uno de los enclaves alaveses más espectaculares, la Torre de Fontecha o de los Condes de Orgaz, se ha convertido en el ejemplo perfecto de cómo recuperar y poner en valor el patrimonio arquitectónico que está a punto de desaparecer por falta de mantenimiento, dejadez o apatía para poner en marcha proyectos de rehabilitación con fines culturales o turísticos.

Pero es que además, en el caso de la torre de Fontecha, se ha desarrollado un proyecto de actuación que va mucho más lejos de la simple intervención arquitectónica. Gracias al impulso de la Cuadrilla de Añana, a la financiación de la Diputación Foral de Álava, al respaldo de Lanbide y más recientemente a la implicación financiera de la Fundación Vital, todo el proyecto de actuación gira en torno a la escuela que ha merecido el nombre de Micaela Portilla y que forma a quienes están rehabilitando el complejo histórico.

En compañía del presidente de la Cuadrilla de Añana, Eduardo Fernández de Pinedo, la directora de la Escuela, María Jesús Calleja Ros, explica los tres tipos de formación que reciben los alumnos.

En la actualidad hay 36 personas inscritas en los talleres, que son tres: forestal, que coordina Mikel Gallego; albañilería, cuyo responsable es Isidro Martínez, y carpintería de armar, a cargo de José Ramón Peciña. Fruto de la iniciativa de la Cuadrilla de Añana, que al ver “que el palacio y la torre se estaban cayendo y en estado ruinoso, decidió hacer una escuela de rehabilitación para poder acometer obra y además dar formación a personas que o habían dejado los estudios o estaban en paro, para darles una profesión, además de rehabilitar la torre de Fontecha” añade la directora. Para ello se configuró la iniciativa como las cuatro patas de una mesa.

Una “que es lo social, porque acoge gente que necesita reciclarse o buscar una profesión para poder trabajar; otra que es la formación, porque damos certificados de profesionalidad: personas que no tenían ningún estudio adquieren los conocimientos necesarios; una tercera que es la rehabilitación de un patrimonio histórico, y la última es el turismo, porque desde hace tres años estamos haciendo visitas guiadas a la torre y al palacio”.

La afluencia ha sido tan importante que reconocen que ya hay una lista de 150 personas con reserva para las primeras visitas del próximo año. Y los turistas no son los únicos. “Este año también comenzamos con visitas de escolares, organizando visitas teatralizadas”, incide. A ello se suman las personas mayores. “Les traemos en primer lugar a Fontecha, donde les ofrecemos una visita teatralizada y les contamos el funcionamiento de la escuela y el trabajo que desarrollan los alumnos, y después vamos al Valle Salado donde se hace la visita y la comida. De esta forma promocionamos la zona entre los visitantes que vienen de todo Euskadi”, destacan

No sin esfuerzo, y entre otras actuaciones, los alumnos de cantería tallaron las piedras con las que se sujeta la torre, mientras que los de albañilería están reconstruyendo el interior, eliminando puertas abiertas donde no existían y aflorando las originales, así como reconstruyendo arcos en las galerías. Por su parte, los alumnos de carpintería han realizado un impresionante armazón de madera creando plantas en la torre -donde no había quedado nada, sólo algunos árboles creciendo en el interior de las paredes.