brotó también en Euskadi.
El origen del cooperativismo vasco se sitúa a finales del siglo XIX, impulsado por la llegada de ingleses que vinieron atraídos por las explotaciones mineras. Se crearon cooperativas de consumo que buscaban combatir la escasez de alimentos y bienes básicos, y evitar la especulación. Poco después, el modelo se extendió a sectores muy relevantes como la vivienda, el crédito, la agricultura, la industria… Y fue el movimiento cooperativo de Mondragon, en plena posguerra, el que marcó un antes y un después en la historia económica y cooperativa del país.
Señales de identidad
Según señala Iñaki Nubla, director de Konfekoop —la confederación que representa al cooperativismo vasco—, hay tres rasgos esenciales que definen muy bien el cooperativismo vasco: la cantidad, la calidad y la diversidad. “Euskadi cuenta con más de 1.400 cooperativas que generan más de 62.000 empleos y agrupan a 1,6 millones de personas socias. En términos económicos, representan más del 8% del PIB vasco y más del 11% del PIB industrial. Pero su valor excede lo cuantitativo”, afirma el directivo. “Las cooperativas no solo crean empleo, también generan riqueza en el entorno en que se asientan y la distribuyen de forma más equitativa. Así lo refleja el índice GINI, que mide la desigualdad, y que sitúa a Euskadi —especialmente a territorios muy cooperativizados como el Alto Deba o Goierri— entre los más igualitarios del mundo”, detalla Nubla.
"Euskadi cuenta con más de 1.400 cooperativas que generan más de 62.000 empleos y agrupan a 1,6 millones de personas socias"
Trabajo, diversidad y nuevos sectores
A esta fortaleza estructural se suma la diversidad del tejido cooperativo: en Euskadi coexisten cooperativas de consumo, enseñanza, crédito, transporte, vivienda, agrarias o de trabajo asociado. Este último tipo, precisamente, representa una de las singularidades más características del cooperativismo vasco, difícil de encontrar en otros lugares del mundo. “En las cooperativas de trabajo, las personas trabajadoras son también propietarias. Muchas de ellas operan en sectores muy competitivos como la automoción, la elevación, la máquina-herramienta o el conocimiento”, puntualiza el director de Konfekoop que añade que cada vez más se expanden hacia ámbitos emergentes como “la inteligencia artificial, la ciberseguridad, el sector biosanitario o las energías renovables”.
Reconocimiento del Parlamento Vasco
El Parlamento Vasco ha reafirmado recientemente su apoyo al cooperativismo, reconociéndolo como motor económico y seña de identidad de Euskadi. No es algo nuevo: ya en 1982 aprobó una ley pionera que marcó un antes y un después.
Para el director de Konfekoop este modelo sigue siendo una apuesta de futuro. “Es una empresa con propósito, que reduce desigualdades y genera cohesión social. Una herramienta idónea para que las personas jóvenes participen en la propiedad, la gobernanza y en los resultados”, afirma Iñaki Nubla.
La labor de Konfekoop
Frente a los retos como la transición digital, la transformación ecológica o el envejecimiento de la población, Konfekoop articula su papel en torno a tres objetivos. En primer lugar, representar al sector en los espacios donde se toman decisiones que le afectan. Por otro lado, se encarga de facilitar la intercooperación entre empresas; y, también, brinda servicios de formación y fomento a las cooperativas. A destacar su entrada en el Consejo de Administración de Lanbide, desde donde participa activamente en el diseño de políticas públicas de empleo y formación.
"Es fundamental que el movimiento cooperativo tenga voz en los órganos donde se toman decisiones que nos afectan"
“Este año tenemos el objetivo de conseguir estar en el Consejo Vasco de Formación Profesional y en el Consejo Vasco de Universidades. Es fundamental que el movimiento cooperativo tenga voz en los órganos donde se toman decisiones que nos afectan”, añade Nubla. Konfekoop también juega un papel decisivo en el impulso al emprendimiento a través de la cooperativa Elkar-Lan S. Coop., donde asesoran cada año la creación de entre 130 y 140 nuevas cooperativas. En definitiva, se realizan una serie de acciones dirigidas a que el lema de la Confederación sea auténtico y realista: “Trabajamos para que las empresas cooperativas transformen tu mundo”, reza la consigna.