Vitoria - Endika Sáez de Adana fue Celedón Txiki con 9, 10 y 11 años, y desde el pasado año es el nuevo presidente de la Comisión de Blusas y Neskas, pero “ni por asomo” se plantea llegar a encarnar algún día al aldeano de Zalduondo. “No soy muy amigo de los barullos y de los agobios, así que la bajada del día 4 siempre la veo desde el bar Ioar de la Kutxi. Dejaré ser Celedón a algún otro valiente”, confiesa, entre risas, este joven de la cuadrilla Txirrita.
Lo que sí, en cambio, se ha atrevido a coger son las riendas de la Comisión, justo en pleno desencuentro con la Federación...
-Sí, las cogí justo con la dimisión de Luis Izaga, cuando ya había ese desencuentro, pero es algo que hay que asumir. No creo que el desencuentro de momento tenga vuelta atrás. Hay que tener paciencia y dejar que el tiempo pase para ver si hay acercamientos o no.
¿Cuántas reuniones, por ejemplo, ha habido entre Comisión y Federación durante este año?
-Este año creo que no ha habido. Ellos hacen su programa, nosotros el nuestro y creo que de momento habría que dejarlo así. Nos respetamos. Pero no creo que ni ellos ni nosotros tengamos algún reparo en sentarnos a hablar. Nos conocemos muchos desde hace años, pero las cosas ahora están como están y no hay que autofustigarse tampoco.
¿Qué balance hace de esta primera etapa como presidente de la Comisión?
-Yo creo que el balance es bueno porque estoy muy contento con toda la gente que tenemos alrededor. Todos los que estamos en la junta nos ayudamos mutuamente.
¿Se ha propuesto algún cambio especial para estas fiestas?
-No, yo creo que es seguir la línea que hemos tenido hasta ahora y darle fuerza a ese grupo de igualdad que está trabajando muchísimo por mejorar los protocolos internos de la Comisión. Cuando entramos éramos cinco personas (tres chicas y dos chicos) y ahora, por suerte, son mayoría chicas y son las que marcan la pauta. Creo que andamos cerca de las 30 personas, así que parece que algo se está haciendo bien y está cuajando.
¿Qué conclusiones ha sacado ese grupo de trabajo?
-Hemos instaurado un trabajo para evitar las agresiones contra el colectivo LGTBI y hemos tenido unas jornadas en las que nos ha asesorado Sortzen para entender estas siglas, pero hay que seguir año a año para no acabarnos estancados.
¿Se pueden poner más herramientas contra la violencia sexista por parte de las cuadrillas?
-En las cuadrillas tenemos un protocolo sancionador para una vez que pasa todo esto ver cómo se actúa y hacerlo lo más rápido para hilar lo más fino posible, pero creemos que debe de ser un protocolo que sirva para educar. Intentamos para ello hacer esos talleres con nuestros blusas, por ejemplo, porque es una problemática que tenemos en la sociedad de primer grado.
¿La gente se animará a ir de morado hoy a la bajada de Celedón?
-Habrá que verlo, aunque el primer año siempre es el que cuesta más. Pero al margen de colores, yo creo que hay que tomar conciencia sobre la violencia sexista para no tener que ir de morado. Es algo que, por desgracia, a día de hoy pasa, aunque está muy bien visualizarlo, pero hay que poner más empeño en dar posibilidades a otros colectivos que se queden desfavorecidos en ese sentido.
¿Cómo serían sus fiestas ideales?
-Unas en las que no tendríamos que sacar protocolos, pero, por desgracia, tenemos que actuar y sin ningún miramiento.
Precisamente, otro protocolo nuevo este año es el que ha creado el Ayuntamiento para mediar entre Comisión y Federación a la hora de organizar el paseíllo...
-Sí, en él tiene prioridad la Comisión porque es un acto que organizábamos históricamente. Debía de ser así, aunque habrá gente que lo entienda de otra manera.
¿Qué opinión le merece que haya unas bases reguladoras? ¿Es una buena fórmula?
-No sé si es una buena fórmula, pero es lo que hay, si no ha habido tiempo para trabajar a lo largo del año. Por eso, a estas alturas ya no hay que plantearse si esto es bueno o malo. Es lo que hay y punto.
