Una vuelta por el paseo Carmelo Bernaola, por la plaza General Loma y por la de Juan de Ayala ofrece una muestra del mejor trabajo artesano que se exhibe estas fiestas en Gasteiz debido al centenar de puestos que salen a la calle con motivo de tres mercadillos ya clásicos en la ciudad, como es el caso de la de feria de la Virgen Blanca, el mercado de productores y artesanos alaveses de la Fundación Vital y el zoco árabe. Si bien, el flujo de clientes varía en función del entorno.
Uno de los que más suerte tiene en este sentido es el de la céntrica plaza del General Loma, con 17 stands, cifra que se mantiene respecto a la pasada edición, al emplazarse en un entorno privilegiado entre la Virgen Blanca y la parada del tranvía del Parlamento, y donde ayer no cabía ni un alma. “Estoy contenta con las ventas. El mejor día siempre es el de La Blanca”, resalta María Ángeles Corres, una comerciante veterana en vender en fiestas de Vitoria, con una docena de ediciones a sus espaldas. Lo hace, como dice, porque aunque no tiene tienda propia, sí posee un taller en la calle San Prudencio, 27 donde imparte clases de cerámica, además de los cursos que ofrece en el centro sociocultural de mayores de Los Herrán. Ello ha hecho que la gente ya la conozca. Un caso que ilustra a la perfección Laura Garagalza. “Vengo todos los años porque tiene cosas muy bonitas, originales, artesanas y además de Vitoria”, explica esta clienta, mientras enseña los flamantes pendientes de estrella azul de cerámica, que al poco de adquirirlos ya lucían sus orejas. Otro puesto con trajín estos días, sobre todo por sus sabrosos pintxos de Idiazabal a un euro, es el de Gorbeialdeko Gazta, con el simpático vitoriano Xabier Aizpeolea al frente. “Hago el queso en Etxabarri-Ibiña y vendo quesos de leche de oveja de nuestra propia explotación, los de autor son a 16 euros el kilo y el de Idiazabal cuesta 18 y estoy muy a gusto con las ventas”, especifica este joven con una sonrisa.
Sin embargo, ese ir y venir de gente se deja de sentir a medida que uno se aleja del centro. Ejemplo claro es la feria de las fiestas de la Virgen Blanca de Carmelo Bernaola, que pese a repetir ubicación por segundo año, se ve obligado a anunciar su localización con un cartel gigante instalado en el Paseo de La Senda, al lado de la discoteca Cool, que informa de la existencia de sus 48 puestos (17 menos que en 2017), abiertos desde el 24 de julio hasta este viernes. “Prefiero La Senda, porque éste no es un lugar de paso y los que vienen de fuera no saben dónde estamos y así vendo menos”, lamenta la bilbaína Anabel Miranda, de Bandi, cuyo producto estrella son las tobilleras a 6 euros. Esta comerciante también propone que para el próximo año los puestos que abran todos los días, “tengan prioridad en el orden en el que nos ponen porque no todos abren todos los días”. No muy lejos de allí, Nicolás del Hoyo, de Durango, especializado en joyas, también se queja de que “las ventas no han ido del todo bien. El tiempo ha sido muy bueno para ir al pantano y piscinas, pero no para venir a comprar”, matiza.
Más optimista es el gasteiztarra Óscar Salazar, de Artpelle Cuero Piel, especializado en sandalias y cinturones, presente en La Blanca desde hace más de 20 años. “He estado en los dos paseos vendiendo (La Senda y Carmelo Bernaola) y no he notado diferencia, aunque el día grande siempre es el mejor”, aclara.
En el zoco árabe de la plaza Juan de Ayala, Amina, del restaurante Andalusí, llegado desde Argel, invita a que se acerquen más ciudadanos a la quincena de stands de artesanía y restauración allí instalados, ya que ayer al mediodía no se veía mucho tránsito por la zona, salvo cuando hay actuaciones. “Vengo aquí todos los años, pero esta edición no veo que haya mucha gente, quitando este domingo. El plato que más nos piden es el cuscús de verduras”, detalla esta mujer.