- El Grupo Rioja, que aglutina a las mayores bodegas de la denominación Rioja, ha dado cuenta de los resultados del proyecto Oídio Detection, una iniciativa para desarrollar un modelo de predicción que permita la aplicación racional y sostenible de tratamientos fitosanitarios para combatir esta enfermedad fúngica.

La jornada comenzó con unas palabras del presidente de Grupo Rioja, Fernando Salamero, quien destacó que, gracias al “esfuerzo que estamos haciendo entre todos, Rioja no para de trabajar bajo ninguna circunstancia”. Recordó que controlar las enfermedades de la vid preservando el medio ambiente es uno de los principales ejes del Grupo Rioja, junto con la mejora constante de la calidad de sus vinos y la competitividad de sus bodegas, que impulsan a la asociación a promover proyectos de investigación.

A continuación, los técnicos del Instituto de ciencias de la vid y el vino, Beatriz López Manzanares; los del Servicio de información agroclimática, Joaquín Huete Cuevas y Vanessa Tobar; Javier Aguado, representante de la empresa tecnológica Encore-Lab, Rosana Losa, responsable de innovación de Ramón Bilbao, y Domingo Fontecha, director del proyecto desgranaron la experiencia, aunque advirtiendo de que “cada campaña es un mundo”.

El proyecto finalizó en mayo con resultados que apuntan la posibilidad de reducir un 20% la aplicación de tratamientos contra esta enfermedad o incluso más en condiciones favorables. Las conclusiones se basan en la investigación supervisada por técnicos del ICVV en dos campañas tan dispares como fueron 2018 y 2019, ya que en la primera se manifestó el oídio con severidad mientras que 2019 fue benigno para el viñedo del Rioja.

La presencia de esta enfermedad, que afecta a las hojas y tallos de la vid, obliga cada año a aplicar tratamientos preventivos que conllevan un elevado coste económico y ambiental, por lo que el proyecto buscaba desarrollar un modelo de predicción que permita un uso racional de tratamientos fitosanitarios.

La iniciativa aspira a reducir, al menos en un 20% la aplicación de fitosanitarios por parte de la mitad de los 16.500 viticultores y las más de 500 bodegas que componen el sector vitivinícola riojano. Este objetivo permitiría un ahorro económico de unos 1.100.000 euros al año y una reducción de casi 10.000 litros de productos, lo que supondría una clara mejora en la sostenibilidad ambiental del viñedo.

La investigación se centró en contrastar el sistema de toma de decisiones del modelo Gubler?Thomas, desarrollado en California, para adaptarlo a las condiciones de Rioja y crear un modelo propio para la denominación.

Las parcelas estaban controladas mediante sistemas de información geográfica (SIG) y tecnología Cesens de monitorización con sensores de campo integrados en estaciones agroclimáticas, además de las tres visitas mensuales que los técnicos iban realizando para el seguimiento in situ. Toda la información confluye en una aplicación creada expresamente para gestionar el viñedo desde cualquier punto en cualquier momento.

En 2018 se logró reducir, entre un 20 y un 50% el número de tratamientos en el 67% de las parcelas ensayadas. Además, el escaso ataque registrado en algunos de los testigos ya apuntaba que, en algunos casos, el número de tratamientos podría haber sido aún menor.

En la campaña 2019, en cada parcela se distribuyó al menos un testigo que no recibió ninguna aplicación de productos y tres repeticiones de los dos tratamientos a ensayar en base al criterio de elección del momento de aplicación: predictivo, basado en las recomendaciones del modelo Gubler-Thomas, y convencional, basado en el criterio del viticultor.

Los resultados obtenidos en los testigos de 2019 permiten contemplar incluso la aplicación de menos tratamientos frente al oídio y, pese a la disparidad de ambas campañas, parece factible reducir sustancialmente la aplicación de fitosanitarios en el viñedo riojano contra el oidio, una enfermedad fúngica que cubre las hojas, los frutos, las ramas y los brotes con una patina blanca. Las consecuencias sobre la planta son el retorcimiento de las hojas, la deformación de los brotes y la falta de floración, entre otras. Finalmente, y si no se pone remedio, hace que la planta poco a poco se vaya muriendo.