- La crisis del coronavirus no ha logrado desanimar al sector txakolinero alavés, pese a que el cierre absoluto que está padeciendo la hostelería ha supuesto atascar con una piedra de enormes proporciones el mecanismo que hace girar la rueda del consumo de vino y, por consiguiente, su actividad. "Eso es así. La hostelería está paralizada por completo, va para largo, no sabemos cómo va a arrancar y aquí vamos todos en cadena, pero no podemos rendirnos. De hecho, hemos querido reaccionar a la bajada de las ventas creando nuestra tienda online. No es que sea la solución a la parte económica, pero es una forma de estar activos, vivos€ Una forma de decir, hola, seguimos aquí", explica Jon Zubeldia, de la bodega Astobiza, de Okondo, una de las más grandes de Arabako Txakolina.

Lo de la incertidumbre en torno al hasta cuándo se va a alargar esta situación y la forma en la que se va a ir saliendo de ella, son incógnitas que también le quitan el sueño a Rosa Segurola de la txakolinería Beldui, de Llodio. "En lo personal, viviendo en un caserío rodeado de viñedos en las alturas de un monte, no podemos quejarnos en comparación con la gente encerrada en sus pisos; otra cosa ya son los desvelos en torno al futuro de nuestro negocio, porque si no hay ventas no hay ingresos, pero sí gastos. Todo el mundo nos está enviando ánimos, pero no sé yo€ A ver mañana con las ayudas que va a lanzar el Gobierno Vasco si logramos ver algo de luz al final del túnel, como suele decirse", subrayaba en referencia a las nuevas medidas que para echar un cable a las pymes tiene previsto lanzar el Ejecutivo vasco.

Con todo, desde Okondo reconocen que, "por suerte, si cada año exportamos un 50% de la producción, para enero ya había salido un 30%". A lo que se ha sumado que "siguen funcionando los monopolios de venta de alcohol en países nórdicos y Canadá, tales como el SAQ de Quebec o el Alko de Finlandia, que tenemos en cartera de clientes y gracias a los que seguimos atendiendo pedidos, ya que están acostumbrados a funcionar de forma online y esta crisis no afecta en ventas", explica Zubeldia.

No obstante, esta txakolinería trabaja con más de una treintena de países y, "en el resto sí se ha parado todo. Es muy complicado de llevar, aunque lo que más nos preocupa es la situación social de nuestro entorno y luego cómo hacer para arrancar la rueda. Porque si como productores apostamos por diferenciarnos en calidad con vinos de guarda y de valor añadido (ahora más que nunca), como consumidores también somos pro economía local, a la hora de comprar o alquilar desde alarmas hasta autobuses", subraya, en el convencimiento de que de esta crisis se va a salir con el apoyo mutuo entre las empresas, negocios, productores y vecinos más próximos.

Mientras, todos ellos siguen trabajando. "A las viñas el coronavirus les importa muy poco, el trabajo diario sigue igual. Se ha terminado la época de poda y, en nada, comenzaremos con los tratamientos", matiza Segurola. Zubeldia no puede sino darle la razón. "La parte del campo no se ha visto afectada, más allá de las medidas que hemos adoptado entre nuestro personal para minorar la posibilidad de contagio, tales como crear dos equipos de dos personas que trabajan en días alternos y que nunca coinciden entre ellos en el campo", relata.

Lo que sí están aprovechando todos es a hacer esas labores siempre aplazadas, como el arreglo y cambio de postes, y el tensado de alambres en la finca Astobiza, o el acicalado del exterior de la bodega en el caso de Beldui. "De cara a las visitas de enoturismo estamos poniendo bonito lo que rodea al caserío que da cobijo a nuestra bodega, ya que para junio teníamos previsto cenas medievales que, ahora, vete a saber cuándo podremos hacer", lamenta Segurola, que reconoce que "me gusta ser previsora y ponerme siempre en lo peor, para tener pensadas alternativas en cualquier pésima circunstancia".

Lo de los planes y apuestas de futuro también es algo que se ha truncado en Astobiza. "Este año habíamos apostado por las bodas, al tiempo que habíamos entrado en una ruta de enoturismo de alta calidad, pero se ha caído todo por el covid-19. Pero no hay que tirar la toalla, eso nunca, hay que salir adelante como sea pese a saber que es un año complicado", incide Zubeldia. De hecho, ambos están pensando ya en alternativas para dar a conocer la nueva añada, ante la más que previsible suspensión del XXII Txakolin Eguna, que iba albergar Amurrio el próximo 24 de mayo.

Ésta fue anunciada ayer por el gerente de la Denominación de Origen, Joxean Merino, en nombre de toda la Asociación alavesa de productores artesanos de txakoli, al considerar que para desarrollar un evento de altísima concurrencia hay que tener la mayor seguridad y las debidas garantías tanto para consumidores como para elaboradores. "A partir de ahora y viendo el desarrollo de la situación -es decir, la evolución del confinamiento y su progresivo plan de regresión de las medidas sanitarias adoptadas- se valorará su encaje durante los próximos meses o su suspensión definitiva hasta la edición de 2O21", informó Merino en torno al, sin duda, principal evento anual de Arabako Txakolina.

Y es que en esta fiesta -en la que el año pasado se sirvieron en torno a 7.500 botellas del caldo protagonista, distribuidas en 25.000 copas y vasos- se presenta en sociedad el resultado de la última vendimia y se da a conocer la calificación oficial del comité de cata, con la presencia de todas las bodegas de la Denominación de Origen, que tienen en la jornada el mejor de los escaparates para dar a conocer sus caldos al público.

"No habrá Txakolin Eguna pero la nueva añada hay que presentarla sí o sí", opina Segurola. Su compañero Zubeldia no solo la respalda sino que ya empieza a maquinar: "se puede hacer una semana de promoción online que culmine en una jornada de actos como catas virtuales o lo que sea, pero algo habrá que hacer", apostilla. Y es que nunca un mal año frenó al sector txakolinero, y éste no iba a ser diferente. ¿Brindamos?

Añadas y fiesta. La última añada, que tuvo como padrino al montañero alavés Juanito Oyarzábal, la integraron 511.380 botellas de muy buena calidad, y la nueva ya se sabe que rondará las 425.000 botellas, tras la caída productiva del 11%, anunciada en noviembre del pasado año, después de que las bodegas recepcionarán 455.768 kilogramos de uva, frente a los 511.380 de la campaña de 2018. De no celebrarse al final este año la fiesta del txakoli, ésta se retrasará hasta el próximo año.

"La hostelería está paralizada por completo. Aquí vamos todos en cadena"

Bodega Astobiza

"Otra cosa son los desvelos sobre el futuro; si no hay ventas, no hay ingresos. Todo el mundo nos está enviando ánimos, pero no sé yo..."

Bodega Beldui

"A partir de ahora se valorará su encaje durante los próximos meses o su suspensión"

Gerente Arabako Txakolina