- Son muchos los dedos que señalan al modelo de explotación intensiva del eucalipto como la raíz del problema de los cada vez más frecuentes incendios forestales en Galicia o Portugal. Un drama medioambiental ante el que nos acongojamos frente al televisor y que, de momento, no le ha tocado padecer Álava, aunque amenaza con llegar si no se pone freno al aumento que están experimentando las plantaciones de esta especie en Euskadi. De hecho, en la actualidad cubre el 3,2% del territorio, con 20.506 hectáreas en Bizkaia, 1.214 en Gipuzkoa, y 1.350 en Álava, donde en 1986 su presencia era nula. “Solo en Álava hay 300 hectáreas más en el último año. En el Valle de Ayala empieza a ser una amenaza clara y considerable”, apunta Arturo Elosegi Irartia, catedrático de Ecología en la Facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad del País Vasco, que el jueves compareció -por solicitud del grupo juntero EH Bildu- ante la Comisión de Agricultura de Juntas Generales de Álava, para explicar las consecuencias de la extensión del eucalipto en la CAV, la situación y gestión de nuestros bosques y los perjuicios de la silvicultura intensiva.
El eucalipto es una especie originaria de Australia que, cada vez más frecuentemente, se está empleando en plantaciones forestales, para la industria papelera, maderera o para la obtención de productos químicos. Ya en 2018, el Comité Científico de Flora y Fauna Silvestres del Ministerio de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente publicó un dictamen que recomendaba su inclusión en el Catálogo Estatal de Especies Exóticas e Invasoras “debido al alto riesgo de invasión que pueden traer consigo por sus características biológicas, fisiológicas y ecológicas”, al tiempo que se recomendaba “extremar la precaución con nuevas introducciones y plantaciones, así como un seguimiento local y llevar a cabo medidas de erradicación antes de que se produzca la invasión”.
De igual forma, en 2020 y por encargo de la Dirección de Patrimonio Natural y Cambio Climático del Gobierno Vasco y a instancias del Parlamento Vasco, la Universidad del País Vasco y la Sociedad de Ciencias Aranzadi redactaron un informe, en el que participó el propio Elosegi, donde se evalúa la situación del eucalipto en el País Vasco y el impacto que puede suponer para la biodiversidad y el medio ambiente, a partir de 40 estudios sobre los efectos ambientales de los eucaliptos en el País Vasco y zonas aledañas, y más de 140 en otras regiones de la península ibérica. “Las conclusiones son demoledoras, los resultados indican de manera clara y sistemática un efecto ambiental negativo de los eucaliptos. Solo en Amurrio, en 2018 había contabilizadas 64 hectáreas de eucalipto, que en el año 2020 ya ascendían a 142. Ahora es el momento de reflexionar y de actuar mirando al futuro. Es totalmente urgente atender los problemas ambientales, sociales y económicos que origina la dinámica actual del uso de los montes”, señalan desde Uhandre-Amurrioko baso biziak. Una iniciativa ciudadana que pretende concienciar y sensibilizar a la ciudadanía de los problemas ambientales que la expansión incontrolada del eucalipto origina sobre el territorio y actuar sobre ellos.
Y es que, debido al cambio climático, los pinares vascos cada vez sufren mayor número de enfermedades, más fuertes y más variadas. En los últimos años, sobre todo en el año 2018, el problema conocido como la enfermedad de las bandas ha provocado que muchos pinares hayan tenido que ser cortados completamente (lo que en términos de gestión forestal se conoce como corta a hecho o matarrasa), muchos de ellos precipitadamente, sin haber llegado al punto óptimo del corte, y todo ello provocando importantes problemas ambientales y paisajísticos asociados a la propia especie y al modelo de explotación intensiva bajo el que se gestiona.
Estos montes están siendo reforestados con eucalipto que, en base a la evidencia científica, tiene un alto riesgo de invasión y es muy peligroso para el mantenimiento de la biodiversidad y la funcionalidad de los ecosistemas. “Según datos del inventario forestal vasco de 2020, hay 63.424 hectáreas de pino radiata cerca del turno de corta y que, en los próximos 10 años, se irán talando progresivamente y, por tanto, con esa superficie apta para repoblar. ¿Imagináis un escenario forestal con estos datos lleno de eucaliptos?”, se preguntan desde Uhandre-Amurrioko Baso Biziak, al tiempo que remarcan que “los intereses de las industrias papeleras, por legítimos que puedan ser, no necesariamente coinciden con el interés general de la ciudadanía y del propio territorio en términos de biodiversidad, de paisaje, educación ambiental, de turismo o de alternativas económicas. La proliferación del eucalipto está sin duda poniendo en serio riesgo a la multifuncionalidad, sostenibilidad y puesta en valor del monte de Amurrio”.
En este sentido, desde la plataforma amurrioarra ha iniciado este mes una campaña de recogida de firmas -en change.org, que ya suma más de 150 respaldos- y de adhesiones de apoyo a un manifiesto que han desarrollado para hacer pública esta problemática y por el que, “en defensa de los intereses colectivos y en base a la evidencia científica de su perjuicio ambiental y a la capacidad que la Ley 42/2007 de Patrimonio Natural y Biodiversidad da a los entes locales para establecer medidas normativas o administrativas adicionales de conservación del patrimonio natural y la biodiversidad”, solicitan a su ayuntamiento que adopte las medidas correspondientes contra las plantaciones de eucaliptos en el territorio de Amurrio.
Y no es que no existan ya. De hecho, según expuso Elosegi en Juntas Generales, en Álava precisamente “hay muchísimos modelos de gestión alternativos, y los hayedos de Altube o los robledales de Urkabustaiz -masas forestales autóctonas y viejas, que son las que más niveles de CO2 retienen- son un ejemplo a seguir”. Asimismo, Elosegi puso sobre la mesa que, ya en 1993, el Plan Forestal Vasco hablaba de la figura del Bosque protector, con la pretensión de proteger 100.000 hectáreas de bosque, 70.000 de ellas en terrenos privados, “y no se ha hecho nada en ninguna de las tres provincias, y habría que hacerlo, sobre todo, en las inmediaciones de cuencas hidrográficas”, apostilló.