salinas de añana - Los caballeros de la Comunidad de Herederos de las Reales Salinas de Añana, junto a los responsables del Valle Salado, el Ayuntamiento de Añana y la Diputación Foral de Álava, celebraron ayer una brillante fiesta del entroje, la medida y almacenamiento de la sal, y nombraron un nuevo cofrade que se suma a la larga lista de personalidades que han desarrollado acciones a favor de la proyección e impulso del lugar y de la sal.

La fiesta comenzó con los bandos convocando “a las tandas para el entroje”, a las cuadrillas que trabajan en las salinas. Tras los cuatro avisos de rigor y una degustación de albillo, moscatel con galletas, se formó la comitiva que recorrió las calles hasta llegar al escenario del Valle Salado encabezados por la txaranga que abría el alcalde y senador, Juan Carlos Medina. Una vez allí se desarrolló el acto de investidura del nuevo cofrade, Jesús Sobrón Ortiz, el aurresku en su honor y una representación de cómo se trabajaba antaño para medir, recoger y guardar la sal para ponerla al abrigo del invierno.

Fue una fiesta excelente, porque también lo es el resultado de la extracción de la sal este año, como afirmaba el gerente de Valle Salado. Andoni Erkiaga contaba, y así lo expresó en el acto de investidura del nuevo cofrade, que “se suele decir aquí en Salinas que sol y viento sí, agua no. Y este año se ha cumplido”. El responsable de la explotación de este histórico lugar detalló que “comenzamos un mayo bastante malo, pero un junio excepcional que dio paso a un julio que nos obligó a barrer bastantes veces, llovió? pero agosto se tornó bueno y ese mes dejamos de producir flor de sal y a finales de ese mes dimos por concluida la campaña, porque francamente habíamos obtenido unos resultados satisfactorios”.

Muestra de esos buenos resultados son las más de 3.200 bandejas de flor de sal y del orden de 185 toneladas de sal mineral, y matizaba que “esto no surge como las amapolas, espontáneamente, sino que es fruto del trabajo de cincuenta personas que se han encargado de la parte más dura de la cosecha, de trabajar entre las eras, recogiendo la flor de sal y la sal mineral, y después, el resto del año, recuperando y manteniendo las eras, envasando, limpiando la sal y manteniendo el servicio de visitas impecable que tenemos”. Erkiaga también tuvo palabras de agradecimiento hacia la viceconsejería de Agricultura, porque gracias a una subvención nominal ha sido posible recuperar y poner en funcionamiento sesenta nuevas eras.

Y es que la Sal de Añana tiene ya nombre propio, “es una de las mejores sales del mundo” afirmaba Erkiaga y explicaba que “nuestra sal lleva únicamente salmuera de nuestros manantiales, calor del sol, viento templado y trabajo de hombres y mujeres que la recogen, la limpian y la envasan. Nada más, una sal pura artesana. No se puede comparar con otras sales, que llevan, como es natural, cloruro sódico, pero también antiapelmazantes, blanqueantes, dextrosa? y si son sales marinas microplásticos. La sal de Añana es kilómetro 0 y es la sal vasca por excelencia. ¡Solo hace falta que todos los vascos nos lo creamos y la compremos!”.

Junto a Erkiaga estuvo presente el presidente de la Fundación Comunidad de Herederos de las Reales Salinas de Añana, Valentín Agudo. Él fue el encargado de glosar la figura del nuevo cofrade, Jesús Sobrón Ortíz, hijo de Salinas de Añana y jefe del Servicio del Archivo Histórico de la Diputación, ahora ya jubilado. Sobre él dijo que ha sido la persona “que ha puesto en valor todos los documentos que necesitábamos para tener reconocidos los privilegios, que son los que nos acreditó de quien eran los derechos de aprovechamiento de las aguas”.