vitoria - Los avances de la medicina dan pie a historias que pueden parecer más propias de la ciencia ficción. Una de las últimas escritas en el ámbito estatal, y además con final feliz, ha tenido como actor principal a José, un adolescente malagueño que desde niño convivía con un tumor cerebral que derivó en una epilepsia y en un progresivo trastorno del lenguaje. Un equipo médico multidisciplinar, encargado de dirigir magistralmente esta película, ha logrado eliminar esta neoplasia y el foco epiléptico que generaba en el paciente preservando, además, su capacidad para entender y procesar el lenguaje, ubicada precisamente en la zona del cerebro donde se localizaba el tumor, lo que la hacía inoperable. El trasvase previo de esta función al otro hemisferio, el derecho, mediante la llamada plasticidad cerebral lo ha hecho posible.
Uno de los protagonistas de este nuevo hito de la medicina tiene DNI vitoriano. Se trata de Guillermo Ibáñez, jefe de la sección de adultos del área de neurocirugía del Hospital Regional Universitario de Málaga, que es donde se llevó a cabo la intervención en junio del pasado 2018. Ahora, con el necesario reposo que da el paso del tiempo y el aval de la buena evolución de José, Ibáñez reconoce el “éxito” de la operación. “No todo el mundo puede aguantar un proceso así y lo ha llevado con una entereza tremenda, extraordinaria. Es sorprendente desde todos los puntos de vista”, reconoce a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA el neurocirujano, formado en Pamplona, especializado en el Clínic de Barcelona e instalado en Málaga desde el año 2003.
Desde el otro lado del teléfono, Ibáñez desgrana con pasión todos los pasos de este complejo procedicimiento, que culminó en una craneotomía con el paciente despierto donde su equipo es toda una referencia.
José pasó por primera vez por el quirófano con apenas siete años. Ahora tiene 17. En su cerebro se alojaba un tumor benigno, pero debido a su corta edad los neurocirujanos no pudieron eliminarlo entonces por completo al alojarse en esa zona crítica para el lenguaje y, sobre todo, no poder realizar la intervención con el joven despierto, que es “la mejor manera” de eliminar la máxima masa tumoral posible sin daños.
El diagnóstico del joven empeoró con el paso de los años, porque el turmor creció y “comenzó a darle más guerra”: José desarrolló una epilepsia resistente a los medicamentos, que ha llegado a provocarle crisis cada vez más frecuentes, y también problemas en el lenguaje debido a la irritación permanente de la zona. “Pensamos que había que hacer algo, porque el tumor seguía creciendo y José estaba cada vez peor”, relata el especialista.
Guiados por el trabajo previo del neurocirujano del clínico San Carlos de Madrid, Juan Antonio Barcia, que en 2017 logró extirpar cinco tumores cerebrales asentados en zonas a priori inoperables gracias a la llamada prehabilitación cerebral, se plantearon emular el proceso. Se trataba, en esencia, de aprovechar la neuroplasticidad del cerebro del paciente para remodelar sus áreas y, posteriormente, realizar -esta vez sí- una cirugía más agresiva que permitiese extirpar completamente el tumor. Así que se pusieron manos a la obra.
el proceso Como ya había hecho Barcia anteriormente, los especialistas colocaron durante una primera cirugía una manta de electrodos sobre el hemisferio izquierdo del cerebro de José, donde residía su área del lenguaje entendido -como en la inmensa mayoría de las personas- y también lo hacía el tumor, para a través de estímulos eléctricos inhibirla por completo y forzar su traslado. Coordinado con el trabajo de los neurofisiólogos entró también en juego el de los neuropsicólogos, que a través de un intensivo trabajo comenzaron a estimular y desarrollar el otro hemisferio del cerebro, esa suerte de copia, y trasvasar esa capacidad para entender y procesar el lenguaje. Fue un trabajo contrarreloj debido al riesgo de infecciones, que finalmente se extendió durante nueve días, hasta que el equipo de neurocirujanos volvió a entrar en juego para eliminar definitivamente todo rastro del tumor.
Esta vez sí, con José despierto, lo que permitiría controlar a la perfección su respuesta a la cirugía. “Además de saber que el área operada estaba liquidada completamente, nos asegurábamos de que no le suponía un déficit”, explica. José, que ha sido el paciente más joven al que se ha sometido a una craneotomía despierto, no ha tenido secuelas añadidas. Y aunque el área del lenguaje desarrollada en el otro hemisferio aún “no es perfecta”, con el tiempo y con trabajo aspira a “alcanzar una situación de asboluta normalidad”. Las crisis epilépticas han remitido y ahora está controlado con medicación. “Veremos si con el tiempo la medicación se puede bajar o incluso retirar”, anhela el doctor.
El proceso. Un equipo médico multidisciplinar del Hospital Universitario de Málaga, integrado por el neurocirujano vitoriano Guillermo Ibáñez, ha logrado eliminar un tumor benigno y el foco epiléptico que generaba en el paciente que lo sufría preservando, además, su capacidad para entender y procesar el lenguaje, ubicada precisamente en la zona del cerebro donde se localizaba la neoplasia, lo que la hacía inoperable. El trasvase previo de esta función al otro hemisferio, el derecho, mediante la llamada plasticidad cerebral lo ha hecho posible. La intervención final se realizó con el paciente, de 17 años, despierto
Recuperación. La operación se desarrolló en junio del pasado 2018 y el especialista gasteiztarra no duda en calificarla de “éxito”. Aunque el área del lenguaje desarrollada en el otro hemisferio de José aún “no es perfecta”, con el tiempo y con trabajo aspira a “alcanzar una situación de absoluta normalidad”. Las crisis epilépticas han remitido y ahora está controlado con medicación. “Veremos si con el tiempo la medicación se puede bajar o incluso retirar”, anhela el doctor
El neurocirujano, formado en Pamplona, especializado en el Clinic de Barcelona e instalado en Málaga desde el año 2003, pone en valor la manera de afrontar este largo proceso por parte de José, que todavía es menor de edad.