Vitoria - La premiada con el Goya de Honor (2012), Concha Velasco, vuelve a los escenarios con El funeral, de la mano de Pentación Espectáculos, una parodia sobre el teatro y las divas. Una comedia surrealista desde el más allá. Dirigida y escrita por su hijo Manuel Velasco, la actriz vallisoletana encarna a Lucrecia Conti, quien protagoniza situaciones sorprendentes llenas de guiños que rompen la cuarta pared.

Ya que es una profesional en la televisión, el cine y el teatro debe de decantarse por alguna, ¿no?

-No, no, no. Para nada. He trabajado en los tres medios y no tengo preferencia, la verdad. El teatro creo que es absolutamente necesario. Hay que hacer teatro. No creo que haya un actor que se precie que si no hace teatro no es valorado como tal. En Estados Unidos y en Inglaterra los actores deben interpretar obras teatrales durante, al menos, dos años. Si no, no se les considera actores, pero bueno, no es mi caso. Televisión siempre, cine siempre y teatro siempre.

Se dice que hubo algún problema con el reparto, en concreto con Antonio Resines.

-¡Para nada! Problema ninguno, es sólo que le operaron de la espalda y lo que parecía una cosa fue otra. Él ya tenía un problema de cadera al empezar los ensayos, así que aprovechó las dos semanas de vacaciones para operarse, pero vamos, que salió andando del hospital estupendamente. Tiene un postoperatorio más largo, eso sí que le dijeron los médicos. Hacer teatro no es hacer cualquier cosa. Hay mucho trabajo, tenemos que subir, bajar... Su personaje tiene mucho movimiento. Éstas cosas pasan. Ha sido laborioso para todos nosotros, he tenido que dejar mis vacaciones para ensayar con el nuevo, y estupendo, actor, Jorge Sanz. No podemos salir al escenario de cualquier manera y menos con una representación de tanto éxito.

¿Cómo es compartir escenario junto a su hijo?

-Mi hijo Manuel me ha demostrado que es un gran actor y una maravilla de escritor, lo cual ya lo ha demostrado. Yo trabajo en todo lo que hace mi hijo, hago todo lo que me pide, incluso desde que le regalaron su primera cámara de cine. Es la primera vez que trabajamos juntos en una obra de teatro que yo le encargué que me escribiera, eso sí. Le pedí una cosa divertida, para dar un giro.

Dicen algunos que su personaje tiene algo de su propia biografía.

-He leído por ahí que ésta es la historia de mi vida, pero ni mucho menos. ¿Cómo iba a escribir mi hijo una obra sobre una actriz fracasada que se muere a la que, encima, interpreto yo? No, no, no. Yo ni me he muerto, ni soy una actriz fracasada, para qué nos vamos a engañar. Añade a eso que las dos nietas de Lucrecia son unas codiciosas, que tiene un sobrino que no sabe de quién es, y todo ese juego que hay en la función, ¡pero que no tiene nada que ver conmigo! Es una comedia llena de gags, guiños y situaciones cómicas muy bien llevadas. Hay ocasiones en las que mi hijo incluso me regaña por reírme, fíjate tú. Llevo ya cinco meses con esta función y me sigo riendo. A veces dicen “es que es la vida de Concha”, pero no. Yo soy muy sencillita comparada con Lucrecia.

¿Qué siente como madre en esta obra?

-Ilusión total, es que no puedo decir otra cosa. Mi hijo lo hace muy bien. Yo le pido a mi hijo que me escriba todo, es un chico muy inteligente, muy culto y con un humor estupendo. ¿Trabajar con él? Lo mejor que me puede pasar. Vale muchísimo. ¿Cómo no voy a estar contenta?

¿Cómo vio la reacción del público cuando estrenaron ‘El funeral’?

-¡Ahí sí que fue difícil! Yo estreno muy mal, soy una actriz que estrena mal, con unos nervios tremendos. En el Teatro Calderón, que además me coincidió con la entrega de la Medalla de Oro de la ciudad de Valladolid, junto con los tres alcaldes, queridísimos cada uno, el teatro lleno y, al día siguiente, el estreno de la función... Sumas a todo eso que estreno mal, y bueno, yo me vine abajo. Estuve fatal, casi me cargo el estreno, era mucha responsabilidad. Cada vez que tengo miedo quiero dejarlo, pero no pienso retirarme ni mucho menos. Espero que no sea la última obra en la que participe. No se puede dejar un éxito cuando está lleno el teatro.

¿El peor momento sobre el escenario?

-La noche antes siempre es la peor, por el miedo a no saberse el diálogo, como todos los actores.

¿En qué otros proyectos está trabajando ahora mismo?

-Yo me levanto todos los días muy temprano para estudiar porque estoy preparando un corto, que rueda mi hijo Manuel, sobre la osteoporosis. Es un corto con un guión precioso. Se estrenará en Valladolid, es un encargo. Yo hago de abuela, quien sufre un grado máximo de esa enfermedad.

¿Con qué se encontrará Vitoria en ‘El funeral’?

-Pues con una risa permanente, la obra está hecha adrede para ello. Nosotros nos encargamos de que suceda. Quiero que lo que vean sea incluso mayor que sus expectativas. Mi hijo es muy crítico y me regaña por reírme y pasármelo tan bien ensayando, pero es el director y debe serlo. Qué quieres que te diga, yo me lo paso muy bien. Pasar del drama a la comedia es algo que necesitaba, estoy muy agradecida, me lo paso divinamente. Vitoria es un lujo de ciudad, es preciosa, la gente es adorable. A veces debo darme prisa porque la gente me para por la calle en cuanto salgo del hotel, por el cariño que me tiene. No quiero defraudar a nadie.