Este año también está la novedad del nuevo formato de la subvención a las cuadrillas, con 57.572,37 euros para la Comisión y 17.427,63 euros para la Federación, en vez del tradicional convenio, pero hay quien dice que apenas cubre una tercera parte de cada txaranga...
-Las txarangas varían de precio, pero todas suelen rondar los 10.000 euros y al final la subvención que recibimos es de 3.000 euros. Mucha gente critica que nos den ayudas, pero sólo nos da más que para pagar a exclusivamente 5 de las 20 txarangas que sacamos la Comisión. Es solamente una ayuda.
¿Qué balance hace del día del Blusa y de la Neska?
-El año pasado tuvimos que parar el paseíllo de vuelta porque hubo una agresión la víspera, pero este año no ha pasado nada, así que el balance del 25 es positivo. El paseíllo de ida salió muy bien pero en el de vuelta mi cuadrilla tuvo un pequeño percance en cuanto a llegar tarde por el partido de pelota, pero enseguida hay otras cuadrillas que se ofrecen para ponerse delante, si ven que no llega a tiempo una.
Este año la III Carrera de Barricas ha sido más profesional, con cronometraje incluido.
-Sí, es difícil hacerlo bien desde la primera vez, pero se va aprendiendo de los errores. Yo creo que poco a poco se va a convertir en algo que dé bastante espectáculo a Vitoria y bastante bonito.
Este Santiago, como novedad, también se realizó la Carrera de Barricas Txiki. ¿Qué tal ha ido esa primera experiencia?
-No estuve personalmente viéndolo, pero fue bastante bien. El problema fue adaptar el tamaño de las barricas a su estatura.
¿Se ha pensado ya en algún cambio para el año que viene?
-De momento, nada. Me imagino que nos sentaremos después de fiestas a hablar y ver las opiniones que tiene cada cuadrilla.
¿Cree que la ciudad echa de menos la carrera de burros?
-No creo que la eche de menos. Nosotros tampoco lo hacemos. Era algo que se hacía históricamente, pero hemos ido avanzado. Quitarla era lo que demandaba la sociedad y nos hemos adaptado.
¿Qué novedades hay respecto al número de miembros de cada cuadrilla de Comisión y Federación?
-En Comisión creo que somos 19 y en Federación 6, más o menos como el año pasado. En nuestro propio marco está Siberiarrak, que está casi en 200, y este año va a ser su segundo año. Una vez que pase las fiestas, si cumple con los requisitos que se le estipularon, se convertirá en cuadrilla de pleno derecho.
¿Hay alguna que corra el riesgo de desaparecer?
-No. Todas las cuadrillas han incrementado sus miembros, pero no sólo es una dinámica de este año. Vemos desde hace unos cuantos que esto va en aumento y que se creen nuevas cuadrillas es normal porque hay muchas que están saturadas. La mía, que se puede decir que es de las pequeñas, cuando entré con 18 años éramos 35 miembros y ahora somos 120. Y hemos decidido parar porque no nos vemos capaces de gestionarlo. Hay cuadrillas que están cerca de los 300-400 miembros. Año a año se nota que esto va para arriba. Damos vida a las fiestas y también las de otras zonas de la ciudad, como la txosna de Geu, en el Matxete.
¿Es caro pertenecer a una?
-Sí y no. Nosotros tenemos una cuota para parados y estudiantes, que andará 60 euros más barata que la normal. Nuestra cuota normal ronda los 200 euros y pico. Pero, claro, depende a qué nivel salgas.
¿Y qué incluye vuestro pack básico de fiestas?
-Cenas todos los días, con bocatas que cogemos en diferentes bares, almuerzo día 25 y 5. Y comida día 25, 5 y el 8, que encargamos a un catering de Agurain.
¿Con qué acto festivo se queda?
-Para mí, como Txirrita, me quedo con las pancartas que sacamos todos los años y cuando voy de dantzari a bailar en el homenaje a familiares de los presos, aunque este año no puedo porque tengo la rodilla recién operada. Pero como acto bonito, aunque duro, me quedo con la subida el día 6 a la residencia Etxebidea.
¿Y cuál falta en el programa?
-¿Qué falta? Creo que tenemos de todo. El año pasado ya dije que faltaba una carrera de goitiberas pero ya la tenemos. Ahora, tal vez, un concurso de tortilla de patata.