lberto López de Ipiña entregó todo el tiempo que le dejaba su trabajo como director de los Servicios Generales de la Diputación alavesa a llevar la gastronomía del territorio al siglo XXI, inculcando en el sector primario, en los profesionales de la cocina, en las instituciones, y finalmente en la sociedad, una idea muy simple, muy evidente, pero que solo él y unos pocos compañeros fueron capaces de ver hace ya más de quince años. Esa idea fue la de que a elementos como la cocina de vanguardia, la tradición, la alimentación saludable, la autosuficiencia gastronómica, la imaginación o el respeto al medio ambiente se les saca más partido si se guisan juntos en una misma olla.

López de Ipiña, fallecido de forma repentina el viernes a los 61 años, supo "ver la corriente antes de que llegara", como señala su amigo Luis Ángel Plágaro, y por eso en Álava conceptos como el slow food y el kilómetro cero enraizaron mucho antes de que se extendieran por todas partes y cambiaran lo que productores, cocineros y consumidores entienden por sentarse a la mesa.

"Es consejero del movimiento internacional Slow Food, el brazo de derecho de Carlo Petrini, el fundador, y gracias a su apuesta por el producto de temporada y de cercanía, y por un consumo responsable, ha ayudado a fomentar un tipo de alimentación saludable", explica Aitor Buendía, impulsor del programa de radio La ruta slow, Premio Euskadi de gastronomía a la mejor labor periodística y amigo de Alberto.

Buendía recuerda su faceta de gastrónomo, su participación en campeonatos y eventos, pero destaca "su impresionante labor en los centros educativos. Muchas veces eso no se ha conocido, es un trabajo de hormiga que ha hecho con mucho mimo, trabajar para el futuro, influir en la alimentación saludable de nuestros jóvenes", señala. Por ello, dice, "el palo ha sido muy fuerte para el movimiento slow food, porque Alberto es el guía, sigue siendo el guía de todas y todos", concluye.

En esa labor educativa implicó y se implicó con Javier Chaves, productor, o Bittor Rodríguez, nutricionista e investigador de la UPV-EHU. "Se organizaban visitas a las huertas y ganaderías, y luego con el covid hemos hecho material para acudir a los colegios. Alberto estaba muy empeñado en esto, decía que nosotros tenemos unos vicios ya cogidos, pero las nuevas generaciones no", rememora Chaves, quien explica que también luchaba para que "la gente se plantee regresar al agro y a la ganadería" de forma profesional.

Rodríguez, por su parte, estuvo más de diez años trabajando con Alberto. "Colaboraba con proyectos de investigación que yo dirigía, orientados a que los niños coman mejor y conozcan el producto local". Para el docente de la Facultad de Farmacia, López de Ipiña fue "de esas personas que quieres encontrar en la Administración", colaborador activo en favor de la alimentación saludable desde la Diputación y desde Slow Food Araba. "En un proyecto para que los niños comieran más fruta y verdura no hubiéramos tenido el éxito que tuvimos sin él. Slow Food aportaba el trabajo con productores locales, sus cocineros trabajaron con los niños... Igual el 25% del proyecto pivotaba sobre acciones en las que él participaba", afirma. Y sobre todo, Rodríguez destaca su "capacidad para aglutinar a gente con distintas capacidades, de hacerlas sentir bien".

José Antonio Arberas, cocinero, fundador de Slow Food Araba, compañero de Alberto en Zapardiel, atiende a DIARIO NOTICIAS DE ÁLAVA junto a otro de los impulsores del movimiento, Juanjo Martínez Viñaspre, Anemias, "los dos juntos" recordando a su amigo. "Era un líder nato, sacaba lo mejor de nosotros en cada momento", explica José Antonio, que destaca "su capacidad de trabajo y de esfuerzo", pero también "cómo nos hacía disfrutar de cada momento. Cuando hacíamos algo con Slow Food Araba, con Boilur -recuerda-, luego siempre venía el momento lúdico en el que nos reíamos un montón. Era un líder, y en mi caso un gran amigo".

Luis Ángel Plágaro conoció a López de Ipiña en 1998, cuando con 19 años se disponía a abrir su primer restaurante. "Fue un visionario, cuando me explicó la filosofía slow food y el kilómetro cero yo no sabía ni de qué me estaba hablando. Era un líder nato, nos supo contagiar su entusiasmo y hoy la trayectoria de la cocina en Álava no sería la misma sin él, nos embaucó a todos y el tiempo le ha dado la razón. Fue un pionero", resume su amigo y responsable de la cocina del Sukalki.

"A mí Alberto me ha metido en mil embolados y lo hacía bien. Te pedía organizar un taller en la Feria de la Patata, te presentaba a un agricultor, te llevaba su patata, veías que era un buen producto, luego dabas el taller, acababas diciéndole al tío que te mandara un saco de patatas, y hoy ha llegado el punto en que tengo un montón de proveedores de la zona. Nos fuimos pasando contactos entre restaurantes, ha creado un germen, sembró esa forma de trabajar", asegura.

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