vitoria - El hotel de Argómaniz, situado en el histórico palacio renacentista de la localidad homónima, y englobado en la red nacional de Paradores se enfrenta a un futuro incierto a expensas del desenlace de la negociación del nuevo paquete de transferencias reclamadas por el gabinete del lehendakari, Iñigo Urkullu, al del presidente del Gobierno central, Pedro Sánchez. Argómaniz está dentro de ese bloque exigido al Ejecutivo de Madrid en la reciente visita de la ministra de Política Territorial, Carolina Darias, a Gasteiz. El consejero de Gobernanza Pública del Gobierno Vasco, Josu Erkoreka, puso sobre la mesa la transferencia de los dos paradores situados en suelo vasco, el de Argómaniz y el guipuzcoano de Hondarribia.
La cita de Ajuria Enea se resolvió con un calendario de trabajo para abrir las correspondientes negociaciones que desemboquen en la culminación de las transferencias pendientes y entre las que se incluyen ambos establecimientos hoteleros. Se acordó que en el próximo mes de junio debiera abrirse una ronda de negociaciones para una serie de cuestiones y estar rematadas a finales del presente año. En ese apartado figura el hotel de Argómaniz junto al de Hondarribia. No es la primera ocasión en la que Euskadi reclama las transferencia de los dos históricos edificios hoteleros. En septiembre del año 2017 se puso también sobre la mesa idéntica cuestión siendo por entonces presidente español Mariano Rajoy. Argumenta la formación jeltzale que en el Estatuto de Gernika es donde se refiere a la exclusividad de Euskadi a la hora de abordar las cuestiones referidas al turismo y al deporte. Con anterioridad a este intento de transferencia que ahora se va a poner en marcha, hace doce meses, se reclamó a Pedro Sánchez y al ministro correspondiente el traspaso de los dos paradores. En aquella ocasión, la precariedad del primer Gobierno del líder socialista tras la moción de censura relegó la cuestión, que de nuevo emerge ahora en una situación política totalmente diferente.
resolución complicada La decisión final sobre el cambio de manos en la titularidad del hotel de Argómaniz se presenta como un camino tortuoso por la multitud de agentes y elementos que se ponen en juego. En primer lugar, se argumenta desde el Ministerio de Política Territorial que, tras determinar ese calendario de trabajo, corresponde ahora tanto al Gobierno de Madrid como al ejecutivo de Lakua la manera en la que abordar las transferencias. Emerge además la sombra del proceso electoral autonómico, el 5 de abril, y los plazos para conformar el nuevo Gobierno Vasco.
Junto a las cuestiones políticas, se sitúa la cuestión de la propiedad de toda la red de Paradores, situados en edificios que se caracterizan por su riqueza arquitectónica. Son grandes joyas patrimoniales sometidas a un intenso trabajo de restauración desde hace décadas. Su titularidad tiene varios frentes y esto complica ese cambio de manos en la propiedad. Sin ir más lejos, los dos pretendidos traspasos de Argómaniz y Hondarribia están en manos de la dirección general de Patrimonio, dependiente del Ministerio de Hacienda. Éste, a su vez, los cede a Turespaña, organismo adscrito dentro del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo. Es Turespaña quien se ocupa del edificio y cede la explotación comercial a Paradores como negocio hotelero.
Esta posibilidad de perder los dos edificios ubicados en Euskadi no ha despertado ningún tipo de comentario o posicionamiento desde la propia red de Paradores. Aluden que su disposición pasa por explotar aquellos edificios que le encomienda Turespaña, sin decidir sobre aquellos que se incorporan o se pueden dar de baja de la red, con independencia de su ubicación física.
Al margen del desenlace final respecto a Argómaniz y su desvinculación de la red de Paradores, en caso de lograr la transferencia, el siguiente paso sería concretar la manera de gestionarlo. A pesar de tener reconocida en el Estatuto de Gernika la competencia exclusiva en Turismo, todo apunta a que la gestión y explotación comercial del inmueble estaría orientada a que fuera a parar a manos de alguna de las grandes cadenas hoteleras nacionales. Se trata de un edificio enclavado en el centro de la Llanada Alavesa, reformado hace muy pocos años, y con un entorno singular único en medio de grandes paisajes naturales y punto de descanso ideal en viajes de negocio o de ocio vinculados a la naturaleza.