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En el refugio La vida Color Frambuesa, un microsantuario animal, tienen en la actualidad 70 animales con ellos -palomas, burros, cabras, gallinas, etc.-. En estos momentos, y debido a la crisis del covid-19, recuerdan que han tomado la decisión de que ahora no acudan voluntarios a ayudar y se están encargando de cuidar de los animales dos personas.
- El reino animal también está notando las diferencias que ha provocado en la rutina diaria el covid-19. Protectoras y santuarios de animales se vuelcan para que la situación se mantenga estable, en algunos casos, con menos voluntarios que de costumbre.
En Apasos, por ejemplo, Martín explica que, además de que no se puede adoptar ahora mismo a los animales del centro de protección animal de Armentia, gestionado por el Consistorio, solo pueden subir doce voluntarios, y no más de tres en cada turno. "El Ayuntamiento nos pidió que les dijéramos doce personas y un compañero se ha encargado de ello", relata.
Las casas de acogida, sin embargo, continúan funcionando sin problema, tanto en Apasos como en Esperanza Felina. En este último caso, además, Arnaitz adelanta que "al refugio va solo una persona a hacer el turno, y durante ese tiempo no se admiten ni visitas ni nada. Además, se siguen las normas de desinfección de siempre pero aumentadas por el coronavirus, y si alguien tiene que coger algo del refugio, el que esté en ese momento allí lo saca antes de que la persona llegue para que haya el menor contacto posible".
Esta última dinámica se sigue también en caso de tener que acudir al veterinario, ya que el profesional expide un documento al voluntario que haya acudido certificando que ha estado allí y después acude a recoger al animal, siempre respetando las medidas de seguridad dictadas por Sanidad y evitando el contacto en la medida de lo posible.
En ambos casos recuerdan también que el trabajo que realizan es más o menos el mismo. Continúan con la difusión de información en redes sociales, los cuidan y los alimentan tanto desde los refugios de estas protectoras como en las diferentes casas de acogida que gestionan.
Apasos y Esperanza Felina forman parte, además, del proyecto Cesca, para controlar las colonias de gatos en Vitoria y el resto de Araba. A pesar de la declaración del estado de alarma, Arnaitz -responsable del proyecto- recuerda que siguen adelante con ello porque "no se va a dejar sin alimento a esos animales y además buscamos que no haya dispersión", recuerda. En ese sentido, han tomado también algunas medidas. "Tenemos limitado el número de voluntarios que van a alimentar, y la exposición en cuanto a días. Si antes había colonias que se visitaban a diario, ahora se les deja más comida para ir algún día menos. También los voluntarios van en horas que suele haber menos gente y van solos", relata Arnaitz.
Por su parte, en el refugio La Vida Color Frambuesa, cuando se decretó el estado de alarma cerraron las entradas a voluntarios y "por suerte vivimos dos personas y estamos nosotros dos atendiendo a los animales", asegura María, que cuida de los 70 animales que tienen en la actualidad. "Muchos son grupitos -las palomas son 12, por ejemplo- y se pueden atender por colectividades", explica, algo que les facilita en gran medida el trabajo, aunque reconoce que sigue siendo "mucho esfuerzo", porque normalmente "lo organizamos para hacer con voluntariado los fines de semana y ahora estamos dos para que no les falte de nada. Es cansado pero se hace".
También Sara, de Movimiento Antiespecista Lleo, una asociación sin ánimo de lucro con 23 animales a su cargo en Vitoria y La Rioja ha tomado medidas. Antes iba de un sitio al otro, pero tras la declaración del estado de alarma su compañera se quedó en Vitoria y ella en La Rioja. Además, intentan comprar cada semana y media si es posible y lo desinfectan y lo limpian todo siempre. "La limpieza es primordial, pero lo era antes, ahora y siempre", recuerda. Ellas, como el resto, salen solo para lo imprescindible, y siguen lo que dicta Sanidad.