En uno de los extremos de Laguardia, oculto en el interior del aparcamiento subterráneo de La Barbacana, se encuentra lo que es el mayor estanque construido en la Edad del Hierro en Europa, un gran depósito, hoy seco, que podía suministrar abundante agua a los primitivos habitantes de aquel cerro, gracias a su capacidad de almacenaje de 300.000 litros.

Su localización fue fruto del azar y no estuvo exento de peligros de desaparecer para siempre. Ocurrió a finales de los años 90 del siglo pasado, cuando se iba a proceder a la construcción del mencionado aparcamiento, una residencia de personas mayores y unas viviendas que continúan sin ser edificadas desde entonces, todo ello con una inversión municipal de 537 millones de las antiguas pesetas.

Como es habitual en todas las actuaciones que se realizan en Laguardia, previamente al comienzo de las obras se encargó el estudio arqueológico del lugar a un especialista, el profesor Iñaki Pereda, por 19 millones de pesetas, y para sorpresa de todos, tras eliminar el viejo instituto y el cuartel de la Guardia Civil que estaban en ese lugar, al excavar apareció este estanque que se mantenía tal y como lo dejaron los primitivos pobladores, sin los cambios, principalmente impulsados por los romanos, que se han acometido en otras instalaciones similares de otras partes del mundo.

El problema es que lo que se localizó no era pequeño. El estanque tiene 218 metros cuadrados y trastocaba los planes urbanísticos que se querían acometer. Fue entonces cuando se sucedieron dimes y diretes que estuvieron a punto de que se perdiera para siempre este importante yacimiento. En un principio, el arqueólogo buscó alternativas para mantener el estanque en su lugar, sin embargo, posteriormente, la Diputación Foral planteó la posibilidad de trasladar el estanque completo, con su tierra de relleno, a otro lugar, una medida que contó con el apoyo del ayuntamiento y del responsable foral de Cultura, Mikel Mintegi y a la que se sumó también el arqueólogo. Sin embargo, el Consejo Asesor de Arqueología del Gobierno vasco emitió un informe en contra y la propia Universidad del País Vasco hizo lo mismo. De esta manera, finalmente se decidió mantener el estanque, ya que la superficie que ocupa es el equivalente a unos 60 coches, que se podía suplir con otra planta baja.

Gracias a esas últimas actuaciones, el Estanque Celtibérico ha podido llegar hasta nuestros días, ocupando un espacio que se ha cerrado hasta convertirlo es un museo en si mismo, ya que el lugar se ha dotado de vitrinas, iluminación y hasta maniquíes caracterizados para mostrar cómo pudo ser su uso.

Según las investigaciones realizadas por los historiadores, cuando los habitantes de La Hoya se vieron obligados a abandonar el poblado, que había sido incendiado en una de las habituales incursiones de otras tribus, decidieron subir al cerro sobre el que se asienta Laguardia. Allí, en un extremo, el que mira hacia Lapuebla de Labarca, construyeron hace 2.100 años un estanque con unas medidas de 18x16 metros y un muro perimetral que tenía una altura entre 0,85 y 3,10 metros de mampostería en seco, ya que dispone de dos vasos interiores: el inferior de 126 metros cuadrados y el superior de 92 metros cuadrados. El Estanque se alimentaba de un manantial que surge en la zona más alta de la colina y era capaz de mantener el abastecimiento de 300.000 litros que tiene el depósito.

Cuando se dejó de utilizar se mantuvo como estaba y esa es la razón por la que ha llegado hasta nuestros días tal y como era. Tan solo es reseñable la existencia de un molde de campana que se instaló en una de sus orillas con destino de alguna iglesia, hay también un viejo aljibe, y se localizó un ara romana dedicada a las Matres, una evocación celta asociada a manantiales o acuíferos minero-medicinales o termales.

En la actualidad ese espacio cuenta con unas rampas y paseos que rodean el estanque para que pueda ser visitado con comodidad. A la entrada de la sala se ha situado un punto de información, con varios despachos y servicios, uno de ellos adaptado y, sobre las paredes que cierran el recinto, pintadas de azul se han situado paneles y vitrinas con restos aparecidos en el lugar e información sobre lo que el visitante puede ver en ese lugar. Para consultar cualquier tipo de información sobre horarios de visita -son fijos y no es necesario pedir cita previa-, actividades o visitas grupales puede llamarse al número de teléfono 699538730.

Azar. La aparición del estanque de La Barbacana tuvo su origen en la casualidad. No en vano, ocurrió a finales de los años 90 del siglo pasado, cuando se iba a proceder a la construcción de un aparcamiento subterráneo, una residencia de personas mayores y unas viviendas que continúan sin ser edificadas desde entonces, todo ello con una inversión municipal de 537 millones de las antiguas pesetas.

Espacio expositivo. El estanque celtibérico ha podido llegar hasta nuestros días, ocupando un espacio que se ha cerrado hasta convertirlo es un museo en sí mismo, ya que el lugar se ha dotado de vitrinas, iluminación y hasta maniquíes caracterizados para mostrar cómo pudo ser su uso.

Historia. Para sorpresa de todos, el estanque apareció tras eliminar el viejo instituto y el cuartel de la Guardia Civil que estaban en ese lugar.