las escarpadas laderas de La Mezana, un terreno propiedad del Ayuntamiento de Laguardia, se convirtió ayer en el lugar donde vecinas y vecinos de todas las edades de Rioja Alavesa pusieron su grano de arena para tratar de reconducir el cambio climático sembrando bellotas.
Es la parte final de la operación La Gran Bellotada celebrada en Rioja Alavesa, una iniciativa que lleva ya un recorrido de meses entre sesiones informativas, intentos de recoger bellotas, espera paciente hasta que el forestal diese el visto bueno al mejor momento para sembrar y negociaciones para lograr un espacio donde llevarlo a cabo.
En Rioja Alavesa la iniciativa fue de la Cuadrilla y desde allí se hizo la primera convocatoria de encuentro de vecinos en Elvillar para organizarse. Después llegaron otras iniciativas, como la de Labastida, que se centraron en la zona de San Ginés para colaborar en el proyecto, y luego en Elciego, que finalmente se sumó a la operación general.
Tras la reunión en Elvillar, en el mes de octubre, se planificó la recogida de bellotas en el lugar de Berberana para finales de noviembre. Sin embargo, aquella fecha el clima se rebeló con lluvia y frío y la jornada se tuvo que retrasar. Además, el lugar elegido para sembrar las bellotas, el Encinar de Navaridas, tampoco recibió el visto bueno. Y para una actividad y para la otra se tuvo que volver a replanificar. De esta manera, la primera noticia fue que el ayuntamiento de Laguardia cedía la ladera del monte La Mezana, en la zona de La Póbeda, entre la carretera a Elciego y el río Ebro, para poder llevar a cabo la siembra. Poco después se eligió el 14 de diciembre para recoger las bellotas en el parque de Berberana.
El medio centenar de personas que participaron en la recogida lograron unos 70 kilos de estos frutos, aproximadamente unas 21.000 bellotas, aunque algunas de ellas estaban sapadas y se guardaron en una bodega de Elvillar para aguardar al mejor momento, que fue ayer, antes de la llegada del temporal. Así, más de cincuenta personas, repartidos en dos grandes grupos se dieron cita en el monte para sembrar las bellotas.
Con las herramientas que les facilitaron, abrían pequeños agujeros en el terreno, por cierto muy pedregoso, y en cada uno de ellos colocaban tres bellotas inclinadas, para favorecer el nacimiento y crecimiento de al menos una de ellas. En total 7.000 agujeros. 7.000 motivos para creer en el trabajo de la gente para evitar más daño al medio natural y al clima.