Vitoria - Pegadiza es como ella sola. Sin embargo, hay quien dice que la letra de Celedón no está a la altura de su música: un pasacalles, obra de Mariano San Miguel, que el próximo 2 de agosto cumplirá cien años desde que fuera escuchado por primera vez en las calles de Vitoria y convertido desde entonces, “en el himno oficial de una ciudad y de sus fiestas”, como así lo describe el director adjunto de la Banda Municipal de Música de Vitoria, Iker Olazabal.
Sin embargo, nada se sabe de qué pasó con la partitura original, de 1918, dado que la más antigua que se conserva es la versión editada de 1922, pero lo que es innegable es que la cesión de sus derechos de autor sirvió para financiar el gargantúa de la ciudad. Con motivo de este aniversario, los 31 integrantes de la banda que dirige Olazabal han decidido un especial homenaje durante la entrega de los Celedones de Oro, que tendrá lugar el próximo 19 de septiembre en el Teatro Principal, y que se unirá al que ya hicieron el pasado 20 de junio, dentro de los actos del Día Internacional de la Música, junto a con los coros Nurat y Samaniego, en la Virgen Blanca. “Explicaremos, al igual que hicimos ese día, esta obra, las circunstancias de su creación, porque hay mucha gente que no sabe que este año se cumplen 100 años ni tampoco cómo está compuesta”, explica.
Y eso, que como subraya, la calidad de este tema un pasacalles, escrito en compás 6x8, con los ritmos característicos del folklore vasco, que hace que la gente vaya bailando y saltando detrás, es incuestionable. “La curiosidad es que tenemos es que es un himno muy bien escrito, con una estructura clara. La obra tiene cuatro temas principales. El primero, el Viva Vitoria, pensamos que es un tema que inventó el propio San Miguel. Está en Do Mayor y tiene 16 compases. Luego, tendríamos otra parte, en la que sigue el tema de ¡Viva, viva, viva, viva Vitoria!, y a mitad de él, aparece el de la retreta, continúa y pone un tema que se llama Artolak dauka. Tema popular, como aclara Olazabal, porque no se sabe quién es el compositor. Y mundialmente conocido por ser la música del archiconocido Uno de enero, dos febrero... “¡Pero este tema no es sólo el de San Fermín!, remarca. Se utiliza también, por ejemplo, en Olentzero. Por tanto, es más anterior que eso”.
Es decir, Celedón es un sampler, como dicen los aficionados a la música, ya que San Miguel, tras idear el Viva Vitoria, lo cosió con otras populares, como ésta del Artolak dauka. “Pero con la maestría de que sigue utilizando, a la vez, la retreta, de ahí la dificultad, por eso digo que era un buen compositor. No es una obra vulgar: Tiene calidad, una estructura buena, transición y el clímax o punto culminante, justo antes del estribillo de Celedón se ha hecho una casa nueva...
A su juicio, uno de los momentos más especiales de la partitura viene con ése último, cuando se genera el in crescendo, y se llega al tema principal, a la letra de Celedón ha hecho una casa nueva... “Este pasacalles invita a bailar y a saltar. Está pensado directamente para eso”, destaca.
Desde el punto de vista interpretativa, para Olazabal, ha habido dos diferencias a lo largo de este tiempo. “Una de ellas es que el mayor nivel artístico de la gente de hoy en día puede hacer que al final la obra suene mejor y, posiblemente, se haya subido la velocidad, no mucho, porque nosotros seguimos manteniendo la tradición, pero como todo en la vida se ha ido acelerando, la música también, sobre todo en los últimos 30 años. Si escuchas versiones de las txarangas van súper rápido”.
Nada que ver con la música de hace 100 años, con un ritmo mucho más pausado. “A una persona de 1918 el escuchar ciertas notas, ya le parecía alegre y marchoso y, sin embargo, ahora eso nos parece muy calmado, pero porque todo se ha acelerado”, aclara.
Sin discusión En cualquier caso, pese al siglo transcurrido desde su creación, el tema triunfa haya donde suena bajo la batuta de Olazabal: desde que empiezan a interpretarlo desde las escaleras de San Miguel, poco antes del cohete del 4 de agosto, al acompañamiento que la banda hace a la corporación municipal durante la ida a vísperas, a los conciertos que hace la banda en La Florida, más los de música al aire libre o a la vuelta de Olarizu, cuando lo vuelven a tocar en la Plaza España, a la vuelta de Olarizu.
El 4 de agosto pierden la cuenta de las veces que así lo hacen. “Desde que a las 18.00 horas suena el cohete, hasta que sube la persona que encarna a Celedón, no paramos. Yo creo que la hemos intentado contar muchas veces, pero es imposible, al ser emocionante”, confiesa.
Lo que está claro es que la canción de Celedón no admite ese día sustitutos. “Un año, uno de los directores de la banda hizo un arreglo de otro tema y lo empezó a tocar, pero el público, al esperar el de Celedón, empezó a abuchear. Desde ese año, no hay discusión”, recuerda.