Vitoria - Tras una década desempeñando laborales sindicales vinculadas directamente a los trabajadores, participando tanto en comités europeos como de empresa, “a pie de máquina”, como le gusta describirlo, el historiador Alberto Alonso (Oñati, 1976) asumió en diciembre de 2016 la dirección general del Instituto vasco de Seguridad y Salud Laborales (Osalan) con un reto ambicioso: “el de conseguir que Osalan forme parte natural de la vida cotidiana, que la conciencia de la importancia de la prevención se extienda en todas las capas sociales y en todos los estamentos”.
Dos trabajadores alaveses, una de Correos y otro de Michelin, han perdido la vida en agosto al desempeñar sus funciones laborales. ¿Qué ha fallado?
-La prevención. Yo suelo decir que el accidente es un fracaso social. Por un lado, está claro que lo que han fallado son las responsabilidades propias del empresario, que como marca la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, es quien ha de velar por la salud y seguridad de su plantilla. Pero también lo que ha fallado es la concienciación de la que todos tenemos que tener frente a una lacra como la siniestralidad. Hemos distanciado esa idea del riesgo. Todos los accidentes son evitables, aunque el siniestro sea multicausal. Cuando hacemos el árbol de causas de un siniestro, nos encontramos con que probablemente es un cúmulo de muchos pequeños fallos.
Hablando de causas, ¿se sabe algo más de la investigación del último accidente mortal de Michelin?
-No, me imagino que poco a poco se irá sabiendo. Nuestra función es preguntarnos qué ha pasado, pero, sobre todo, qué podemos hacer para que no vuelva a ocurrir. Normalmente, lo hacemos con un estudio científico-técnico muy detallado para que la respuesta del qué ha pasado y el qué tenemos que hacer para que no vuelva a ocurrir sea lo mejor posible. Solemos tardar meses en llegar a una conclusión. Ahora mismo estamos en el proceso de investigación, con entrevistas a los trabajadores.
¿Y en qué mes se podrá saber algo?.
-Pues si esto fue en agosto, me imagino que en torno a octubre, tendremos una primera respuesta. Hay veces que la multicausalidad es fácil de detectar y en un mes se zanja la investigación, pero en otros el informe puede tardar cinco meses. Tenemos que velar por que todas las cuestiones queden bien cerradas porque un informe mal hecho desampararía al trabajador ante posibles reclamaciones de sus derechos como accidentado o a la familia del difunto. Nos lo tomamos con mucha seriedad.
En el caso de la trabajadora de Correos fallecida cuando realizaba el reparto con su moto, tenía un contrato eventual, de un mes. ¿Influye este tipo de contratación a la hora de aumentar el riesgo de seguridad y salud laboral?
-Uno de cada tres accidentes ocurre en el primer año de trabajo. Si desglosamos esos 12 meses, nos encontramos con que más de uno de cada 5 (más del 20% de los accidentes totales que ocurren en un año en Euskadi), o sea que fíjate qué montón, ocurre en el primer mes. También es importante señalar que el 60% de los contratos firmados en Euskadi tiene una duración inferior a un mes. Lo decía hace poco un sindicato y estoy totalmente de acuerdo con él: Si contratas para un mes, mucho tiempo no vas a invertir en formar a un trabajador.
Precisamente, en el caso de esta empleada el sindicado ELA denunció que había fallado la formación necesaria sobre las medidas en caso de peligro.
-Sobre el caso concreto no voy a hablar porque tampoco datos, pero sí que es verdad que lo que demuestra esta concentración de siniestralidad de más del 20% en un primer mes, es que está fallando la formación. Lo ideal sería que nada más llegar el trabajador, se le hicieran dos tipos de formaciones: la genérica de la empresa y la específica con los riesgos concretos de cada empleado. Si usáramos una formación exquisita desde el minuto cero, esta concentración, bajaría.
La muerte de estos dos empleados en Álava ha hecho saltar las alarmas, ¿pero se puede hablar de un repunte en la siniestralidad?
