reo -porque en esto una nunca se está segura al cien por cien- que mi primer recuerdo de fiestas de La Virgen Blanca me lleva a ver cómo mi ama siendo yo muy pequeña me ponía las medias y las abarcas. Desde ese punto de partida, son, podría decirse, que cientos los recuerdos que puedo relatar de los principales festejos de nuestra querida Vitoria. Así, recuerdo la sensación que me invadió hasta el tuétano la primera vez que entré en Mendizabala para ir a las barracas. El olor del algodón de azúcar y las manzanas de caramelo del puesto de la entrada a la atracción de caballitos que era donde terminaba aquella visita a ese espacio a mi edad. Recuerdo el olor a lavanda cuando en la Zapa se podía ir de bar en bar de un extremo a otro de la calle como la ardilla del norte a sur de la península ibérica en tiempos inmemoriales. Y regresar a casa con el día bien amanecido para encontrar a mi aita sentado leyendo el periódico en la cocina y conformarse con una especie de gruñido como respuesta a su inocente, "¿qué tal de lo has pasado hija?". Recuerdo las txosnas en la Catedral Nueva y los puestos en la calle Prado; las patatas en cucurucho del Hamahiru de la Kutxi; a los blusas que hoy van acompañados, afortunadamente, por las neskas; la 'chupa' de agua que nos cayó un 4 de agosto en pleno txupinazo al que había venido mi amiga Mónica de Artxanda; la primera vez que fui testigo -ya siendo periodista- desde la balconada de San Miguel de lo que se cocía abajo y el estallido de todo lo inimaginable al dar el reloj las seis de la tarde; la imponente Procesión de Los Faroles; en fin, tantos y tantos recuerdos de unas fiestas que también han contribuido a la construcción en parte de la persona que hoy les escribe. Pero hoy toca elaborar otro recuerdo. El de unas nuevas fiestas que no lo son. Por el bien de todos y todas. Por segundo año consecutivo, debemos asumir que la pandemia no ha terminado y que es de responsabilidad compartida el contribuir a frenar la transmisión del virus. La imagen que debe ofrecer Vitoria-Gasteiz a quienes hoy nos miran debe ser de una plaza de la Virgen Blanca vacía y un 4, 5 y sucesivos días sin altercados. Por ese motivo, les invitamos a que, a través de este suplemento, descubran recuerdos de personas de nuestra ciudad que sirvan para desempolvar los suyos y hacerlos temas de conversación. Hoy, 4 de agosto de 2021, nos toca decir: "yo recuerdo unas fiestas de La Blanca que...". Bonito tema de charla en espera de que el año que viene podamos, a ver si sí, contar que "Este año en fiestas voy a...". Pero eso será para hacer nuevos recuerdos. Los de 2022.
La autora es directora de Diario de Noticias de Álava