Las dos semanas que han transcurrido tras decretarse el tercer cierre de los locales hosteleros, como medida para contener la pandemia, no han hecho sino agigantar las ganas de clientes y camareros por recuperar el hábito de servir el café mañanero en la habitual taza de loza para degustarlo al otro lado de la barra. Este deseo es unánime tanto en los locales del centro y en barrios tan distantes como Zaramaga, Lakua o Sansomendi.
Así lo pudo comprobar ayer DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA en su recorrido por estos tres puntos de Gasteiz en los que también recogió el sentir de los profesionales del sector y su "esperanza e incertidumbre" respecto al pronunciamiento de esta misma mañana del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV). Hoy se conocerá la respuesta del Alto Tribunal a la petición de las tres asociaciones hosteleras vascas solicitando medidas cautelarísimas contra el decreto de Lakua que obliga a cerrar bares y restaurantes en municipios en alerta roja. "Solo hay que mirar cómo están los centros comerciales o la ocupación del transporte público", clamaron con unanimidad desde el Bar Amapola, el Café Manaos o el Bar Gasteiz ayer.
Con la ilusión de que hoy "puedan flexibilizar y permitan abrir, aunque sea las consumiciones en terraza", Josefa González, se afanaba en decorar la barra del Amapola, en Reyes de Navarra, con una sabrosa colección de platos con tortillas y pintxos con los que saciar los estómagos de la clientela. Empleados de la contrata de limpieza, operarios municipales, profesionales de los gremios de construcción o empleados del centro comercial El Boulevard son parte de la clientela que da buena cuenta de sus raciones caseras. En los 36 años que lleva Josefa al otro lado de la barra, nunca había pasado por una situación tan cruda como la actual con tres cierres en un año. Esto repercute en el horario de su hija, que se afana en servir cafés, pintxos y bocadillos a primera hora de la mañana. "Ella está trabajando al 50%", lamenta con tristeza Josefa. El único aspecto positivo y que le sirve como elemento motivador a esta veterana de la hostelería de Zaramaga, son los "ánimos y apoyos de la clientela" y que lleva a algunos a "dejar hasta más propina que antes", admite con resignación.
Más crudo es el panorama para los empleados del Café Manaos, con "seis trabajadores metidos en un ERTE que a ver cuándo cobran y cada uno tiene su vida y sus gastos", explica Richard, entre un café y otro servido a paseantes ocasionales y habituales de su local.
Este concurrido local, en la esquina de la calle Pamplona y Landaberde, sobrevive al tercer cierre con cambios como haber movido la pesada maquina de café a la barra para ahorrarse unos cuantos paseos al cabo del día. "Estamos abiertos, pero no es lo mismo porque lo clientes ven los pintxos a través de un cristal y no pueden acceder al interior del local, cuando en una panadería que sirven café sí que pueden entrar dentro y pedir su consumición", lamenta el propietario. Esta frase la concluye tras servir sus dos cafés a Carlos y Conchi, vecinos de la zona. Aprovecharon la apacible matinal de ayer para estirar las piernas por el barrio y sentarse en un banco a saborear la consumición. "Nos parece fatal este cierre", coincidieron en señalar ambos, conscientes de la "mala situación por la que están atravesando, no ya solo las familias que viven directamente del bar, sino todos los proveedores que sirven al local", lamentaron.
En el barrio de Sansomendi el Bar Gasteiz es un punto que aglutina a un buen puñado de clientela a remanso del sol que ayer se atrevió a lucir en Gasteiz. "Estamos al lado de una guardería, dos colegios, una entidad de ahorro y tenemos mucha clientela que se acerca al local", concreta orgullosa Lourdes Vega. Entre un café y otro insta a que se mantenga en la calle la distancia entre los grupos de clientes. No quieren dar pie a que pueda aparecer por allí la Policía Local. "Tenemos que estar pendientes y sentimos mucha presión, a pesar de estar haciendo bien las cosas", resalta en una ajetreada mañana donde es incesante la presencia de ávidos cafeteros en la puerta de este local del barrio.
dentro de la desgracia que supone tener que restringir la actividad a servir cafés, pintxos, bocadillos y raciones a una franja horaria del día, en las últimas jornadas están recibiendo los hosteleros una pequeña alegría en forma de ingreso de las ayudas procedentes del Ayuntamiento de Gasteiz y desde el Departamento de Comercio del Gobierno Vasco. Ya disponen en su cuenta corriente de los 600 euros como ayuda directa de la institución municipal y también de los 3.000 aportados por el ejecutivo autonómico. Disponen también de otros beneficios como "poder aplazar el pago de las cuotas de la Seguridad Social de estos meses, aunque con un recargo del 0,5%", explica con cierta perplejidad el responsable del Café Manaos.