-Creo que en Álava estamos peor. En julio, porque no hemos cerrado aún los datos de agosto, en cuanto a Álava ahora mismo llevamos, en total de accidentes, un 2,4% por encima del año pasado (en la tasa interanual, de julio a julio). Llevamos 77 accidentes más. Es verdad que las otras dos provincias, Bizkaia y Gipuzkoa, bajan, pero es muy difícil analizar estos datos tan en frío, porque también habría que tener en cuenta factores como la actividad económica, dónde más ésta está subiendo... Es verdad que en estos casos se ha juntado la concentración de dos accidentes en tan poco tiempo, que, curiosamente, es un fenómeno que no entendemos, pero normalmente parece que se da esa concentración de un mortal con otro en poco tiempo, sin tener una razón por lo menos lógica posible. En este caso, en 48 horas -porque una fue un domingo y él otro, un martes, lo que genera esa percepción de alarma en la sociedad- pero en el resto del mes no había habido ninguno. De todas, formas quiero decir que mi valoración de los datos es catastrófica porque una sociedad madura, como la vasca, no se puede permitir un solo accidente mortal.
¿Están las empresas de Euskadi concienciadas en materia de seguridad y salud laboral?
-En una gran mayoría, sí. Yo siempre pongo tres niveles: hay un 15% que ni está ni se la espera. Consideran que la prevención es un coste. El problema de este 15% es el que concentra la mayor siniestralidad. Luego hay un 70% que hace todo lo que puede. Es una cuestión difícil, de concienciación, de toda la jerarquía. Y luego está el otro 15%, que es la excelencia, las empresas que saben que la prevención es una inversión, con un retorno económico y social. Buena parte de ello son grandes empresas y otras son pequeñas, como la vizcaína Protón Electrónica, con premios europeos, y son 5-6 trabajadores.
¿Qué se puede hacer para los que no quieren sumarse?
-Difusión, cultura y acompañamiento para seguir insistiéndoles. Y luego hay otro camino: el de las inspecciones de trabajo. Y si no cumple las normas, está la vía de la sanción. Lo que no podemos permitirnos, es que nadie se salga con la suya, en cuestión de seguridad y salud laboral.
¿Osalan plantea medidas nuevas contra la siniestralidad laboral?
-No nos queda más que seguir siendo tan pelmas como hemos sido hasta ahora. Al final, esto es una cuestión de concienciación, cultural y es insistir, insistir e insistir. Siempre pongo el ejemplo del cinturón de seguridad: antes se ponía por miedo a la multa y hoy en día es un acto reflejo porque lo hemos interiorizado. Ahora bien, Osalan es más que acción-reacción en cuanto al accidente. Prefiero hablar de la prevención, del qué teníamos que haber hecho para evitar que esto no ocurriera y en este sentido, Osalan dedica casi el 80% de su esfuerzo a esto. Tenemos una línea abierta por los riesgos que vienen en el futuro, como el tecnoestrés, la robótica, para la que nos acercamos a empresas alavesas. Por otro lado, vamos a anunciar, posiblemente, a partir de noviembre, cuando tenemos el IV Congreso Internacional de Seguridad y Salud Laborales, (en Bilbao, del 14 al 16), una línea muy importante, incluso en palabras del lehendakari, sobre el envejecimiento de la población porque eso también tiene su vínculo en la población trabajadora: problemas músculo-esqueléticos, tecnoestrés por no ser nativo digital.... Porque es el problema que nos viene.
¿De qué manera revierte la prevención de los riesgos laborales en competitividad?
-Estamos haciendo un estudio, del que aún no puedo adelantar nada, pero obviamente revierte. Utilizo un lema para el empresario, que es el de “Creérselo”. Hay una empresa, en Rioja Alavesa, que tenía muy buena cuota de mercado y consideraba que iba bien, hasta que les tocó contratar a una especialista en Prevención. Y en menos de un año habían logrado bajar a la mitad los índices vinculados a la siniestralidad y, paralelamente, habían incrementado la productividad. Nos dijeron que no se les habría ocurrido en la vida, ese vínculo tan estrecho, que, además, produce retorno social, porque la responsabilidad de la empresa va más allá de la valla.
¿Qué novedades hay en las enfermedades profesionales en Álava?
-Los resultados de nuestra estadística son apabullantes y me generan una rebelión interna. La enfermedad profesional en Álava más habitual en el caso de los hombres es la hipoacusia (pérdida de audición), por una simple razón: no quererse tapones, por esa masculinidad que se presupone de tener que aguantar el ruido. Y en las mujeres es la músculo-esquelética, con una variante que me preocupa mucho, que normalmente es en grados extremos. No ha ido al médico hasta que está fatal, por, una vez más, la idea de mujer sufridora, lo que trae bajas largas e incapacitantes. Que pasen estas enfermedades por esa perspectiva de género, no tiene cabida en la Euskadi del siglo XXI.