Espejo - Tres son los albergues con que cuenta el instituto de la juventud de la Diputación Foral de Álava, dentro del organigrama de servicios del departamento de Cultura y Deporte: el de Barria, un antiguo monasterio cisterciense rehabilitado como albergue juvenil; el de Zuhatza, situado en una isla de 500.000 metros cuadrados en el embalse de Ullíbarri-Gamboa, a sólo 15 kilómetros de Vitoria. Y el de Espejo, un complejo nuevo creado donde antes estaban las escuelas.
Este albergue de Espejo constaba de unos edificios de dos plantas, que se derribaron y se decidió construir un albergue nuevo, de una sola planta, por lo que es más accesible. Según explican el jefe del servicio del instituto foral de la juventud, Pedro García, y la directora del albergue, Izaskun Álvarez, todo el complejo es nuevo y hasta los espacios, deportivos y zonas verdes, se reorganizaron para que fueran más funcionales y cómodas para los usuarios.
En principio, el edificio iba a ser más grande, lo habían planificado para 100 plazas, y al final se ha quedado con una capacidad de entre 70 y 80, repartidas en doce habitaciones con sus correspondientes baños inclusivos y adaptados, salas de cocina y almacenaje, comedor y 5 salas equipadas con wifi, televisión y dvd. En el exterior dispone de canchas de baloncesto, minibasket y futbito, mesas de ping-pong, préstamo de bicicletas, un vivero y zona de compostaje.
Comenta Pedro García que “el albergue funciona prácticamente todo el año, excepto parte del mes de agosto, ya que abrimos hasta mediados y se reabre a principios de septiembre, según la demanda que haya en ese momento. También se cierra la segunda mitad del mes de diciembre porque no hay usuarios”.
A este albergue pueden acudir grupos escolares. Según Izaskun Álvarez, “durante el curso escolar tenemos un programa de inmersión lingüística en inglés, destinado para centros escolares. Esta es la mayor parte de nuestra ocupación. Luego, en verano tenemos los udalekus y para los fines de semana contamos con otro programa que se llama Aulas. Durante esas fechas, los fines de semana de todo el año, lo que tenemos son familias, grupos escolares o deportivos que ya vienen un poco por su cuenta. Y ahora, el pasado fin de semana, tuvimos un grupo de la Diputación, del programa Respiro familiar. Está destinado para niñas y niños con dificultades, en grupos de unos 15, acompañados por sus monitores, y permanecen desde el viernes por la tarde hasta el domingo, después de comer”, que es cuando regresan a sus domicilios.
El albergue cuenta con dos grupos de edificios unidos por pasillos acristalados, para evitar tener que salir al exterior cuando está lloviendo. Y en su interior disponen de varias salas de juegos, el comedor, aseos inclusivos, las dependencias de cocina y almacén y las habitaciones. Éstas, siguiendo las tradiciones de los albergues, cuentan con camas individuales y literas. En un ala hay tres habitaciones para seis personas cada una de ellas y una para cinco ya que es adaptada. En la otra ala hay cinco habitaciones para ocho personas cada una, dos para seis y una para tres. “Para su diseño se ha primado la sensibilidad”, comenta Pedro García al destacar que en cada habitación hay aseos generales y uno adaptado. Y es que el anterior edificio, el de las escuelas, no tenía ascensor, con lo que había dificultades para utilizar las plantas superiores.
En cuanto al personal del albergue hay ocho personas entre trabajadores de limpieza, operario de mantenimiento, guarda, la directora y el personal de las cocinas es de Indesa, con quien se firma todos los años un contrato.
La directora del albergue comenta que este programa de Respiro familiar de la Diputación alavesa es muy positivo para los chavales, “porque disfrutan mucho” y es que el ratio de monitor por niño es de una persona, con lo que la atención hacia los niños es constante y personalizada.
Sobre la afluencia de usuarios, precisan que cada año hay una media de 11.000 estancias y no es de los albergues con mayor número. Una de las claves de su éxito son los precios, especialmente para los grupos escolares. Pero también para las familias que acuden para pasar los fines de semana para, entre otras actividades, conocer Espejo y el parque de la naturaleza de Valderejo, el Valle Salado, Angosto, Tuesta o Sobrón, entre otros lugares.
Precio por adulto El precio por adulto y día, con pensión completa, es de 35 euros. Mientras que los escolares o los grupos de tiempo libre pagan 21. “Para el instituto y para la Diputación, estos precios suponen un esfuerzo económico muy importante, porque esos precios nos generan déficit en todos los albergues, ya que hay unos gastos fijos de personal que, venga quien venga, hay que pagar, lo mismo que la energía y otros costes fijos. La realidad es que es el esfuerzo que hace la Diputación para ofrecer a los grupos una alternativa barata y por eso la diferencia de precios para las familias o adultos que vienen”.
La cuestión es que, comentan ambos, que “si apuestas por impulsar el que haya asociaciones de tiempo libre, acampadas o grupos de ‘scout’, tienes que ofrecer esta alternativa, porque si no las asociaciones de tiempo libre no podrían con los gastos, no podrían moverse durante el año. En verano usan más el tema de las acampadas, pero durante el resto del año no podrían. Y a muchos grupos deportivos les ocurre lo mismo, sobre todo de ciclistas que vienen en gran número porque esta zona está muy bien para hacer rutas ciclistas”.
Otro de los espacios espectaculares del albergue de Espejo es el de Kiribilore. Se trata de un vivero que tiene forma semicircular y que es uno de los lugares donde se imparten las clases de inglés para escolares. “Se nos ocurrió este espacio para simbolizar el albergue y el esfuerzo medioambiental que llevamos a cabo en nuestras instalaciones. Niñas y niños trabajan en las mesas de cultivo, hablando solo en inglés y, al marcharse, se llevan una lechuga y un mayor conocimiento del compost”, aclaran.
Sobre la sensibilización medioambiental que se lleva a cabo en el albergue, la directora explica que los niños, en el comedor, preparan la separación del plástico y lo orgánico y se les explica para qué es. A esto se le añade que al lado del domo hay otro, mucho más pequeño, con gallinas, y junto a ellos unas composteras donde se recicla todo el material orgánico que se genera en el albergue.
“Todo esto se utiliza para el proceso de educación de los chavales, pero el tema del compostaje nos sirve a nosotros para tratar los restos que salen de la cocina, 50 toneladas de restos orgánicos entre los tres albergues, que permiten reducir 26 toneladas de CO2 y convertir entre 15 y 20 toneladas de compost”. En Espejo “producimos unas ocho toneladas al año y lo usamos bien en el propio albergue o en un espacio que nos cedió la Junta Administrativa”.
Señala García que ese terreno “era un antiguo vertedero que estamos regenerando y que hemos convertido en un bosque comestible, ya que lo que tiene son árboles que dan frutos. Con este proceso reducimos muchísimo la basura y contribuimos a que la factura del Ayuntamiento por el transporte de residuos orgánicos sea bastante reducido”.
El albergue de Espejo. Es un complejo nuevo creado donde antes estaban las escuelas. Es de una sola planta, por lo que es más accesible. Hasta los espacios, deportivos y zonas verdes se reorganizaron para que fueran más funcionales y cómodas para los usuarios. Este albergue es el que ha creado un bosque comestible.
Así lo explica el jefe del servicio del instituto foral de la juventud de la Diputación de Álava.
La directora del albergue de Espejo aclara que esta iniciativa está destinada a centros escolares y se imparte en el domo.
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Habitaciones. El albergue de Espejo tiene 70-80 plazas, repartidas en 12 habitaciones con sus correspondientes baños, cocina y comedor.