ondategi - La sala Zigoitia Aretoa de Ondategi va a albergar a las 19.30 horas de hoy viernes una charla sobre las canteras moleras del municipio, a cargo del etnógrafo Javier Castro. De hecho, el también miembro de la Sociedad de Ciencias Aranzadi lleva siete años comandando un proyecto al respecto, englobado en un programa europeo liderado desde la universidad francesa de Grenoble, que coloca al macizo del Gorbeia en la cabeza del ranking mundial de este tipo de explotaciones en las que, hasta hace un siglo, se esculpían las enormes muelas de hasta 900 kilos de peso, indispensables en la maquinaria de cualquier molino hidráulico harinero. “Sabemos que hay más de mil canteras moleras en el mundo, pero investigadas están 880. Los países que más tienen por su economía cerealista son Francia y España que abarcan el 85%, casi a partes iguales. Pero del total, 190 están en Euskal Herria, contabilizando Navarra y Trebiño, y 92 de ellas con 330 muelas se encuentran dentro del parque del Gorbea y, por tanto, a partir de 1994 protegidas como patrimonio etnográfico, aunque no podemos decir lo mismo de las que se encuentran fuera”, matiza Castro, quién ofrecerá la charla, acompañado por uno de su medio centenar de colaboradores, Iñaki García Uribe, que hará la presentación y moderará el debate posterior.
El motivo de que esta conferencia vaya a tener lugar en Zigoitia se encuentra en que el citado estudio ha situado a este municipio como el segundo del mundo con más canteras moleras, por detrás de Zuia que, con 40 explotaciones y cerca de 200 muelas, acogió una charla similar el pasado mes de julio. En ella, Castro aportará datos curiosos tales como que “en Álava ha llegado a haber en funcionamiento más de 800 molinos harineros, que cada uno empleaba dos muelas y que cada una de éstas solía costar 15 ducados. Algo equivalente al precio de las 10.000 tejas de una casa, para que nos hagamos una idea de su valor”. Este miembro de Aranzadi prevé culminar el estudio en diciembre y dará copia de él al parque del Gorbeia “para que sepan donde se encuentran las canteras y puedan conservarlas”, aunque espera que también sirva de base a posibles tesis doctorales. Gracias a él se ha rescatado una parte de la memoria de unos pocos lugareños que han visto morir este arte antiguo y se ha recorrido la montaña durante los últimos siete años en busca de las escasas pruebas que pudieran haber quedado, rotas y dispersas, la mayoría cubiertas de musgo y vegetación, en admirables parajes.
También se ha rescatado la variada toponimia asociada a cada cantera y se ha puesto imagen a las más de 400 muelas que yacen olvidadas en barrancos, alejadas de los caminos por lo que hoy transitan los montañeros. “Muchas continuarán olvidadas sin que nadie más las moleste, otras podrán ser visitadas respetando la memoria de aquellos canteros que tantas horas trabajaron cincelándolas, hasta que se les agrietaron por un mal golpe o por algún otro motivo que ahora desconocemos; aunque eran muy buenos y solo se les rompían en torno a un 1 o 2%”, apuntan, quienes califican al parque Natural del Gorbea como “oro para los canteros moleros, ya que su roca arenisca, con una edad geológica de 100 millones de años, era muy apreciada por su dureza”. Asimismo, el trabajo, para el que Castro ha contado con la ayuda de más de 40 personas, entre colaboradores e informantes, que han prestado su tiempo y conocimiento del entorno, gracias a las nuevas tecnologías, ha localizado antiguos caminos de montaña que han permitido encontrar zonas moleras en lugares inhóspitos y alejados que, de otra forma, jamás hubieran visto la luz.