usko Ikaskuntza, la Diputación y Fundación Vital están colaborando en el programa Equilibrio Territorial de la primera de estas instituciones, con el que se busca analizar la situación de los pueblos pequeños y del medio rural, imaginar su futuro y desarrollar propuestas colaborativas para su construcción.
Un paso clave en este trabajo ha sido la elaboración de un catálogo que recoge iniciativas socioeconómicos de interés para la revitalización del medio rural. Según Eusko Ikaskuntza, se trata de proyectos “interesantes porque pueden ser inspiradores y ejemplarizantes, favorecen la innovación en el medio rural y también son experiencias vivas, con sus dificultades y necesidades y con sus logros”.
Además de localizar y visibilizar esas iniciativas, Eusko Ikaskuntza ha prestado especial atención a las “dificultades” que se han encontrado los promotores en la ejecución de los proyectos, así como a las enseñanzas y logros. “Queremos hacer que la experiencia acumulada sea valiosa para los proyectos que surjan en el futuro. También se ha preguntado por el apoyo que han recibido de las instituciones públicas, para poner el foco en lo que se hace y se puede hacer desde las políticas públicas y explorar las características y posibilidades de la colaboración público-privada”, apunta.
De entre las numerosas iniciativas acometidas por emprendedores alaveses, la Sociedad de Estudios Vascos ha elegido 18 para conformar la primera relación, el catálogo que se presentaba días atrás en Añana y que tendrá continuidad el día 1 de diciembre en Maeztu. Una de estas iniciativas es el trujal Erroiz, que gestionan Dounia Elkouissi y su marido, Mikel Izagirre Roitegi. Se ubica en Lantziego, donde también se encuentra una instalación histórica, el único trujal municipal alavés dedicado en exclusiva al molturado de olivas para elaborar aceite de oliva virgen para autoconsumo.
Arrancar no fue nada fácil. Antes de poner en marcha el proyecto, la pareja tardó dos años en conseguir todos los permisos y encontraron muchas dificultades en el camino. Una de ellas fue la obtención de una licencia. Además, el hecho de que el pabellón en el que se ubicaba el lagar se encontrara fuera del ámbito urbano dificultó aún más el camino.
Explica Izagirre a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA que, afortunadamente, se encontró un pequeño resquicio, ya que la lonja donde han instalado el trujal ya existía en un extremo de Lantziego y el terreno estaba calificado como zona de interés agroganadero, por lo que era la edificación adecuada para ese tipo de actividad.
Pero para llegar a esa conclusión tuvieron que pasar un año de incertidumbres, de interpretaciones del Plan Territorial Parcial de Rioja Alavesa; la normativa del Plan Especial de Protección del Paisaje; y hasta la elaboración de un Plan Especial Urbanístico para implantar el trujal, que se hizo y luego se dictaminó como innecesario por parte de la Diputación.
Fue una situación muy complicada para ellos: “Después de hacer la inversión estuvimos dos años parados por los permisos y eso supuso una presión muy importante porque no teníamos la seguridad de que fuera a salir adelante”, reconoce Izagirre.
Tras el largo proceso, se dio el visto bueno al proyecto de trujal, que se desarrollaba en un terreno propiedad de los promotores con una superficie total de 759,05 m2, de los cuales 354,27 corresponden a la huella en planta del edificio. El resto de la parcela quedaba cubierta por una solera de hormigón perimetral al pabellón salvo en la parte trasera del edificio, en donde actualmente existe un talud con vegetación herbácea y varios ejemplares de almendros, de unos 75 metros, que está protegido por formar parte del Patrimonio del Paisaje del Viñedo. En la actualidad ya existía esa lonja en ese lugar, un pabellón, que es el que se ha aprovechado.
Con esa instalación y con el fin de satisfacer las necesidades de los clientes, el nuevo trujal de Lantziego está en el Label desde principios de la campaña y también ha elaborado una partida con el sello ecológico para los agricultores de la zona, que tienen su propia marca y etiqueta y están dentro de lo ecológico. Para ello se dieron de alta en Eneek, que es la entidad que otorga la licencia para poder molturar ese tipo de aceitunas. Los promotores también trabajan el general, que incluye el de autoconsumo de la gente, uno para consumo en sus domicilios y otro que se deja en el trujal para su comercialización.
La pareja tuvo que afrontar “las dificultades de un proyecto que parte de cero en la producción de aceite”. De hecho, “teniendo en cuenta que la producción de aceite se realiza en un solo mes, las decisiones que se toman en este corto periodo de tiempo afectan a lo largo de todo el año”. “Asimismo, la pandemia ha supuesto un parón en la promoción del producto y la expansión del proyecto se ha ralentizado, pero han avanzado”, detalla el catálogo.
Ahora, en su cuarto año de funcionamiento, integrados en la Asociación de Promoción del olivo y el aceite de Rioja Alavesa (Aprora) y dedicando todas las horas del mundo, Mikel y Dounia “han cubierto una carencia que tenía la zona”. De hecho, muchas bodegas o particulares poseen olivos que no utilizaban para la producción y ahora gracias a Erroiz pueden producir aceite. Así, Erroiz ha creado una relación directa con los habitantes del pueblo y de sus alrededores, lo que hace que la producción tenga un capital social añadido.
Podrían haberse marchado a otro lugar o trabajar en cualquier otra empresa, pero se convirtieron en emprendedores, en parte, por “un compromiso con el desarrollo del medio rural, por apego a la tierra, ganas de vivir en Lantziego y hacer algo vinculado a la tierra”.
“Estamos muy contentos. El camino no ha sido fácil, pero estamos ya recolectando lo que hemos ido sembrando en estos años, que se han hecho muy largos. Ahora la gente confía más en ti, vienen bodegas y encargos especiales y eso nos hace confiar en el futuro”, apuntan los gestores.
Lantziego es uno de los pueblos olivareros de Rioja Alavesa, junto con Moreda, y “aunque aquí hay un trujal municipal, no había una instalación moderna que hiciese aceites actuales”. “Vimos que había un posible hueco y, a partir de ahí, hemos trabajado lo mejor que sabemos para que cada vez más gente confíe en nosotros, tanto los clientes que compran nuestro aceite de oliva virgen extra, Erroiz, como por el servicio que damos como trujal”, remarcan.